‘Los ataques fueron
preventivos para proteger a la población indígena noruega. Se tienen que
cometer pequeños actos de barbarismo para prevenir barbarismos mucho mayores.’
- Anders
Behring Breivik
Con estas palabras, el asesino confeso que
horrorizo a Noruega justificaba los múltiples asesinatos del 22 de julio del
2011, a la vez que el jurado lo declaraba sano y mentalmente apto para enfrentar el juicio legal que
busca encarcelarle. La
justificación del jurado se baso en la supuesta ideología extremista
islamofobica que llevo a este a cometer los crímenes, misma cual ha
influenciado a muchas otras personas y grupos radicales alrededor del mundo. En
este sentido, y según los jueces, el acusado no esta enfermo y solo es victima
de estructuras que lo rebasan.
El consecuencialismo se refiere a los
actos morales en donde el fin
justifica los medios. En ese sentido el futuro se vuelve mas importante que el
presente. Lo que se obtendrá después amerita lo que se hace ahora. Obvio se
vuelve, en este contexto, el resaltar el hecho de que la moralidad
contemporánea - que justifica nuestros sistemas de organización social - siguen
basados en justificaciones utilitarias racionales, las cuales según sus defensores nos mantienen en
la ‘civilización’.
Ejemplos como este abundan. Hoy somos
testigos de cómo una lógica del bienestar futuro mantiene a Europa al filo de
la navaja en el afán de hacerse mas competitiva. Las medidas de austeridad son
el resultado de una realidad improductiva de la región, pero sus lideres las
fuerzan sobre la población como supuesta medida temporal en pro de una mejor
vida. Por otro lado tenemos a los Estados Unidos de América, en donde la lógica
de los grandes capitales financieros y la banca privada triunfan sobre la
ciudadanía misma, al haber conseguido subsidios millonarios del dinero público
como premio por haber colapsado el
sistema financiero mundial.
Y que decir de México, en donde la lógica de
las consecuencias utilitarias nos tienen enfrascados en una guerra librada por
un gobierno autoritario que nos priva de la paz y de nuestras libertades
civiles en el presente, desde donde se nos promete paz social futura.
Mi conclusión en que seguimos atorados en ese
triangulo temporal que nos arroja ansiosa y perennemente a un futuro promisorio, pero que lo
hace en base al olvido del pasado y el atropello del presente. El discurso
triunfa sobre las realidades materiales de las mayorías, todo legitimado en la razón, la
supuestamente mas refinada de nuestras características humanas. Anders Behring
Breivik se salvo de ser acusado de ser un esquizofrénico paranoide. ¿Me
pregunto si nuestra especie pudiese defenderse, a estas alturas, de similar acusación?
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