Thursday, 28 March 2013

El agitador histriónico





"Si yo me callo, gritarían las piedras de los pueblos de América Latina que están dispuestos a ser libres de todo colonialismo después de 500 años de coloniaje."

- Hugo Rafael Chávez Frías



Lo que más me asombra del personaje de Hugo Chávez fue  su imperiosa necesidad de mostrarse  como un líder carismático con vigencia en el mundo contemporáneo. Solo  por esto es que   se nos abrió  la oportunidad de presenciar uno de los cultos a la personalidad más interesantes de la historia.

Este militar convertido en político canalizó la energía popular para catapultarse al poder, en una época en la cual el protagonismo sudamericano era solo un sueño. La consolidación de Chávez se daba a la par del surgimiento de otras figuras, como la de Néstor Kirchner en Argentina y la de Lula da Silva en Brasil.  Pero debemos de tener en mente que el giro a la izquierda socialista en el subcontinente era solo un proyecto de algunos, como el de Venezuela, del Ecuador y el de Bolivia. Pero muchos otros no fueron persuadidos por sus ‘bondades’. En esa línea, la emancipación poscolonial no se daba por razones políticas, si no por la relevancia de las abundantes materias primas regionales que despertaron el interés de China y otras naciones emergentes. Sudamérica, liderada por Brasil,  se hacia relevante por merito económico propio, y fue aquí  donde Chávez trato de aprovechar la coyuntura para legitimarse al frente de todo, intentando avanzar agendas como el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) y el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas).

Parte de su estrategia política fue el tomar como estandarte al personaje de Simón Bolívar, el cual en combinación con el socialismo marxista, fungió como su base ideológica. Más aun, Chávez ganaba apoyo popular agrediendo al empresariado venezolano, el cual se había consolidado mediante la diversificación, más allá del  la economía mono-productora de petróleo. Pero como ya se dijo, la mayoría de los países vecinos se distanciaron claramente de su proyecto bolivariano. Fue por ello que Chávez busco legitimar su revolución mediante el acercamiento con Cuba  y otros países no alineados con occidente como Irán.  Con esto no solo ponía en riesgo su adhesión al bloque comercial sudamericano (MERCOSUR),  si no toda su imagen internacional, al frente de una nación que solo una década atrás pasaba inadvertida para el mundo.

Fue aquí en donde Chávez adoptó su postura más recalcitrante ante el ‘Imperio Americano’, como constantemente se refería a los Estados Unidos de América. Esta estrategia le brindó ciertos frutos, ya que logró incrementar su popularidad ante gran parte de la ciudadanía. Ejemplo de ello es que la misma no se cansó de refrendarlo en las urnas - extendiendo con ello la vida política de este controversial personaje - el cual en la practica intentaba encarnarse como una especie de avatar de Simón Bolívar.

Pero no solo de carisma vivía Hugo Chávez. Este transformó los excedentes petroleros en una espada metafórica, la cual le permitió acrecentar su poder sobre todos los sectores del país, haciéndose del control de los medios de comunicación en el camino. La propaganda de su revolución se vio obviamente favorecida, y de aquí comenzaron a desprenderse todo tipo de estadísticas que le legitimaban - incluyendo las que aseguraban el crecimiento económico constante, las que señalaban la reducción de la desigualdad socioeconómica, las que vitoreaban sus logros educativos, y las que apuntalaban la construcción de infraestructura y de vivienda popular. Chávez mantuvo bien lubricada a su base popular y partidista con los caudales de dinero producto del ‘oro negro’, el cual vendía alegremente en los mercados con mayor tinte  capitalista del mundo.

Pero lo mejor estaba por venir para su sueño bolivariano. La  política exterior de Estados Unidos dio un giro inesperado a raíz de los atentados del 11 de Septiembre del 2001, y esto lo envalentonó aun más. Sentado sobre una  de las mayores reservas petroleras del mundo, este elevó  sin cesar  su retorica  anti-imperialista. Como resultado de ello, su partido se  convirtió en una organización clientelar, el cual logró hipnotizar a un pueblo entero de la eternidad de las promesas populistas de su líder.  Chávez tuvo logros sociales, es cierto, pero también es cierto que este logró  dividir a su población bajo líneas étnicas y de clase de forma substancial. Mi visita a Venezuela en Diciembre del 2011, y mis recurrentes entrevistas con diferentes capas de la sociedad, lo corroboraron. Por eso creo que las polarizaciones de corte social, político y económico de esta nación tardarán algún tiempo en revertirse.

Confieso que me agradaba ver al comandante señalar los excesos y debilidades de Estados Unidos. Pero mas allá de las emociones, finalmente me doy cuenta que Hugo Chávez representa otra versión mas del  líder megalomaniaco, que hace uso de cualquier estratagema para ganarse la  admiración. En ese sentido, creo que su constante refrendo publico no es más que un espejismo temporal, el cual se desvanecerá ante el oprobio de los que alguna vez le endiosaron.

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