Algunos historiadores, como Michael A. Bellesiles, dicen que las armas eran muy escasas entre la población estadounidense antes de 1840, y que así mismo, no existía un mercado civil importante para ellas antes de 1848. Si esta lectura es correcta quisiera decir que no fue realmente hasta y durante la Guerra Civil (1861-1865) en donde pudiese aseverarse que el ciudadano promedio se armó (excluyando la logica necesidad de las armas que se dió en la obtención de la República casi 100 años antes) gracias a una cultura que hizo del derecho constitucional de portar armas uno que tomaba forma tangible durante el periodo de aquellas conflagraciones intestinas. En pocas palabras, la Guerra Civil vio el surgimiento de las armas como una forma simbólica de mostrar la ciudadanía, misma que tomaba mayor importancia al reconformarse la estructura social y política, al final de aquel escenario belico entre los distintos grupos inconformes.
El pueblo americano se arma como resultado de un conflicto, haciendo de este la excusa tangible para portar armas, mismas que se relacionan con la defensa no nada mas de la ciudadanía, si no gradualmente también de la defensa de la individualidad y del espíritu que la alienta a finales de un siglo XIX. Esta poca post-guerra civil colocó a los Estados Unidos como una potencia nacional con un vertiginoso crecimiento económico con su llamada ‘Época Dorada’ de expansión industrial. Esta época marco, también, el inicio del crecimiento del complejo burocrático industrial y militar, el cual de facto se convirtió en un ejemplo a seguir - y una justificación del Estado - para gestar una cultura de guerra hacia el exterior como al interior del país.
Ulteriormente lo que se entremezcló fue la evolución de un Estado y país fuerte, mas la necesidad ciudadana de mantener a un potencial gobierno tiránico a raya. La sintesis de esto se daba con un concepto de ciudadanía sólido. Esta ciudadania era supuestamente mejor defendida con el apoyo correspondiente de las armas, la cual es la razón principal que sustenta a la original enmienda constitucional de portar armas. Pero también es muy importante - por el lado socio-económico - el surgimiento de una realidad individualista, en una sociedad que veía como la persona promedio utilizaba la meritocracia para llegar hasta arriba, gracias a la educación pública, hacia la cumbre del éxito personal y profesional. La meritocrácia incluye las formas legitimas de hacer negocio que están disponibles de manera legal, para hacer de ellas una forma de vida con resultados tangibles para los millones que fueron modernizados a finales del siglo XIX y los inicios del XX.
Es desde esa línea de razonamiento done pudiéramos entender el derecho, no nada mas de portar armas, si no el de hacer negocio con ellas, como uno que el americano promedio ve como simple y sencillamente como el mas natural. El comercio de armas tiene apoyos de corte político y económico, al ser el sustento de derechos absolutos y no-negociables para los americanos.
Entonces se vuelve inútil la discusión bilateral sobre las armas si tomamos esto en cuenta. Es por eso que México debería tomar un camino alternativo en cuanto a una potencial negociación con los EUA. El cuestionar el derecho a portar armas americano es inútil desde una perspectiva nacional o patriota. Mejor analicemos el caso desde fuera, dejando las identidades por un lado momentáneamente.
El ciudadano de los Estados Unidos de América, consciente de ello o no, forma parte de una nación imperial - que ha hecho de la guerra y el conflicto la base de mucha de su expansión territorial y de influencia geopolítica mundial. Es en esa línea en donde podemos colocar también a parte de su industria cultural. El cine muestra sin problemas esta realidad violenta, y en ese menester, es que la sociedad americana se ha educado a aceptar esto como parte de su realidad socio-cultural.
El complejo industrial y militar que controla mucho del destino en política exterior de esa nación se ha encargado de diseminar discursos e ideología que sustenta su existencia burocrática al frente de la política americana. Y esa misma ideología ha permeado a muchos grupos de corte privado que se comportan como aquellas milicas que algún día se soñaba pudiesen enfrentar a un potencial gobierno tiránico, que pusiera en entredicho los derechos y libertades de la población. Para ponerlo de otra manera, es difícil que una sociedad pueda ver claro dentro de una maraña de intereses, realidades e ideas que reproducen una cultura violenta.
Entonces nos podemos dar cuenta que posiblemente el americano no quiera aceptar y darse cuenta que una posible política con fines nobles para sus libertades y ciudadanía, a logrado crear problemas de corte social, resultado de las contingencias y resultados inesperados que cualquier acción política genera como secundarios a los originalmente planeados. Ejemplos de esto es la participación de las armas en negocios de gran derrama económica, legales o no, como el narcotráfico, o la venta misma masiva de armas que lo aceitan y lo mantienen bien lubricado.
Una sociedad armada e individualista toma el control de sus asuntos cuando siente que un gobierno se ha alejado de la realidad local, y esto es exactamente lo que ha pasado en el hoy con el surgimiento de milicias armadas en estados fronterizos como Arizona. Estos grupos buscan tomar manos en el asunto con fenómenos migratorios - epitomizados con los famosos minute-men - y de corte político, como la violencia perpetuada hacia lideres o amenazas mismas al gobierno federal en Washington, D.C. Todo esta tiranía (de algunas minorías) se justifica con ese mismo derecho a portar armas, y como hemos experimentado aquí en México, la misma ha arrojado efectos indeseados de nuestro lado de la frontera. El narcotráfico incluye a las armas como un recurso capitalista que hace de su participación algo ineludible. En esto se han enriquecido muchos de ambos lados nacionales.
Ulteriormente de lo que México se debe de preocupar mucho mas (si es que no es ya demasiado tarde) es del posible surgimiento de un estado policiaco y autoritario en los EUA, dada la incapacidad de su cultura de enfrentar el debacle económico y social de estos últimos años. Esta ideología política - el autoritarismo como medio consecuencialista - ha sido puesta en practica en otros tiempos y lugares en épocas de crisis.
La nombrada visión conservadora justifica la violencia como medio para obtener fines mas refinados en alguna época futura. Lo mas peligroso para México pudiera ser el verse desbordado por esos grandes ideales americanos que tienen alcances hemisféricos.
Es por eso que la militarización y subsiguiente guerra contra las drogas ( o viceversa) que se lleva a cabo en México, debe mantenerse muy claramente separado de una visión, y lógicamente de una cultura, que ha hecho de las armas algo determinante para la libertad - y ó supervivencia de ciertas identidades colectivas.
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