Wednesday, 11 April 2012

El poder de la repetición como propaganda






'Si tu dices una mentira lo suficientemente grande y la repites constantemente, la gente eventualmente se la creerá. La mentira puede ser mantenida solo durante el tiempo que el Estado pueda proteger a la gente de las consecuencias políticas, económicas y o militares de la mentira misma. Entonces se vuelve vital para el Estado el utilizar todos sus poderes para reprimir el desacato, ya que la verdad es la enemiga mortal de la mentira, y por extensión, es la mas grande enemiga del Estado.'
                      
                                                                            -Joseph Goebbels, ministro de propaganda Nazi





La gente se alarma cuando se le postula la posibilidad de que su gobierno utilice tácticas que históricamente han servido para el control social.  Cuando se dice que el gobierno mexicano lleva a cabo practicas fascistas no quiere decir inmediatamente que sean iguales a las que los gobiernos del mismo  Hitler o Mussolini utilizaron. Lo que  digo es que los Estados buscan perpetuarse a como de lugar, y  si sus políticas publicas necesitan justificarse como legitimidad para ellos mismos como burocracia, pues la repetición absurda de algo  se convierte  en una forma de propaganda, la cual como nos dice la introducción, ha sido una herramienta clásica en el afán de moldear a la opinión pública a través de la historia.

El ejemplo en cuestión es la política de la repetición de la supuesta justificación de la guerra que  peleamos todos en pro de la seguridad. Se nos vende seguridad – porque estamos seguros que es lo que más nos hace falta – pero nos damos cuenta que por la misma se nos tiene aterrorizados. Esto quiere decir que aunque el problema original pueda realmente existir, la solución puede acabar también convirtiéndose en un problema – y en justificación para más gastos burocráticos y crecimiento del Estado-   como lo vemos en México. Veo que vamos en camino a convertirnos en una sociedad autoritaria, ya que un signo de esto es la alarmante realidad de que ya legitimamos la violencia como camino social.

Nos damos cuenta que existe una política clara  - concertada - en plantear una realidad de telenovela para un país que teóricamente lucha contra el mal, una que se presume tendrá  un final feliz.  He dicho hasta el cansancio que esto es sólo un paliativo para una sociedad inconforme con las diferencias de riqueza y de cultura tan abismales, claro legado de haber olvidado a grandes sectores de la comunidad, que ahora utilizan caminos ilegítimos para movilizarse. Y mientras nuestras televisiones nos dicen que vamos ganando la guerra, el mundo observa (y opina) como nos desmoronamos como concepto de nación.  México está peleando contra si mismo dentro de un coliseo que esta delimitado por sus fronteras políticas. Pero esta realidad estructural nos aparece como fragmentada y diluida  a través de  las pantallas de nuestras televisiones, que nunca nos presentan el contexto, ni el análisis, ni el trasfondo de las cosas. Sólo se nos venden las piezas, ya que así aseguran una novela mucho más extensa y obviamente más costosa. A cada quien nos toca un pedazo de la miserable teleserie que por ahí promete nutrirnos de esperanza, dada la realidad tan de maquillada que nos presenta.

La realidad que percibimos está construida por la televisión, pero también participan las formas de hablar institucionales y las que nosotros mismos reforzamos en el día a día en nuestra comunicación.  Y aunque no niego que algunos creen que exista algo que  justifica esta forma violenta de responder, creo que la forma  esta siendo exagerada para exacerbar la cultura del miedo, que como bien sabemos, le es muy útil a nuestros lideres aquí y en cualquier otra parte del mundo.  Estamos llevando  el miedo a donde vamos, si es que nos atrevemos todavía al salir de nuestras casas.

A lo que quiero llegar con todo esto es que muchas veces el discurso y las ideas hablan  sobre algo que no resuena con lo que sucede ahí abajo, en el terreno mismo al que refieren. Es muy claro que la represión fisica de la cual somos victimas se dreproduce en nuestras mentes – en nuestra psicología social – y prueba de ellos es que la llevamos cargando a cualquier lugar que nos dirigimos.

Te propongo dos formas para probarlo. La primera es retirándote completamente de la ciudad – del contexto en donde se da todo esto -  para probar con ello que no hacen sentido esas ideas o formas de hablar que  hacen lo que somos dentro de esa mismo lugar donde habitamos. La represión solo funciona porque nuestra mente es social, nuestra convivencia y lenguaje son  el resultado de compartir eso mismo con otros dentro de un espacio definido - y ciertamente televisado - donde   constantemente lo reciclamos. Por eso nuestras  vacaciones se han convertido en una forma de ‘autonomía mental’ donde logramos huir de la realidad que vivimos en nuestros lugares de origen. La otra es que practiques cualquier disciplina que te haga ‘salirte’ de esa realidad mental sin necesidad de abandonar la urbe que te constriñe con tanta confusión; una especia de ‘sedición simbólica’. Para esto la meditación es excelente.

Lo importante de ambas es aprovechar la  observación de la mente desde otro ángulo para ver como esta  se nos ha llenado de miedos que nos generan ansiedad, culpa y vergüenza. Nos hemos  convertido en victimas de las ideas que constantemente nos repetimos los unos a los otros. Estamos cambiando la cultura en el camino.

La ansiedad existencial es ya de por si algo difícil para los humanos como para estar cargando miedos ajenos. El miedo es la mejor forma de control que el ser humano ha inventado.  Entonces, ¿por que seguir arrastrándonos de esta manera en nuestra búsqueda de libertad?















2 comments:

  1. Escuche su programa por Radio UdeM y decidi visitar su blog, el cual encuentro muy interesante, dado que comparto en mucho su punto de vista. Yo lo unico que quisiera agregar es el el valor exagerado que tiene el dinero en nuestra sociedad, y que es el origen, desde mi punto de vista, de todos nuestros males.
    Espero poder seguir leyendolo y buscare su programa nuevamente por la radio,
    Atte. Rocio Gonzalez

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