Cuando la economía fracasa nos enfrentamos al ser esencial que entregamos al método, a la técnica - al deber ser. Algunos se incomodan por la falta de aquello que daba continuidad a su identidad social.
Su vida pierde sentido, porque ya no están bajo la presión del trabajo y las prisas de los quehaceres. Son personas que necesitan de constantes planes, de horas y minutos contabilizados para sentirse productivos.
Cuando hay crisis como la actual muchos de ellos buscan culpables específicos para proyectar su enojo: Directores Técnicos, Jefes de Empresa, Presidentes. Aseguran que la solución es cambiar drástica e inmediatamente de capitán, aunque el barco y su tripulación puedan hundirse por tan abrupta decisión.
Hay otro tipo de personas que aprovechan la ausencia de rutinas para encariñarse con un reloj roto y sin arena. Saben que eso les permite relajarse y echarse un clavado en su propia profundidad, para revisar su proposito y el significado de su existencia. Y con un poco de suerte, de esa reflexión surge algo nuevo. Una idea, una intención, una pieza de arte, un ser más amoroso o un largo y colorido et cetera.
Ellos saben que es virtualmente imposible que una sola persona, sea cual sea el puesto y su responsabilidad, pueda tener la zaña y el poder absoluto para destruirlo todo, particularmente a aquellos que le odian y que pagarían lo que fuera por verlo desaparecer.
Te pido nos hagas un favor a todos y seas como éstas segundas personas, que pasarán su cuarentena un poco más relajados, y que por eso no molestarán tanto como aquellos que ciertamente abusarán de estas redes sociales esperando que les hagamos caso.
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