Sunday, 1 January 2017

La brocheta del tiempo




Pirotecnia, ruido, gritos, basura, todo para celebrar cambios en calendarios artificiales alejados de los ciclos naturales, cambios de fecha que nos refuerzan la línea de tiempo que controla nuestras vidas.
Tenemos esa costumbre de postergar nuestros deseos presentes y transformaciones urgentes, que sabemos se exigen para hoy, así dejándolas para un futuro incierto envuelto de dígitos proyectados. Creemos que depender del tiempo contado, con la certeza de su numérica continuidad, es mejor que observar lo que nos rodea, esa mina de oro que es la naturaleza con sus múltiples y permanentes ofertas de enseñanza cíclica. "Ponte el reloj", nos dicen, y eventualmente recibirás lo que mereces, aunque eso sea muy lejos allá en un futuro prometedor.
Sustituimos la satisfacción de lo inmediato y lo cotidiano por el afán de la salvación del mañana, ya que la promesa de la línea de tiempo -que nos atraviesa la carne como brochetas prensadas- es mucho más seductora y tangible que los ciclos de la vida, esos que nos nutren de los pies a la cabeza.
En esa línea, el invento más poderoso del patriarcado no fue ni el matrimonio ni la supuesta democracia, si no esa temporalidad perpetua que organiza la vida de la sociedad, así arrebatándonos esa individualidad que nos acerca a la esencia de nuestro ser. Nos dieron identidad a cambio del ser, ya que sobre ésta primera es mucho más fácil montarnos el resto de las expectativas ajenas y colectivas llamadas 'cultura', tristemente el más grande e inconsciente obstáculo a la plenitud como personas.
Nos quitaron el gozo y la conexión con los elementos que nos alimentan -agua, aire, tierra y fuego-, los cuales, si nos quitamos las prisas temporales y les ponemos atención consciente, nos indican la transformación constante de la cual somos parte. Por eso antes de la brocheta del tiempo los antiguos endiosaban a las fenómenos naturales, a sabiendas que eran estos, y no los dioses ni los hombres, los que determinaban la supervivencia y la calidad de vida de la tribu.
La primavera entra con lluvia y las lunas nuevas y llenas a veces también nos sorprenden con humedad, mientras que el final y el inicio de los ciclos astrológicos se anuncian con una mayor iluminación y obscuridad, dependiendo del momento. Pero como ahora nos hemos convencido que prestar atención a esas 'pequeñeces' es una 'perdida de tiempo', mejor preferimos llenarnos de basura temporal y limitada para celebrarnos.
Te invito a que reclames tu identidad de ese tiempo lleno de expectativas que desde niños se nos implanta, línea que acaba siendo sobre la cual nos colgamos como ropa sucia de convencional lavandería. Recupera tu identidad de la hoguera colectiva que la atrapa, y en el proceso sintoniza con la intuición que emana de tu corazón, en búsqueda de esa autenticidad que te acercará cada vez más a ese ser que en esencia eres y con el que sueñas reconciliarte.
Ultimadamente, cambia tu rol y ciega participación como tuerca de la ferretería de la maquinaria colectiva por ese oficio que está más cercano a ti y que te distingue, el cual en máxima simpleza se convertirá en la base de tu aceptación personal, siendo esa la forma más simple y honesta de comunicación con otros, el compartirte desde la pasión de lo que eres.
Muere cada noche de luna para renacer con el sol de cada día. Vacíate y llénate de oportunidades para ser uno mismo siempre. Vacíate de identidad y rellénate de ser aquí y ahora.

Pero recuerda algo siempre. Eres la semilla nada más, no la lluvia que la fertiliza. Pon atención, y te darás cuenta lo que le corresponde a cada quien. A ti te toca actuar, y al universo y a su naturaleza devolver en honesta y transparente abundancia.

 

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