La congruencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos no solo facilita la complementariedad con otros, si no también con uno mismo, ya que así sutilmente integramos las distintas versiones de nosotros - los yoes - que constantemente reforzamos en nuestro interior. En esa línea entran también los excesos de fijación con las diferencias de genero, en cuanto a las expectativas de conducta apropiada para hombres y mujeres.
Una vez que nos damos cuenta que los humanos son la síntesis de lo masculino y lo femenino, es que ampliamos la visión en cuanto a las posibilidades de acción para todos, y no me refiero a las funciones reproductoras del cuerpo ni a las preferencias sexuales. Me refiero a que los hombres puedan desarrollar habilidades que en teoría únicamente corresponden a lo femenino, como son la las emociones, el saber cocinar, bailar, el agradecer, el ser humildes, el enfatizar detalles, et cetera - en si practicas que aumenten su sensibilidad para con las mujeres y los demás seres con que comparten el mundo.
La sensibilidad no solo acercará al hombre con la mujer que tanto añora, si no que también mejorará la calidad de su vida en muchos sentidos. Esto porque finalmente habrá trascendido la dualidad que se nos siembra cuando nacemos, sobre la cual sucesivamente se tejen el resto de las identidades, etiquetas y marcas, con las que nos referenciamos a nosotros y al resto de las actividades mundanas que ejercemos. Esto aplica en su caso idéntico para las mujeres, a las cuales les recomendaría transformar su feminismo revanchista por acercamiento e imitación de lo masculino, para con ello finalmente cristalizar la emancipación y el empoderamiento que efectivamente han logrado durante los últimos tiempos.
No podremos integrar la dualidad que nos implantaron -y que nos separa en funciones, roles y expectativas de genero- si no reconocemos y aceptamos primero las características que nos unen. Esto nos servirá para desarrollar la auto compasión, requisito fundamental para cosechar la empatía con otros, independientemente del genero y cualquier otra identidad que nos separe y aleje de nuestras esencias y capacidades humanas.
En pocas palabras, la sensibilidad es la frecuencia que nos integra en luz de unidad, ejemplo puro de liderazgo que alumbra nuestros caminos y engrandece nuestras existencias.
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