‘No hay
libertad, al menos que haya libertad económica.’ - Margaret Hilda Thatcher
No cabe
duda que uno de los logros más admirables de Margaret Thatcher fue el haber conseguido
ser la única mujer en el poder dentro de
uno de los sistemas políticos más conservadores y chovinistas del mundo. Pero,
paradójicamente, este gran ejemplo de emancipación femenina fue nublado por su
record como una primera ministra dura y ‘masculinizada’, el cual para muchos
marcó el inicio de la debacle económica y social del Reino Unido posimperial.
En esa
línea es que podemos entender los fundamentos de la base ideológica de la
llamada ‘Dama de Hierro’. Lo importante para ella era el híper-individualismo y
sus posibilidades meritocraticas dentro de una sociedad fragmentada y atomizada. Para lograr esas condiciones se hizo
necesario el reestructurar a la sociedad, abriéndole mayores posibilidades a
los individuos sobre la colectividad en su conjunto.
Para eso
se volvió imperativo el desmantelar el estado benefactor, incluyendo la
desaparición de los sindicatos y demás instituciones sociales, que según ella
se habían vuelto en un anacronismo por
su ineficiencia. Esto fue suficiente para legitimar la implantación de un nuevo
sistema neoliberal, y con ello se logro una de las mayores transformaciones
sociales en la historia de las islas británicas.
El
neoliberalismo es un sistema y filosofía política que básicamente posiciona a la
economía en la cumbre de todas las variables sociales. El tamaño del Estado se
reduce, y con ello su injerencia en lo social y su regulación de la economía. Pero
en realidad esto no previene que algunos miembros de la sociedad les vaya mejor
que a otros, dado que la poca regulación resultante de un Estado con menores
atribuciones, es que surjan monopolios que logran consolidarse como
corporaciones, las cuales son técnicamente legitimadas en nombre del interés
del individualismo liberado y
ultra-competitivo.
Las
reformas neoliberales comprenden lo siguiente:
Primero, se reduce la inversión
en lo público, mientras se alienta mucho
más lo privado. Aquí se privatizan empresas estratégicas y paraestatales,
buscando con ello imponer de lleno el libre mercado. Aparte se externalizan las industrias clave hacia donde la producción con mano de obra de
bajo costo las haga mucho mas eficientes.
Después, se abre la finanza para que busque mayor acceso e integración con capitales especulativos de alcance global, abriendo los
accesos al crédito a todos, que
técnicamente ‘liberan’ al ciudadano, al cual convierten en consumidor. Por ultimo se difunde y emplaza una cultura que hace uso
pervasivo de la narrativa del consumismo como la base del progreso y la felicidad misma.
Una curiosidad
de Lady Thatcher, como una de las principales deidades de la ideología
neoliberal, es que no presentó características nacionalistas muy pronunciadas,
si no más que nada hizo del pragmatismo político y estratégico su forma de
operar. Ejemplos de ello fueron la recalcitrante intervención en las Malvinas
(Falklands), y su perpetua critica hacia la Unión Europea y sus enormes presupuestos.
Thatcher encontró un amigo ideológico mucho más cercano en Ronald Reagan - la
contraparte neoliberal americana - que en cualquier líder de Europa
continental. Con esto se fortaleció el Atlanticismo anglo-americano, en detrimento de una mayor integración
con Europa.
Los
logros económicos de su mandato fueron mixtos. Pero lo mas presumido fue la dichosa macroeconomía, la cual logró
reducir el gasto público, la inflación y el déficit fiscal del Estado. Pero los
resultados microeconómicos se centran en la gradual perdida del poder adquisitivo de los trabajadores, ya que los
salarios reales se redujeron, debido a su novedosa competencia a nivel global.
La manufactura británica desapareció en manos de los chinos, y en su lugar
quedaron las corporaciones transnacionales, las cuales bajo Margaret Thatcher
lograron consolidarse como no se veía desde tiempos imperiales.
La
cultura del consumo corporativa y demás ideas neoliberales se extendieron a
distintas latitudes del mundo, siendo Chile e Indonesia dos de sus principales
estrellas. En estos países no importó que fuesen dictadores del corte de Pinochet y de Suharto los que
implantasen las ‘reformas’ que el neoliberalismo exigía para entregar su
afamado ‘progreso’. Thatcher alguna vez se refirió a Suharto como uno de sus
‘mejores y mas valiosos amigos’, mismo tirano
que directamente se encargo de la eliminación de por lo menos medio millón de personas, durante los mas de
treinta años que duro su mandato. Pinochet, por su lado, escogió el reino Unido
para pasar la ultima etapa de su vida en exilio, y fue ni más ni menos que
Margaret Thatcher la que le acogió. Las cuentas millonarias no declaradas del dictador chileno son el mejor
ejemplo de esta turbia relación. Como legado, Margaret Thatcher y sus secuaces
neoliberales nos dejaron con una cultura
que endiosa al dinero,
independientemente de su procedencia.
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