La cultura occidental nos ha
vendido la idea del amor como un concepto, algo que se recoge durante la vida para regocijarse con el.
En este sentido la visión es dualista, el objeto amado esta separado del que lo
ama. Lo que se presume con esto es la insuficiencia del buscador, que no logra
realizar nada hasta que se haya topado finalmente con ese objeto que le abre la
posibilidad de experimentar el amor.
El amor platónico, por su lado,
presenta una punto de vista que
pudiese incluir esto ultimo, pero esta seria solo una etapa en el camino hacia
una forma mucho mas abarcadora e ideal de
amor. Esto quiere decir que el objeto amado pudiese representar
convencionalmente un espejo en donde uno proyecta, pero del cual toma a su vez
ese aprendizaje de amor que el otro da. Con la pareja se puede aprender que el
amor consiste en compartirlo algo en conjunto, que pero finalmente debe ser
abandonado, en la búsqueda de formas mas sublimes y ciertamente mas sutiles de
amor. Pero esto es
significativamente distinto a
buscar tomar de esta otra parte lo que nos faltaba, con la intención de llamar a eso amor.
Otras concepciones del amor lo
colocan en si como el motor de la fuerza divina, una energía que funciona como
el cemento de la vida misma, que mantiene animadas a las criaturas orgánicas
dondequiera que estén. Bajo esta perspectiva, el amor o energía ulteriormente
se presentan como caminos hacia el desarrollo personal y colectivo de los que
lo ponen en practica. Y aunque todos estamos hechos de eso, no todos estamos
conscientes de ello. Esto porque
en vez de reconocerlo ya en nosotros mismos, preferimos buscarlo afuera, en ese
afán de complemento y suplemento que tanto nos refuerza la
cultura en que vivimos.
Es cerca del corazón en donde reside el chacra numero cuatro
(anahata) - que según el sistema
tártrico de oriente – es el centro energético del cuerpo que esta relacionado
con el amor incondicional, mejor entendido como la compasión. El elemento que
simboliza este chacra de color verde es el aire, que equivale al desapego. Eso quiere decir que para
llegar metafóricamente a la compasión se debe primero haber trascendido a la
tierra (supervivencia), el agua (emociones) y al fuego (ego). El fuego es el
acaparador de la identidad, la asertividad, el dinamismo, la dominación y la
voluntad de control - todo esto
situado en el plexo solar en el cuerpo.
Pero la mayor ironía es que se
puede estar viviendo perfectamente desde el ego, confundiéndolo con todo lo que existe como potencial
de desarrollo para las personas y
sociedades. De hecho se puede decir a grandes rasgos que es desde ahí donde nos
relacionamos y desde donde hemos construido la civilización, incluyendo nuestra
justificación de la de la sumisión de las demas especies y la naturaleza. Aquí
es desde donde opera la visión dualista
occidental del amor, donde el ego
busca un objeto que le sirva para reconfortarse a si mismo. O sea, que
es muy posible que el objeto amado realmente represente un depositario
proyectivo de lo que para nosotros es el amor. En ese sentido, el otro nos
sirve para reforzar nuestro ego. Esta forma ciega de amor es la que nos ha
engañado a pensar que no hay nada mas allá de esa ‘certeza’ misma, estrategia
que con seguridad nos esclavizara
a una vida conceptual. Comoquiera que sea, esta forma de vida si puede ser
placentera, pero lógicamente será
un obstáculo al reconocimiento que esa forma de ‘amor’ es solo la punta del iceberg de la consciencia,
en su ardua lucha para identificarse con
el espíritu mismo.
La forma común de entender la
vida dice que lo que se percibe se
hace en función del ego, y es ahí
donde cabe perfectamente esa idea
del amor como reforzamiento de la
identidad personal. Los Hindú llaman a esto Maya - la ilusión de creer que lo
que percibe el ego es lo verdadero y lo único que hay. La solución a esto,
entonces, es el hacerse consciente de que solo somos una fracción del espíritu,
y que el darse cuenta de ello es trascender el ego, con el objetivo de lograr la auto-realización del Ser - en celebración como espíritu
- la fuente de todo. Pero no es
necesario el deshacerse de nada en el camino, ni del ego mismo, ya que el
espíritu esta en cada etapa, esto porque camino, energía y consciencia, son
todas emanaciones conceptuales del
espíritu. Es por eso que el ego solo se trasciende, aceptándose solamente como
una parte del desarrollo.
Una vez logrado esto el amor a
esas alturas tendera a ya no distinguir entre sujeto y objeto. El amor, la
conciencia y la energía - que en términos prácticos son lo mismo – se acercan a su destino final, pero la forma en
que se avanza es simplemente en consciencia. Por eso, paradójicamente, entre
mas se hace consciente uno de ello, mas se simplifica esa realización. Lo
difícil aquí es trascender al ego, ya que tendemos a confundirlo con el capitán del barco en detrimento de la
consciencia.
Toda sustancia viva es parte del
espíritu porque esta compuesta de
espíritu. En esta línea el espíritu utiliza los ojos y oídos humanos para verse
y escucharse a si mismo en ese nivel de percepción. El espíritu (dios, para
algunos) utiliza los diferentes niveles de consciencia para ayudar al conductor del vehiculo
material a darse cuenta gradualmente. Es por eso que – a diferentes velocidades
- todo ser vivo tiene la capacidad
para su propio despertar.
Entonces, al hacerse mas consciente se posibilita la des-identificación
con las funciones del cuerpo y el ego que las dirige. El cuerpo aquí es visto
solo como un vehiculo - un recipiente – que obviamente esta hecho de espíritu
materializado. Pero ulteriormente la clave es trascender la parte material para
verla como lo que es, una emanación mas densa que sirve para hacerse consciente de esa etapa en la cual se vive, pero solo como escalón hacia las siguientes formas mas sublimes de despertar.
¿Pero como hacer algo practico
de toda esta explicación tan abstracta?
Sencillamente hay que ver a la aceptación como el eje del desarrollo
personal. Cuando lo vemos así lo hacemos desde el chacra verde, que en el
cuerpo representa la afirmación y la continuidad del amor del espíritu. Es aquí
por donde fluirá la consciencia en su camino hacia los reinos mas sutiles de
espiritualidad. Pero primero tendrá
que cruzar el puente de la aceptación/compasión para poder visualizar
otras posibilidades de desarrollo personal mucho mas sutiles. La aceptación es a su vez una
forma de auto-compasión, la cual es necesaria para sentir primero en carne
propia lo que deseamos sentir hacia otros. Si hemos logrado llegar hasta aquí
habremos dejado atrás la etapa mas difícil de todas, la identificación absoluta
con el ego.
El aceptarse seria la primera
parte del compromiso de sanación, para después de ahí extender esta visión de
compasión hacia los demás. Y como dijo el Dalai Lama, ¿porque buscar
desesperadamente a una sola persona para depositarle nuestro amor si se los
podemos compartir a todos lo que habitan esta tierra?
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