Aunque el calentamiento global se haya convertido en un cliché, gracias a su ubicua presencia en los medios de comunicación, es buen momento para reflexionar sobre el tema. En lo personal, me inclino hacia el lado de los que aceptan que el fenómeno es real, y que el mismo es causado por la actividad humana. Con la simple ley de la causa y efecto como mi aliada, y sin necesidad de grandes pruebas científicas, considero que este suceso climático no se esta dando de manera aislada, ya que no creo que sea casualidad que al mismo tiempo podemos ser testigos de la extinción de una gran cantidad de especies animales y de la masiva de-forestación de grandes partes del planeta, ambos causados por el hombre. Tampoco considero casualidad el tipo de noticias como la que surgió recientemente del ártico canadiense. Los científicos que dedican ahí parte de sus vidas a la investigación climática del mundo acaban de reportar que un pedazo de hielo del tamaño de la Isla de Manhattan (donde yace la ciudad de Nueva York) se ha desprendido de la masa central de hielo que compone esta enorme pero muy fría región del planeta.
Si usted, amable lector, es del bando de los escépticos, no lo culpo, pero le quiero comentar que una multitud de personas no nada mas esta convencido de la realidad de este episodio ambiental, sino que ya esta actuando a manera de cómo prevenir sus posibles efectos. Déjeme platicarle que se esta haciendo al respecto. Algunos países ricos e industrializados han propuesto una solución económica al problema, en pocas palabras, quieren dejar que las fuerzas del mercado operen y resuelvan. Si un país no contamina lo suficiente como para alarmar a sus vecinos, este puede “comerciar” las emisiones de carbono que no produjo con otros países que si contaminan mas de la raya. El país que no contamina vende sus “créditos de carbono” al país que si contamina de manera que este último acaba pagando por sus excesos y el primero recibe un incentivo económico por no contaminar. De esta manera, y en teoría, se logra un equilibrio en las emisiones totales de carbono que forman el contaminante principal que causa el efecto invernadero, el cual trae como resultado el ascenso en la temperatura del planeta.
La iniciativa privada (IP) también esta tomando cartas en el asunto. En fechas recientes se ha puesto de moda convertirse en “Empresa Socialmente Responsable” y pagan hasta el último centavo para hacer vox populi el hecho de que forman parte de ese exclusivo club. Pero seamos realistas. Para muchas empresas es técnicamente muy costoso el modificar sus procesos productivos para lograr una reducción cuantificable en sus emisiones de contaminantes. Algunas de ellas no pasan del simbólico hecho de ondear la bandera verde y pintar una que otra pared en su recinto de este mismo color, el cual es comúnmente relacionado con el movimiento ecologista mundial.
Las críticas mas severas se dirigen hacia lo obvio. Parece ser que los países ricos no están realmente dispuestos a cambiar su manera de operar. La industria los hizo ricos y no van a arrojar por la borda todo lo que se ha logrado. Mucho menos los países en desarrollo. Potencias emergentes como China e India están logrando tasas de crecimiento económicas superiores al 10% las cuales en su mayoría se están obteniendo gracias a la masiva industrialización de sus naciones. Ni los gobiernos, ni mucho menos las empresas, están dispuestas a contradecir los modelos que los han hecho crecer y desarrollarse hasta el gigantismo. Dejar que las fuerzas del mercado resuelvan el problema por un lado, y esperar que las empresas sacrifiquen sus ganancias en pro de la conservación por el otro, mi querido lector, es apostarle al caballo equivocado. En ambos casos no se cuestiona el crecimiento y el desarrollo en sí. Parece que nuestras autoridades no consideran el hecho de que no nada mas los recursos, si no que nosotros mismos como especie somos finitos.
¿Y que podemos hacer nosotros, los ciudadanos comunes al respecto? Pues aunque usted no lo crea, y en toda la expresión de la palabra, podemos ejercer nuestros derechos democráticos para buscar imponer un cambio. Con esto no me refiero al acudir a las urnas y votar por algún representante que haga baños de pureza con semejantes ideales. No, la verdadera democracia es participar multitudinariamente de manera que los gobernantes no tengan otra salida mas que escuchar y por consiguiente crear políticas públicas que favorezcan los intereses de la gente. Nos hemos olvidado de ese hecho fundamental. La democracia no es votar y esperar que nos resuelvan el problema. Día con día podemos ser testigos de la devaluación de esta practica institucional que se perpetua con nuestro consentimiento.
Lo primero que debe de hacer es no alarmarse. Si usted esta convencido de que el fenómeno es real, debe también sospechar que el fin del mundo no esta a la vuelta de la esquina como algunos lo plantean. Pero tampoco creo que debe de acostarse en sus laureles, ya que la evidencia del suceso es abundante. La apatía y el desamparo, en este caso, no hace mas que alimentarlo. Segundo, es aceptar que los gobiernos y los empresarios no son los únicos culpables de haber creado esta sociedad del consumo que conformamos, la cual es causa proporcional de gran parte de las condiciones en que vivimos. Esto quiere decir que nosotros y nuestros patrones de consumo generan necesidades materiales que alguien mas debe cubrir, y en este sentido, las empresas las satisfacen, mientras que los países se hacen ricos a costa nuestra. Tercero, seria bueno tomar acción de manera inmediata para reducir las emisiones de carbono con las cuales usted individualmente contribuye. Una forma especifica seria el de unir esfuerzos con la gente de www.carbonfootprint.com, un sitio de Internet elaborado por personas con nobles intenciones que le permite a usted de forma practica calcular el impacto que sus patrones de consumo tienen sobre el medio ambiente. Es tan sencillo como tomar una lectura del recibo de electricidad o gas para saber cuanto se esta gastando, para de ahí poder tomar una decisión positiva con una voluntaria reducción en su gasto energético. No se le pide que altere totalmente su estilo de vida. Solo se dan consejos de cómo puede uno ser mas frugal con los recursos, los cuales según el sitio Web, no son eternamente renovables.
Así, de esta manera, se puede tomar el calentamiento global como un aliado en pro de la conservación del medio ambiente y de los recursos naturales, lo cual incluye a las especies animales, y por supuesto, a la humana. Una forma de hacer una democracia totalmente participativa (y no únicamente representativa) es la de hacer consciencia de lo que cada quien contribuye no nada mas a este, si no a cualquier otro fenómeno de alcance social, y de que la mas efectiva forma de participación democrática es el de hacer algo, y no quedarse con los brazos cruzados. No se vale pasar la vida en queja culpando a los gobierno y a los empresarios de no hacer nada mientras nosotros continuamos con nuestras vidas de frenético despilfarro.
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