Vivimos en una época en la que el poder del capital privado compite peligrosamente con el poder del Estado mismo, el cual en muchos casos ya fue superado. La forma de organización que el sector privado
utiliza para su expansión global es el de la corporación transnacional, misma
que logra corromper y debilitar a gobiernos alrededor del orbe. Un resultado de esto es la excesiva
privatización de espacios públicos, ya que el Estado ha sucumbido en su función de ser garante de ellos, ante el poder
avasallador de la corporación. Y la respuesta natural del Estado ha sido crecer
en tamaño e incrementar la burocracia, en ese supuesto intento de equiparar el
tablero político, con los que hasta cierto punto les indican que hacer.
Como ejemplos están las enormes sumas de
dinero que lubrican las campañas políticas en México y EUA, pasando por los sobornos de Wall Mart en el
continente, hasta los gigantes
intereses e influencia que tienen las empresas mineras, petroleras, de
agro-negocio y de bio-tecnología en todo el mundo. En pocas palabras, la burocracia no ha sabido ni querido
contenerles. En muchos casos no solo se ha pliado ante ellos, si no que se ha
corrompido y vendido abiertamente. La política se ha convertido en un negocio
para esta tacita unión de carácter neo-feudal - por el tipo de relación de
lealtad y fidelidad que los convierte en oligarquías - en cual esquema nosotros
estamos a su merced. Y la enorme paradoja es que nos venden una libertad de
corte material que les hemos comprado con el producto de nuestro trabajo y
servidumbre crediticia. Esto mientras otros países lo pagan también con la
pesadilla de verse excluidos de
tierras que solo en nombre les pertenecen.
Mas aun, los profundos niveles de desempleo
que se viven en el hoy no solo son producto de una demografía que alcanza siete
mil millones de habitantes, si no son producto lógico de un sistema
tecno-económico que ha hecho de la
eficiencia - mediante la
racionalización y la automatización de los procesos - la norma de los negocios
y los mercados mundiales. La expansión del capitalismo alrededor del mundo, en
regiones que no lo habían implementado de lleno como en las asiáticas, han hecho que la estandarización de
formas de trabajo y las practicas
de consumo se parezcan cada vez mas a las occidentales. Muchas corporaciones
han trasladado sus negocios a lugares en donde se manufactura por una pequeña
fracción de lo que cuesta en casa. Como resultado el trabajo domestico sufre,
dada la ventaja competitiva que tienen países donde la mano de obra es
abundante.
Es por eso que se ha hecho costumbre influir
y manipular los medios de comunicación para mostrar todo menos esa realidad que
subyace a la civilización occidental. La improductividad local no es culpa de
la fuerza laboral, que comoquiera que sea, ha venido preparándose por mas de
cien años para fabricar productos industriales que ahora se externalizan a
países que lo hacen a menor costo. Entonces el surgimiento de la ultra-derecha
(con su ya conocido odio y
xenofobia), mas la practica novedosa de emplazar Estados policíacos y
autoritarios en Norte América y partes de Europa, no es mas que un paliativo
ante la incertidumbre que vivimos. Los migrantes en Europa y EUA son atacados
por ser diferentes y por ser portadores de culturas incomprendidas, pero detrás de eso reluce una
verdad que describe a personas que mantiene las industrias primarias y de algunos
servicios que las poblaciones originarias mismas les han delegado para poder
disfrutar de los niveles de vida que presumen.
Este contexto sirve para entender el
porque muchas regiones (exceptuando posible y únicamente a África que no ha
logrado articular una defensa efectiva) están siguiendo alternativas propias de
desarrollo - que no excluyen totalmente a fuerzas de mercado en afán socialista
- pero que si las han atemperado
para lograr sacar la cabeza del lodo en que se les tenia. Los chinos se han
convertido en una amenaza para occidente, dado que su capitalismo de Estado autoritario
ha funcionado por lo menos para reforzar su identidad colectiva con una
economía que ofrece oportunidades reales de movilidad social similares a las
occidentales. Rusia ha cerrado filas y esta buscando una unión económica (y
hasta cierto punto reivindicar el acercamiento político que siempre ha
existido) con las ex-republicas
soviéticas. La India y su sistema mixto aceptan consejos y critica de
occidente, pero a grandes rasgos esta despertando como potencia gracias a si
misma. Y que decir de Latinoamérica, en donde se practica un capitalismo mixto
de Estado grande (semi-proteccionista), que ha hecho de la dependencia con EUA
un anacronismo (exceptuando a Chile y Colombia).
El resultado fundamental de esto es que la
arquitectura económica y financiera - legado de la época de la posguerra mundial
(Bretón Woods, circa 1944) – se ha puesto en entredicho, dado que las ultimas
reuniones del G20 lo han constatado abruptamente. Es por eso que los mercados
globales de materias primas y de comercio han entrado a una clara etapa de
anarquía, misma que en este momento es mucho mas obvia por ese cóctel
multipolar que ha puesto a EUA (que buscaba dominar el crecimiento del
capitalismo y la dirección de sus libres mercados) en una encrucijada.
La expansión de la corporación, en este mundo sin claridad económica, se
asemeja de forma analógica a lo que alguna vez fueron las compañías de las
Indias Orientales francesa, holandesa y británica. Estas operaban técnicamente
desde su base nacional, pero como ya se dijo de las corporaciones actuales, no
respetaban los sistemas socio-políticos ni la cultura de los países donde
hacían negocio. Las corporaciones de hoy no solo reproducen esto ultimo, si no
que tampoco se han mostrado muy
patriotas al hacer pedazos el empleo remunerado en la sede que los vio nacer.
Pero una característica fundamental de este monstruo corporativo es
que tampoco ha buscado destruir completamente al Estado en su afán de poderío y
dominación, ya que todavía es cierto que las visiones sociales y de servicios
públicos no están muy arriba en su
lista de prioridades. El modelo de Estado-Nación no se trasciende por el hecho de que el Estado tampoco se ha permitido quedar fuera de la
jugada, y por eso ha preferido crecer en funciones, mas allá de las que un
sistema liberal tradicional toleraría.
El incremento del militarismo, de la vigilancia, y de la
oferta de ‘seguridad’ no solo estan creciendo para contener levantamientos generalizados, si no que se dan en función de la relevancia, en lo que a gobernabilidad y
significación social compete, en
un mundo secularizado que cada vez mas privatiza y comercializa sus formas de
interacción humana. La paradoja es que no hemos podido trascender este modelo
de organizarnos (que es producto del siglo XIX) porque este feudalismo que vivimos - con el crecimiento
de sus oligarquías correspondientes -
se ha globalizado. Y por eso es que los gobiernos han decidido
mantenerse firmes, a la vez que se
hacen participar en una sistema económico que comoquiera que sea los
beneficia, mismo que es saneado con finanzas publicas cuando toca fondo, como lo ha venido haciendo
recientemente.
La nueva religión es el consumo, y para
mantener la ilusión de que esta forma de progreso puede mantenerse intacta, han
recurrido de nuevo a chivo expiatorios conocidos, como la migración y los ataques a las etnias diferentes, pero
también al supuesto surgimiento del socialismo latinoamericano. A grandes
rasgos, el interés privado acusa al Estado por su tamaño e influencia, y han apoyado el desmantelamiento
de sus funciones publicas y de servicios, antes que aceptar que su
propia forma de vida comercializada no solo no es sustentable - por la escasez de los recuros naturales - si no que
la misma ya no es costeable para los muchos que han hecho de la especulación y
el crédito la droga cotidiana que los mantiene con esperanza de ser alguien en
este mundo.
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