Saturday, 11 August 2018

La felicidad no es un estado meditativo de eterno presente, algo temporal y dificil de sostener en nuestra compleja existencia.

La felicidad es la integración de las experiencias vividas ya convertidas en peldaños de una escalera que me permite sentir el ahora en aceptación, tomando responsabilidad por los efectos de mis propias decisiones. Todo parte de un proceso de paz interior donde vacío los neuróticos y culposos contenidos de mi mente, abriendo así el panorama para dar cabida a lo que viene, con la confianza de que el empoderamiento que me permito me ayuda a reconocer lo que soy.

La felicidad es convertir mis proyecciones y grandes expectativas en mera sincronía con lo que frente a mi sucede, evitando así que la necesidad y la espera saturen mi camino de accidentada agonía.

La felicidad es dejar de buscar señales en números y símbolos humanos, esos que inconscientemente arrojamos por buscar algo más allá que la vida misma que los ojos registran -la señal más increible y bella de todas- que me da oportunidad para tender un puente hacia mi pasado como hacia mi futuro para desplazarme con tranquila certeza, transformando a la ansiedad y la incertidumbre que antes me frenaban en el combústible de mi autentica presencia.