Para Max Weber existen tres formas de autoridad política, la  tradicional – en donde mandan los que siempre lo han hecho por  generaciones-, la carismática – en donde manda quien convence por su  carácter, mismo que a veces es supuestamente especial o divino, y la  legal/racional – en donde quien realmente tiene el poder son las leyes y  constituciones, y no las personas que las enarbolan solo como excusa  para legitimarse. Pueden darse combinaciones de estas tres, pero en  general los países que han superado el culto a la personalidad puede  decirse que por lo menos están en transición a lo legal/racional.
El  caso latinoamericano es muy representativo, todavía,  del liderazgo   carismático, ya que aunque es cierto que existen grados de legitimidad  política en el continente, también es cierto que algunos Estados y  gobiernos no han logrado posicionarse en la completa legalidad, y mucho  menos en la razón.
Ejemplos concretos de esto son el  caso Chileno, el Venezolano y el Mexicano, cuales sistemas políticos  están hasta cierto punto fracturados desde adentro, donde la  gobernabilidad esta puesta en duda. Esto ha tratado de ser aprovechado  por sus lideres mas recientes, que utilizan métodos que buscan cerrar  esa brecha que existe entre poder y autoridad/legitimidad. Una cosa es  ser electo o refrendado por el pueblo y otra cosa es convencer de que  realmente se gobernara efectivamente, con apego a derecho.
Sebastián  Piñera de Chile llego al poder de forma álgida, no solo producto de un  sistema político binomial legado de la dictadura que ha beneficiado a  los políticos tradicionales en ese país. El también proviene de una  corriente política que a estas alturas parece seguir causando  desconfianza en aquella nación austral, la derecha. Además, su riqueza  personal y la búsqueda de privatizar todavía más la vida socio-política  chilena han sido coyunturas de contención entre su mandato y la  ciudadanía.  Y para esto, entonces, fue que sirvió aquel ejercicio de  relaciones publicas de los mineros que tanto revuelo mediático causo a  escala global. Piñera mostró el simbolismo de un patriarca que estaba  ahí para recibir personalmente y con un abrazo a un segmento de la  población marginada, a la vez que el acto lo legitimaba al frente de la  nación – apoyando la  homologación social – en tiempo de celebraciones  bicentenarias de independencia, como otras naciones latinoamericanas.   Los mineros fungieron como héroes nacionales, y la iglesia católica  misma coordino la celebración a lo largo de esta angosta nación. “Esto  es un milagro” exclamo Piñera. Milagro fue también para su presidencia,  que por lo menos se legitimaba con la autoridad carismática que tanta falta le hacia.
Hugo Chávez, presidente de Venezuela,  esta – en contraste con la visión que algunos medios están intentos en  sostener – contra las cuerdas. La elección de Octubre de este año lo  tiene técnicamente como favorito, pero en la practica Chávez esta  buscando la legitimidad que le falta, dado su perpetuación en el poder  que ha dividido hasta cierto punto a Venezuela.  Para este ejercicio de  carisma Chávez utilizó el aniversario luctuoso de Simon Bolívar (17  Diciembre) para supuestamente afianzarse en el poder y en las  consciencias de los venezolanos al buscar grabarse en ellas ligando  su  mandato con el dios cristiano – todo esto bajo el arropo del espíritu de  Bolívar. Los  restos del ‘libertador de las americas’ estaban presentes  dentro de un ‘sarcófago’ que Chávez vanagloriaba con la intención de  metafóricamente ‘revivirlo’, para que fuese testigo de esta epifanía y  de su proyecto Bolivariano.  El culto a la personalidad esta siendo muy  dañino para Venezuela.
El caso mexicano es más  complejo, dado que la falta de gobernabilidad en el país es más grave  que los casos anteriores. No olvidemos que Felipe Calderón tomo el poder  en medio de empujones en el legislativo San Lázaro, y que gran parte de  su gobierno ha sido la misma búsqueda de autoridad y legitimidad -  gracias al ofuscación de la misma por el abuso del presidencialismo   priista y la situación actual del país. El presidente utilizo su poder  inicialmente para activarse como Comandante de las Fuerzas Armadas  desatando la supuesta guerra contra el narcotráfico que hoy nos tiene de  rodillas. Esto lo ha envalentonado gracias al supuesto carisma que le da  ser un cruzado en contra del mal. Pero al final de todo, este y otros  países se alejan vertiginosamente de la legalidad - y obviamente de la  razón - ,  pegamentos necesarios y siempre duraderos para cualquier  concepto de nación. México, a diferencia de Chile, no tuvo nuevos y  grandes héroes en los festejos del bicentenario 1810-2010.
Pero  no satisfecho con eso Calderón será también recordado por encabezar al  gobierno y al partido que promovió la reforma que el día de hoy  ya   procedió en el legislativo federal en relación al articulo 24  constitucional sobre libertades religiosas, en el plausible afán de  legitimar aun más su gobierno y su persona – no solo por la venida del  papa Ratzinger, si no también en su búsqueda de darle al país un sentido  de  comunidad expedita (buscando mantener a su partido en el poder en  estas elecciones) que muchas de sus políticas le han robado a la nacion. Culpemos  también al PRI de esto si queremos, ya que  participo de esta reforma en  el congreso y el senado, y que obviamente es enormemente culpable de  haberle entregado un país en pedazos a la alternancia panista. Pero  comoquiera que sea estamos dando gigantescos pasos atrás en legalidad, y  ni que decir de la razón.
Latinoamérica sigue  endiosada con los cultos a la personalidad de sus lideres. Es obvio que  cuando gobiernan las leyes el líder debe  someterse a ellas, siendo esto  muy aburrido para la política y los medios de comunicación de  telenovela que nos gobiernan. Lo que parecen no saber y no querer  probar, es que las leyes les conferirían un poder más real como nunca lo  hicieron ni la tradición ni el carisma. Pero también es cierto que  cuando gobierna la televisión y el entretenimiento los mandatos legales y  racionales no ‘pintan’ ni se ‘ven’ igual que ese arbitro protagonista,  que busca ser la estrella del partido, en detrimento de los mismos  jugadores que llevan la pelota.
-juancarlosguerra, marzo 2012
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