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Solo contra el mundo
EL PERISCOPIO
Solo contra el mundo
“El uso de la fuerza militar estadounidense no puede resolver las históricas disputas étnicas, religiosas y tribales que alimentan este conflicto”
-Martin Dempsey, Jefe del Estado Mayor Conjunto de los EUA (1952 - )
Los fiascos de Afganistán, Irak y Libia han deslegitimado las intervenciones occidentales al grado de que están dejando varado a Obama en Siria. El voto en contra de la guerra por parte del Parlamento inglés fue un golpe durísimo para la ´alianza´ de los neo-cruzados, lo cual seguramente influirá en la decisión del Congreso estadounidense.
La bravuconería y el ímpetu que derrocharon los líderes de la tríada anglo-americano-francesa ha sido atenuado por sus respectivos aparatos legislativos, los cuales, como sabemos, técnicamente representan a la población. En los tres casos, la opinión pública se ha expresado mayoritariamente en contra, lo cual al parecer está teniendo efecto sobre los legisladores.
Según la BBC, el 75% de los británicos entrevistados estuvo de acuerdo en que el Parlamento rechazara la propuesta de intervenir en Siria, mientras que la encuesta de BVA en Francia encontró que 64% no apoya un ataque militar.
A estas cifras debemos sumarle la encuesta Reuters/Ipsos de la semana pasada, que concluyó que el 60% de los entrevistados no quieren que se profundicen los enfrentamientos. Asimismo, a toda esa mezcla hay que agregar la encuesta más reciente de la NBC, que dice que el 80% de los encuestados creen que Obama debe consultar al Congreso antes de ahondar en el conflicto.
En cuanto al apoyo de otras naciones, debemos de considerar que aunque la Liga Árabe discurrió (en la voz de su Presidente, Nabil Elaraby) que Assad fue quien usó las armas químicas, también dijo que la acción militar está fuera de la discusión, y que en su lugar prefiere que se recurra al andamiaje internacional de la ONU para solucionar la beligerancia.
Por el lado de la Unión Europea no ha habido una declaración conjunta. Sabemos que en el pasado tampoco hubo un apoyo concertado en los casos de Libia e Irak, ni en cuanto al levantamiento del embargo de armas para los rebeldes en Siria. Por eso se antoja difícil que esta vez se logre algo distinto, ya que la opinión pública europea no quiere más guerras.
La pieza clave en la UE se llama Alemania, la cual debemos saber se abstuvo de participar en la intervención que eliminó a Gadafi en Libia. Esta vez, Angela Merkel se ha pronunciado a favor de hacer algo en Siria, pero en la práctica no ha movido ni un dedo en esa dirección.
Las razones de la abstención alemana son las siguientes: primero, es el país más rico de Europa, la nación que imprime el euro, y el bastión que ha mantenido la ´estabilidad´ de la Unión. En esa línea, el euro le quita más el sueño a los alemanes que la supervivencia del petrodólar, el motivo principal de la clica energética y financiera estadounidense. Segundo, el país germano tiene una relación muy especial con Rusia --el principal aliado de Assad--, ya que Moscú es el principal proveedor de energía de Berlín. Tercero, la reciente operación de la troika en Chipre --que fue ejecutada por Alemania-- dejó una huella en la psique rusa que hace muy delicada otra intromisión tan pronta en donde yacen los intereses de Putin.
Finalmente , según Der Spiegel, 2/3 partes del pueblo alemán se oponen a más ataques a Siria. Merkel lo sabe, como también sabe que un periodo electoral no es el más propicio para andarse buscando problemas.
Mientras tanto, el Secretario de Estado de los EUA, John Kerry, anunciaba antier que la evidencia (que aseguró no se compartiría con el público) incriminaba a Assad del uso de armas químicas. Esto me hace recordar las declaraciones similares e ilegítimas de Colin Powell, que en febrero del 2003 justificaron la invasión de Irak.
De lo que sí estoy seguro es de que las fuerzas armadas de EUA emplearon el agente naranja durante la Guerra de Vietnam y el fósforo blanco en la batalla de Faluya en Irak. Cabe resaltar que ambos son armas químicas prohibidas por los estatutos internacionales, mismos que son perennemente citados para apuntarle el dedo a otros.
¡Ahora resulta que Inglaterra le vendió a Assad los componentes que pudieron ser usados para fabricar las mentadas armas químicas en enero de 2013, sólo diez meses después de que comenzó la guerra civil!
Esperemos que tanta confusión y estupidez institucionalizada tengan un efecto disuasorio y se ponga un freno a la guerra. ¡No se puede salvar al otro bombardeándolo!
danzanegra.blogspot.com
juanguerra@hotmail.com
Solo contra el mundo
“El uso de la fuerza militar estadounidense no puede resolver las históricas disputas étnicas, religiosas y tribales que alimentan este conflicto”
-Martin Dempsey, Jefe del Estado Mayor Conjunto de los EUA (1952 - )
Los fiascos de Afganistán, Irak y Libia han deslegitimado las intervenciones occidentales al grado de que están dejando varado a Obama en Siria. El voto en contra de la guerra por parte del Parlamento inglés fue un golpe durísimo para la ´alianza´ de los neo-cruzados, lo cual seguramente influirá en la decisión del Congreso estadounidense.
La bravuconería y el ímpetu que derrocharon los líderes de la tríada anglo-americano-francesa ha sido atenuado por sus respectivos aparatos legislativos, los cuales, como sabemos, técnicamente representan a la población. En los tres casos, la opinión pública se ha expresado mayoritariamente en contra, lo cual al parecer está teniendo efecto sobre los legisladores.
Según la BBC, el 75% de los británicos entrevistados estuvo de acuerdo en que el Parlamento rechazara la propuesta de intervenir en Siria, mientras que la encuesta de BVA en Francia encontró que 64% no apoya un ataque militar.
A estas cifras debemos sumarle la encuesta Reuters/Ipsos de la semana pasada, que concluyó que el 60% de los entrevistados no quieren que se profundicen los enfrentamientos. Asimismo, a toda esa mezcla hay que agregar la encuesta más reciente de la NBC, que dice que el 80% de los encuestados creen que Obama debe consultar al Congreso antes de ahondar en el conflicto.
En cuanto al apoyo de otras naciones, debemos de considerar que aunque la Liga Árabe discurrió (en la voz de su Presidente, Nabil Elaraby) que Assad fue quien usó las armas químicas, también dijo que la acción militar está fuera de la discusión, y que en su lugar prefiere que se recurra al andamiaje internacional de la ONU para solucionar la beligerancia.
Por el lado de la Unión Europea no ha habido una declaración conjunta. Sabemos que en el pasado tampoco hubo un apoyo concertado en los casos de Libia e Irak, ni en cuanto al levantamiento del embargo de armas para los rebeldes en Siria. Por eso se antoja difícil que esta vez se logre algo distinto, ya que la opinión pública europea no quiere más guerras.
La pieza clave en la UE se llama Alemania, la cual debemos saber se abstuvo de participar en la intervención que eliminó a Gadafi en Libia. Esta vez, Angela Merkel se ha pronunciado a favor de hacer algo en Siria, pero en la práctica no ha movido ni un dedo en esa dirección.
Las razones de la abstención alemana son las siguientes: primero, es el país más rico de Europa, la nación que imprime el euro, y el bastión que ha mantenido la ´estabilidad´ de la Unión. En esa línea, el euro le quita más el sueño a los alemanes que la supervivencia del petrodólar, el motivo principal de la clica energética y financiera estadounidense. Segundo, el país germano tiene una relación muy especial con Rusia --el principal aliado de Assad--, ya que Moscú es el principal proveedor de energía de Berlín. Tercero, la reciente operación de la troika en Chipre --que fue ejecutada por Alemania-- dejó una huella en la psique rusa que hace muy delicada otra intromisión tan pronta en donde yacen los intereses de Putin.
Finalmente , según Der Spiegel, 2/3 partes del pueblo alemán se oponen a más ataques a Siria. Merkel lo sabe, como también sabe que un periodo electoral no es el más propicio para andarse buscando problemas.
Mientras tanto, el Secretario de Estado de los EUA, John Kerry, anunciaba antier que la evidencia (que aseguró no se compartiría con el público) incriminaba a Assad del uso de armas químicas. Esto me hace recordar las declaraciones similares e ilegítimas de Colin Powell, que en febrero del 2003 justificaron la invasión de Irak.
De lo que sí estoy seguro es de que las fuerzas armadas de EUA emplearon el agente naranja durante la Guerra de Vietnam y el fósforo blanco en la batalla de Faluya en Irak. Cabe resaltar que ambos son armas químicas prohibidas por los estatutos internacionales, mismos que son perennemente citados para apuntarle el dedo a otros.
¡Ahora resulta que Inglaterra le vendió a Assad los componentes que pudieron ser usados para fabricar las mentadas armas químicas en enero de 2013, sólo diez meses después de que comenzó la guerra civil!
Esperemos que tanta confusión y estupidez institucionalizada tengan un efecto disuasorio y se ponga un freno a la guerra. ¡No se puede salvar al otro bombardeándolo!
danzanegra.blogspot.com
juanguerra@hotmail.com
Sunday, 1 September 2013
Friday, 30 August 2013
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Monday, 13 May 2013
Saturday, 11 May 2013
Deposita aquí tus esperanzas
‘Dime como reclama tu pueblo y te diré cómo son tus dirigentes’
- Gerardo Dayub
Quiero
empezar por separar la estética del deporte que entendemos como el futbol, del fenómeno
del fanatismo que enloquece a millones de espectadores alrededor del mundo. Existen
países en donde la adicción a las
‘emociones’ que se desprenden de patear
una pelota superan por mucho a las de
nuestro país, con ejemplos como Argentina e Italia.
Pero
esto no le quita el hecho de que la interpretación y vivencia de este deporte
se ha convertido en un fenómeno con
ramificaciones psicológicas y sociales para la comunidad, particularmente en
Monterrey. El clásico regiomontano ha
venido ‘evolucionando’ para convertirse en el epitome de nuestra cultura,
justificado en que supuestamente representa un momento de sana diversión, en
donde la competitividad y la superación son lo que se enfatiza.
La
verdad es que detrás de la etiqueta del futbol como deporte, se encuentra la antropológica lucha
humana por sobreponerse al enemigo - al diferente -, lo cual históricamente ha desembocado
en los tribalismos de clan y de nación
bajo los cuales hemos organizado nuestras existencias. En ese sentido, el
futbol es una especie de guerra sublimada. Y solo es bajo el hechizo de un
momento denominado ‘Gol’ que temporalmente se le permite al individuo exorcizar todo
esa frustración que ha sublimado de su consciente, la cual
inconscientemente le depositó a su equipo.
El
futbol es la mejor forma de entender como opera la política. El político crea
divisiones para después unirlas, pero siempre busca mantenerse como el unificador,
para con ello perpetuar su relevancia. En el caso de las identidades locales - como
la del regiomontano - el futbol funciona como repositorio de las proyecciones individuales y colectivas. En
pocas palabras, las necesidades de pertenecer a algo mayor a nosotros mismos es
obstaculizado por la de otros de hacer los mismo, y por eso les atacamos. El
futbol, como se vive aquí, no canaliza las pasiones ni pacifica a la gente.
Todo lo contrario, exacerba las pasiones y concentra la alienación social de
muchos, en función de la fijación de sus expectativas de vida en el grado de
veces en que una pelota acaricia las redes.
Mas aun,
este espectáculo se ha vuelto en una de los mejores escenarios para observar la
gradual pero segura privatización de todo lo que se aparece en el camino hacia más de lo mismo. Por eso los bosques,
los espacios públicos y la paz de muchas familias son solo apéndices en la construcción
de futuras narrativas ‘emocionantes’ para la comunidad.
La hegemonía cultural que representa el futbol
es mayoritariamente privada, no pública. Que el futbol sea más importante que
ir a un museo, o gozar de actividades comunitarias incluyentes, es el reflejo
del grado en que hemos claudicado de lo público. Por eso es ahí - detrás de esa
pelota - en donde la cultura dominante coloca como prioridad los valores que
quiere para otros en el menú de sus exigencias. Al cabo todo juega a favor de la
mayor injerencia corporativa en nuestras vidas. Es así que en ausencia de una
cultura propia siempre seremos provistos de una. Pero claro, solo por una módica
suma. Es por eso que el
estadio es la caldera de la identidad, en done se cuece la división de la
ciudad entre dos marcas corporativas.
Esta enajenación
colectiva no solo es el resultado de causas como las descritas, si no que a su
vez se convierte en caldo de cultivo para los más antiguos experimentos de
control social. No solo la antigua Roma
estaba plagada de pan y circo, nosotros hoy jugamos aquí lo mismo. Pero la
peculiaridad del México de hoy es uno en donde el Estado aprovecha para delinear
su dura presencia, capitalizando la focalización de la atención sobre un evento
para mostrar el derroche de dinero público, en supuesto afán de prevenir la ‘inseguridad’
social. Este es un juego igualito que aquel, pero sin pelota. Pero en esta versión el que pierde somos nosotros, chivos expiatorios sacrificados en el asunto.
En vez de
reconocerse como el termómetro de la inconformidad social de muchos, el evento
sirve para que el Estado se muestre como una fiera, la cual esta ahí en supuesta
defensa ciudadana. Pero yo me pregunto, ¿por qué le permiten decir lo que
quieran a los medios de comunicación, mismos que no pierden tiempo ni dinero para dividir aun más a la gente? ¿Por qué
permiten que se lubriquen aun más las
pasiones con el constante flujo de la droga social (alcohol) que más exacerba
la violencia?
La excusa para
estar incrementando la seguridad es que la gente no sabe controlarse. ¿Pero a
poco eso justifica el estar gastando millones en cada vez más hombres armados y
cámaras y helicópteros de vigilancia? ¡Somos una sociedad que ha venido
aceptando la violencia como algo natural! Pero en vez de tratar de entender las
raíces del odio, preferimos seguir paliándolo con superficialidades.
Wednesday, 8 May 2013
Monday, 6 May 2013
Thursday, 2 May 2013
Wednesday, 1 May 2013
Humanitarian interventionism and the elusive peace
‘Facts are not repressed but their perception is
suspended to make room for the assigned meaning.’
-
Edmund Husserl
Once again the American battle drums are being
beaten for a ‘humanitarian intervention’ in the Syrian civil war. The excuse is
very well known. It is a rerun of the ‘weapons of mass destruction’ discourse. But
we know what lies behind this farce. This
new postmodern crusade is being fought for the sake of energy and free markets.
By pointing out and emphasizing Syria’s people
as victims it then becomes easy to make them conventional and temporary symbols
that justify intervention. But this end-means rationality has backfired on
numerous occasions, as shown in Afghanistan, Iraq and Libya. Substantial evidence
has piled up in order to safely claim that the original intention of meddling
in foreign lands is dysfunctional and illegitimate. This is because intervention
on humanitarian grounds has always another side to the coin, that of installing
a western ‘democratic’ way of life in the countries and regions which are
‘saved’ from their own selves. Postmodern crusaders have substituted the
symbols to justify their motives, but their haphazard intentions remain the
same. And the effects are plain for
anyone to see. A social conscience and the guts to jettison your television set
suffice, in order to be able to separate the truth from mass propaganda.
When it comes to achieving objectives anything
holds, even supporting rebels of the caliber of Al-Qaeda. But we must not be
surprised by this neo-realistic use of mercenaries to accomplish foreign tasks.
We can recall the support by the USA of Islamic Mujahideen elements back in the
1979 Afghanistan war against the USSR. It was those same ‘rogue insurgents’, as
they were later rebranded, that emigrated and rearticulated their struggle
throughout crisis prone countries - ranging from Bosnia, to Chechnya and Syria
itself. In this sense, supporting terrorism has only bred more of it. Therefore,
this represents a very awkward and contradictory way of inflaming the causes on
which to further justify the war on terror - surveillance and defense strategies - that
has spun the American military-industrial-complex out of proportion, and which
has limited civil and constitutional liberties on the way.
Facts, symbols and language itself is twisted
around to fit in convenient narratives. In this sense, the Syrian and Libyan
populations are victims, but Saudis and Bahrainis (western allies) who are perennially
repressed are insurgents.
Obama is in a quandary. He cannot set a bad
example for Iran and North Korea by being soft on regimes that have crossed the
‘red line’, as Syria´s purported use of Sarin gas could show. On the other
hand, he must not fall prey to Israeli pressure to intervene militarily, as
Uncle Sam is not a direct actor in the region.
Syria should not be next in replicating the Iraqi
WMD fiasco. If it does so the world will once again be witness to the removal
of a legitimate leader, in accordance to the practices of its own culture and
history. But most importantly, the United States must be very wary of being
tempted to repeat a support of the same ‘terrorists’ who in the near future
will make life miserable to the ‘liberated’ peoples of today.
The Syrian civil war is nowhere a glimpse of the
pseudo-democratic claims of the ‘Arab Spring’, as the west portrayed it. And
the main reason for this is that this new version of the Cold War has
transformed Syria into a land base for conflictive proxy interests, ranging
from Israeli animosity and Sunni hatred, to its justification as a pawn for the
balance of power and reestablishment of a sphere of influence for a resurgent
Russia.
The mustering of American forces to contain a
rising China and Russia is hampering a new multipolar world. Besides, a western neoliberal and corporate diktat
- which has no other allegiance besides money - is being forced upon other
emerging powers on the world stage. The corporate ‘civilizing mission’ means
imposing a liberal free-market dogma as a solution. This is why the array of
forces opposing this interventionist ‘humanitarian façade’ comprises a
convenient but necessary alignment of motley national and cultural interests. The
ideological struggles of yesterday have given way to a pragmatic defense of
common sense in the now.
Monday, 29 April 2013
Friday, 26 April 2013
Thursday, 25 April 2013
Friday, 19 April 2013
La crisis Siria y la mediatización de los conflictos internacionales
‘Occidente pagó caro el haber financiando a Al-Qaeda
en sus inicios en Afganistán. Hoy los apoya en Siria, Libia y otros lugares, y
pagará un precio muy alto después en Europa y Estados Unidos.'
- Bashar
Al-Assad
La televisión
convierte a la política internacional en
una metáfora de juego de tenis, el cual exige que estemos permanentemente
volteando nuestras miradas de un lado a otro para no perdernos de la acción.
Ejemplo de esto es la hasta hace poco alarmante crisis coreana, la cual de
pronto hemos olvidado para centrarnos en el atentado de Boston y el maratón.
Pero no pasan 24hrs sin que el péndulo gire de nuevo, y hoy nos encontramos con
la guerra de palabras entre Bashar Al-Assad de Siria y Benjamín Netanyahu de
Israel, lideres indiscutibles del conflicto en Medio Oriente que nunca dejó de
recrudecerse.
Esta semana
se arrojaron al espacio público dos entrevistas, una de Assad y otra de
Netanyahu. Por su lado, Assad acusa a
Occidente de hipocresía, dado que ésta
famosa alianza ‘del bien’ no escatima en cuanto a las formas para lograr sus
objetivos. En esa línea Assad los acusa de estar abiertamente apoyando con
armamento a su oposición rebelde, la cual cada vez es más débil, por la escasa justificación que tienen para derrocarle. Y como bien
sabemos, las armas solo fortalecen a grupos con motivaciones desconocidas, que
no necesariamente ayudarían a mejorar la situación del país árabe. El caos que
hoy se vive en Libia es el mejor ejemplo de ello. Los rebeldes tomaron el poder
gracias al apoyo de la OTAN y hoy el país está peor que antes.
A Assad
se le acusa de dictador y asesino, pero no fue realmente hasta que occidente intervino
en el conflicto que la atención internacional se centró en el, focalizando las
criticas hacia este, uno de tantos gobiernos de corte autoritario que abundan en
la región. Assad dijo abiertamente, que parte de la oposición que esta siendo
armada - por Estados Unidos y algunos
países europeos - incluye a Al-Qaeda, lo cual convierte a todo esto en
una burla hacia la opinión pública internacional.
Por su
lado, Benjamín Netanyahu trata de alertarnos sobre Irán y Siria, pidiéndonos
que dejemos en paz a Correa del Norte, el cual dice no representa una amenaza
tan real como sus ‘problemáticos’ vecinos musulmanes. Por eso puntualizó en las
armas que estos ya tienen, enfatizando que son suficientes para ser un peligro
no solo para Israel, si no para el resto del planeta. En ese sentido Netanyahu esta buscando llamar
la atención a lo que claramente es un interés propio, y no necesariamente algo
que pone la estabilidad del mundo en peligro.
Lo que
sabemos es que no existe apoyo popular ni de su gente ni de sus generales para
cumplir con sus constantes amenazas hacia sus vecinos. Netanyahu ataca
abiertamente a Irán, en la supuesta intención que este tiene de desarrollar armas nucleares. Pero como la más
reciente crisis coreana nos demostró, lo más factible es que el país musulmán
terminé viéndose en la necesidad de desarrollarlas, ya que su posesión
equilibrará el balance de poder atómico, y le permitirá mejorar sus
posibilidades de negociación con potencias
regionales y del resto del mundo.
Por su
lado Estados Unidos declara, mediante el líder del Pentágono Chuck Hagel, que
la opción militar es siempre la ultima, lo cual perfectamente sabemos que es
falso. Estados Unidos apoya directa e indirectamente los conflictos alrededor
del planeta, ya que son sus armas las que los lubrican. El crear y dirimir
conflictos se ha convertido en una de las justificaciones para el crecimiento
desmesurado de su propio aparato militar, lo cual convierte a las palabras de
paz en meras ilusiones.
Mientras
tanto las esferas de influencia geo-política mundial se definen ante nuestros ojos. China se ha convertido en la nueva amenaza
para la ‘Pax Americana’ en Oriente y en África, a la vez que Rusia pisa el acelerador
en Medio Oriente. Es por eso que la competencia multipolar por el poder esta
obligando a las potencias a buscar nuevos aliados y nuevas aventuras, en ese afán de mantenerse encima de los recursos
naturales estratégicos que todavía nos quedan.
Lo que
claramente se refrenda con todo esto es la estrategia política de nuestros
lideres, los cuales se dan la permanente tarea de buscar enemigos externos,
para después poderse justificar como los buenos y los obviamente necesarios
para solventar cualquier crisis que pueda desprenderse de enfrentar a dichos adversarios. El dividir para vencer esta más vigente que
nunca. Pero el ingrediente que lo intensifica
es que el fin justifica
cualquier medio necesario para su
obtención, aunque esto incluya ir en contra de los valores que uno constantemente
refrenda para legitimarse. Bashar Al-Assad no es ninguna blanca paloma, pero
las acusaciones que levanta contra occidente lo hacen ver como la victima. La moraleja es que los políticos han
explotado el uso de la televisión como nadie.
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