“La energía es el núcleo de la geopolítica, porque fundamentalmente es un asunto de riqueza y poder”
Hillary Rodham Clinton (1947-) política estadounidense
La caída del precio del petróleo responde a factores económicos y a pugnas geopolíticas entre los grandes productores del mundo.
A la lista de productores hay que agregar a EUA, que lleva unos años incrementando su producción petrolera gracias al fracking. Este auge energético doméstico está siendo utilizado por Obama para tratar de paliar los problemas económicos del país, ya que los números macro no han logrado estabilizarse. Lo importante a destacar, en relación con la política exterior, es que este gobierno ha convertido al fracking en una arma geopolítica.
Esta “diplomacia energética” fue la que presionó al gobierno mexicano a ceder sus reservas para la explotación. Asimismo, es esta misma estrategia de negocio la que tiene a las empresas estadounidenses explorando alrededor del mundo, en una incesante lucha por perpetuar la era de los hidrocarburos.
La desventaja de la técnica del fracking es que es más costosa que la convencional, lo cual significa que sólo será negocio cuando el crudo se venda arriba de $100 dólares el barril. Ahora que el barril ha caído por debajo de los $80 dólares, es cuando vemos la crisis de los frackeros, ya que últimamente las acciones de sus empresas han venido perdiendo valor.
Es aquí donde entran las explicaciones para entender la caída de los precios. La primera es económica. El regreso del crudo libio e iraquí está aglutinando a un mercado ya de por si saturado. Asimismo, esta sobreoferta se pronuncia aún más debido a la baja en demanda de algunos países asiáticos como China, la cual ha venido desacelerando su vertiginoso crecimiento. A esto hay que añadirle a un EUA que ha reducido algo de sus importaciones debido al boom del fracking, y por otro lado, a una Unión Europea en recesión y mermada en su producción industrial.
Más macabras que los números y leyes económicas son las intenciones geopolíticas que están detrás de la manipulación de los mercados. Entonces, el reajuste de precios correspondería a la dupla del petrodólar, la cual al actuar en unísono altera el orden de fuerzas de los grandes productores del mundo. Las potencias enemigas en la mira son obviamente Rusia e Irán, las cuales necesitan vender su crudo arriba de cierto precio para mantenerse a flote. La fortaleza de esta hipótesis recae en la tradicional alianza de EUA con Arabia Saudita.
Es en ese sentido que Riad se habría sumado a la coalición en contra de ISIS. El pago de Washington a la Casa de Saud sería la cabeza del presidente sirio Bashar Al-Assad, figura que ambos desean eliminar para detener su acercamiento con Teherán. La debilidad de esta teoría gira alrededor de la naciente industria del fracking. Dicha manipulación de los precios tendría que ser temporal para no destruir a los frackeros. Por otro lado, Washington estaría otorgándole demasiado poder a los árabes en esta nueva etapa de “diplomacia energética”. Finalmente, prescindir de la poderosa industria del fracking significaría retrasar aún más la reactivación económica.
La otra hipótesis es más pragmática. Básicamente lo que un OPEC liderado por Arabia Saudita quiere es reventar al dichoso fracking estadounidense, con la idea de que no llegue a consolidarse como una amenaza real a la producción convencional de petróleo. Aparte están las ganas de la Casa Saud de impedir una alianza entre Washington y Teherán, los cuales muy posiblemente logren mayores avances en los acuerdos sobre energía nuclear a finales de noviembre.
Aunque no podamos estar seguros de cual teoría explique mejor lo que pasa, lo que si podemos constatar es la conducta de Arabia Saudita, que al parecer no está muy preocupada de las penurias que experimentan productores “amigos” como Venezuela. Riad practica el dumping abiertamente, cuando coloca un sin número de pedidos con anticipación a precios por debajo del actual.
La verdad es que tenemos librando guerras energéticas desde que dimos comienzo a esta civilización, por lo cual no hay que sorprenderse de lo que pasa. EUA quiere independizarse de los hidrocarburos de la conflictiva región de Medio Oriente, mientras que por otro frente tratan de someter a los europeos a sus designios energéticos. Para eso tienen que perpetuar su moneda, la cual es su mejor herramienta para mantener su hegemonía global.
Algo si le aseguro, estimado lector. Estas actitudes neomercantilistas beneficiarán a sus jugadores a corto plazo, pero a mediano y largo plazo saldrán contraproducentes, ya que tarde o temprano se consolidará un contrapeso efectivo a este dominio.
Por mientras, le recomiendo que suavice sus expectativas de una nueva era en energías alternativas. Con fracking o sin fracking seguirá la rapacidad de las transnacionales. Asimismo, continuarán las guerras energéticas en pro del control de la geoestrategia del mundo.
El yugo de los combustibles fósiles terminará hasta que se haya secado la última gota.
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