Sunday 22 November 2015

De ilusiones y promesas

'Si la riqueza se generalizara  dejaría  de conferir  distinción'
George Orwelll (1903-1950) escritor  británico.

El Estado neoliberal  acabó coartando las libertades individuales en su afán de controlar a una sociedad profundamente desigual.  Fue así como regímenes alguna vez democráticos acabaron emulando el despotismo oriental –como el de China o Rusia– que tanto critican.

Las razones fundamentales son:

Primero, el incremento desproporcionado  de las burocracias como respuesta moralista  a la liberación  del individuo que, en ascenso socioeconómico encontró nuevas formas de expresión.  Un buen ejemplo de esto es la prohibición y la persecución institucionalizada de las drogas, profundizada bajo Richard Nixon y replicada por México. La consolidación de la clase media urbana suele devenir en el consumo de ciertas sustancias, algo que dentro de un esquema de libre mercado y libertades individuales debiese ser perfectamente admisible. Sin embargo el Estado vio con recelo la liberación del individuo,  algo totalmente  contrario a lo que  se presume como discurso político.  Hoy somos testigos de cómo esa hipocresía incongruente ha sido puesta en entredicho por una sofocante y costosa militarización.

Después esta la ingeniería social que se ha vuelto tan común en Occidente, que mediante la imposición de sistemas de represión y vigilancia, limitan la libertad de movimiento y  asociación, entre otras cosas. 
Y que decir del capitalismo neoliberal como se vive ahora, ese que externaliza la industria,  el trabajo y el espacio público en afán de reducir los costos operativos. Lo que la sociedad perdió en este proceso fue la bien balanceada república, que se requiere como mínimo para que la ciudadanía pueda jugar  a la democracia.  Lo que quedó en su lugar es una representación política alejada, mas preocupada por centralizar el poder y controlar el descontento. La epitome de éste fracaso es la concentración de la riqueza, de forma super desproporcionada, en unas cuantas manos.

Por el lado cultural el neoliberalismo logró estandarizar a la sociedad de forma escandalosa, similar a como hacen las religiones. Un buen ejemplo de esto es el dogma del hiper consumo como camino a la supuesta emancipación existencial del individuo. No nos damos cuenta, que aspirar a tener lo que unos medios de masa venden como lo mas deseable, es similar  a rezarle al mismo dios y practicar los mismos rituales.

El poder de la televisión logró simplificar los símbolos de estatus al grado de estandarizar el gusto, emparejándolo para simplificar la producción de bienes y servicios asequibles.  Esta generalización de patrones de consumo ha sido muy productiva para los pocas corporaciones que nos han zombificado como seres materialistas. Su propaganda de ‘lo más apropiado’  ha logrado limitar  nuestra libertad  de decisión  de forma considerable.  En esta línea, el hecho que usemos   las mismas marcas y estilos de moda, es analógico a las limitadas opciones de vestimenta de la sociedad soviética o la maoísta.
 
Otra forma de limitar la libertad individual es endeudar al máximo, efectivamente sometiendo a la persona a los designios de la banca. Es así como estas y otras corporaciones occidentales  colectivizan a la sociedad y su cultura, pero en un sentido financiero.   El comunismo chino y el soviético colectivizó la agricultura  con efectos desastrosos. Nosotros hicimos lo mismo  con los millones de deudores, que esperan su turno para  empaparse de la movilidad social tan añorada.

Hay que tener muy en claro que el crédito no es un buen substituto al dinero en efectivo, y mucho menos para un trabajo de salario digno.

Los embargos a la propiedad privada son ahora practica común bajo el capitalismo neoliberal. ¿No se suponía que era el comunismo el que arrebataba la propiedad privada?

La degradación de las libertades individuales en Occidente ha sida un proceso  de altibajos discontinuos.  Dicho proceso,  que Fernand Braudel llama la 'larga duración', comenzó su ascenso durante  el Renacimiento italiano,  con su énfasis  en el potencial humano liberado del yugo religioso. Su auge fue el liberalismo clásico del Imperio Británico. El colapso definitivamente se está dando en la Norteamérica  y la Europa contemporánea, que alguna vez presumieron sus imbatibles  libertades de hiperconsumo individualista. Se suponía que el individuo finalmente seria liberado del opresivo poder  del   Estado omnipresente, pero como podemos presenciar, estamos muy lejos de ello.

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