Las vibraciones de las que estamos hechos arriban a puerto sutil en Vishuddi -chacra de la garganta-, puente energético de comunicación entre el mundo interior y exterior.
A estas alturas del desarrollo personal el aferramiento a una identidad solida e inamovible comienza a disolverse, permitiéndole al individuo hacer consciencia de la universalidad que lo compone.
Además de ser el responsable de darnos 'certeza' e identidad, el ego también bloquea las funciones inconscientes del cuerpo -impulsos, emociones, sentimientos- para dar prioridad a la lógica y la razón, o sea la vigilia.
No obstante, dicha 'tapadera' es visualizada con desapego desde Vishuddi, ventana de oportunidad que le facilita al individuo integrar, por lo menos temporalmente, las partes más densas y materiales con las más sutiles y trascendentes de su organismo.
Dicha integración es fundamental, ya que es apenas entrando en contacto con la parte sensible como sembramos la empatía necesaria para cultivarse con otros. Asimismo, es menester activar las emociones para lograr expresar lo que verdaderamente sentimos, más allá de las verdades convencionales que nos rodean. En pocas palabras, no hay mayor significado que el que nos resuena profundamente.
La expresión es autonomía cuando la voluntad se hace palabra. Es así como manifestamos lo que realmente somos, integrando sentimientos y pensamientos en acciones creativas e interactivas, y ciertamente congruentes, entre lo que pensamos, decimos y hacemos.
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