Thursday, 30 April 2020

Del Nosotros a los Otros



El sospechoso de años de inseguridad se vuelve potencialmente contagioso en tiempos de pandemia, por lo que la distancia que ya guardábamos ahora se oficializa "gracias" a los cálculos de las autoridades. Es así como el concepto y la política de la inseguridad se modifíca y justifica, incorporándo asuntos tan diversos como el narco tráfico, la delincuencia organizada y la salud pública.
El hilo conductor de este tipo de emergencias es el énfasis en la excesiva regulación de los espacios y los tiempos, mix condimentado con la regimentación de los movimientos de la ciudadanía. Estado de vigilia que inicialmente se nos delega para eventualmente sernos arrebatado, ya que es imposible mantener algo para lo que no se está preparado, especialmente cuando la prioridad es sostener a la familia.
El robo de identidad que sufrimos en el mundo de la internet se materializa ahora en el mundo real. Se nos forza a usar una mascarilla para la cual no hay evidencia concluyente. Y mientras discutimos peras o manzanas nuestro rostro -distinción e identidad personal esencial- es marcado con la seña del potencial contagiador, así estandarizándo lo que nos quedaba de individualidad.
Me pregunto el porque de la magnitud del aparato de seguridad ante un enemigo invisible, mientras que la ahora super meticulosa autoridad hace caso omiso de epidemias mucho más evidentes y persistentes como la obesidad, la pésima calidad de los alimentos, la corrupción desmedida y un largo et cetera.
La represión es una forma de violencia simbólica, un incómodo recordatorio del afán de ordenamiento vertical del Estado. La excusa es la misma de siempre. Tu no estás capacitado para hacer las cosas, mucho menos las que tienen que ver con tu propia seguridad. En pocas palabras, la represión es un leño seco que aviva el fuego del miedo colectivo.
El miedo nos encierra en nosotros mismos y nos aleja de los demás. La comunidad sufre en el proceso, convirtiéndonos a todos en habituales extraños. El miedo que por sistema ya cargábamos nos dividía por colonias y costumbres; nos segregaba por clase social. El miedo que ahora nos infunden nos separa a todos de todos, amigos, familiares, vecinos. El nosotros se convierte en los otros.
El miedo se triplica y se convierte en pandemonio, ya que la supuesta epidemia paraliza la economía y profundiza el desempleo, la desesperación y el delíto, exponenciando las causas de la violencia muy por encima de las infecciones.
El resultado es más paternalismo, más represión y perdida de libertades, ya que el sistema asegura que debe intervenir otra vez para salvarnos. Todo por nuestro supuesto bien y el de la comunidad. No importa que acabemos excluídos de nosotros mismos en el camino.

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