Tuesday 4 August 2015

De hipérbole e hipocresía

 “La globalización ha intensificado la diplomacia de poder entre Estados”

Omar Bongo (1935-2009) expresidente de Gabon

Una nueva ley china, en contra de las ONG occidentales, corrobora que la lucha entre civilizaciones es mucho más que una confrontación militar.

Poder suave (soft power) se llama la estrategia publicitaria, que a través de los tiempos ha convencido a las masas de las bondades del Estado. 

Dicho esto, es importante subrayar que la hegemonía en turno suele ser la que más abusa del poder suave, ya que técnicamente este “ente esencial” se vende como el protector y el policía del mundo.

El rol del mayor propagandista de la actualidad es de EUA, país que tiene ya algunas décadas presumiéndole al mundo sus “buenos” actos. Para esto se ha valido de la mejor tecnología posible, que ellos mismos inventaron para propagar su mensaje: la televisión. 

Es de este aparato de donde emanan las recurrentes imágenes de su Presidente, el cual es presentado como el líder a cargo de las decisiones más determinantes para el funcionamiento de la sociedad. Dicho bombardeo de símbolos refuerza en nosotros la idea de que realmente hay un plan bien trazado para todo, aunque en la realidad sepamos que las cosas responden a los intereses corporativos que le pusieron en el poder.

Ni siquiera el antiguo Emperador romano estaba a cargo de lo relevante, ya que su figura simplemente era aprovechada por un Senado envuelto por intereses particulares. Por eso se inventaron los bustos y demás estatuas de piedra, la tecnología propagandística de aquella era, que difundía la idea de su indiscutible mandato. 

El caso de las ONG contemporáneas es muy especial, ya que dichas organizaciones suelen ser los repositorios y sucursales de ese capital moral que tanto se exalta en la televisión y demás medios de masa. 

Es por eso que gobiernos como el chino y el ruso están legislando en su contra. Putin y Xi Jinping se dieron cuenta de que las ONG son centros encubiertos de inteligencia y espionaje, que encima de todo financian grupos de oposición política en donde se establecen. El caso de Ucrania evidencia como las ONG pueden llegar hasta a pagar grupos de choque para derrocar gobiernos que le son incómodos.

Pero el poder más sublime del soft power yace dentro de la geografía misma del imperio, ya que son sus ciudadanos los que son manipulados para creer que lo que se hace fuera es por el bien de todos. Es así que en vez de concentrarse en lo que pasa en casa, la gente se va con la finta de la propaganda que se les receta, por lo que acaban enfocándose en problemas ajenos. Ulteriormente, los medios disuaden a la población de las barbaridades que sus “representantes” exportan, las cuales irremediablemente terminan afectando a esos que les pagan con el producto de su trabajo.

En ese sentido se dio la reciente visita de Obama al este de África, región que está siendo peleada entre el Tío Sam y el dragón chino por los recursos, las tierras, la infraestructura y la mano de obra local. 

El Presidente aprovechó su tiempo para llamar la atención de líderes y población en general sobre temas de derechos humanos y equidad social. Estoy de acuerdo que Obama viene repuntando, si comparamos su gestión actual en política exterior con lo que hizo antes. No obstante, el Ejecutivo habla de un mundo utópico, no sólo porque la igualdad no existe plenamente en África, si no porque en EUA mismo la situación se ha endurecido fuera de proporción, afectando la vida de muchas personas. En pocas palabras, Obama se ve mal al regañar a otros, ya que cada día muchos derechos básicos le son negados a millones de estadounidenses.

La ambición ciega a aquellos que anteponen sus expectativas a sus posibilidades. No es culpa de ningún DNA, cultura o etnia específica. Simplemente esta es la forma de ser de los que manejan el imperio, por lo que algún día no muy lejano, me tocará narrar una historia similar sobre el soft power del imperialismo chino.

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