Sunday 30 November 2014

La revolución es informativa


“La ilustración es la libertad de hacer uso público de la razón en todo momento”
Immanuel Kant (1724-1804) filósofo prusiano

En vez de perder más tiempo en protestas y consignas personales, ¿por qué no mejor enfocarnos en profundizar en el tejido de las redes informativas que determinarán la comunidad que seremos de aquí en delante?

La revolución contemporánea es informativa, no violenta. Esta revolución  empezó hace mucho, y se llama Internet, la mejor herramienta de comunicación horizontal que ha existido desde la imprenta de Gutenberg.

De hecho, las similitudes históricas entre tecnologías son sorprendentes. La imprenta de ayer ayudó a novedosos grupos sociales a contestar la pesada   influencia de organizaciones anquilosadas en el dogma. El Internet y las redes sociales sirven para desnudar los abusos de los poderosos de ahora, esos que se han deslegitimado por su propia cuenta, al igual que todos los necios de la historia.

En ambos casos, lo que empodera a los usuarios de las tecnologías de comunicación disponibles es el sentimiento de estar conectados. La ganancia está en el acceso a los instrumentos que nos conectan, pero la verdadera trascendencia está en utilizarlas para lograr despertar como sociedad civil, convirtiendo a esto en una dinámica de costumbres con las cuales nos revestimos.

Es por eso que ahora no habrá que golpear a nadie para que caiga, ya que estos caerán solos como troncos viejos, carcomidos por dentro por tanta corrupción y mentira. Mientras esto sucede, hay que ir construyendo esa red ciudadana informativa, para poder amortiguar la caída de ese hueco tronco.

Se lo pongo así, estimado lector. Lo que tenemos ahora es exactamente lo opuesto de la revolución informativa que necesitamos. Con esto me refiero a la opacidad, el infantilismo y  la propaganda, que a través de la TV se nos receta a diario. Entonces, para romper con lo que tenemos hay que activar palancas alternativas que estén a nuestro alcance, en el camino a esa revolución informativa que hoy engloba al planeta. En pocas palabras, la información es la fuente de la verdadera globalización y el despertar de consciencia a la que aspiramos desde que construimos civilización.

La información no solo servirá para acortar las distancias entre burocracia y ciudadanía, también nos ayudará a modificar todo el concepto –el esqueleto– de lo que entendemos como política. Ser político, a partir de ahora, es prescindir de la idea de que hay que ser ‘representante oficial’ para estar en el poder.

El verdadero poder está en cada uno de nosotros, pero este no se cristalizará hasta que lo hayamos compartido con otros que busquen lo mismo en el espacio público, esa arena que hay que recuperar con participación para volver a lo básico, lo indispensable. Propongo cambiar los tumultos hombro a hombro por ‘trincheras cibernéticas’, que nos unan en intención en un espacio simbólico compartido, para de ahí poder abrir una nueva línea de comunicación con las autoridades.

Por eso conviene hacer de la información el lubricante de nuestras ideas, para catapultarnos hacia esa ilustración que por fin siente las bases de la modernización de nuestra cultura. Modernizar aquí significa refinar nuestras mentes y sus motivaciones, no urbanizar a lo loco en búsqueda de ese progreso perdido, extraviado entre tanta prisa por dejar de ser descalzos.

Las largas carreteras y los grandes puentes no son substitutos a los caudales informativos que deben emanar de nuestras fauces para lograr activarnos. No hemos realizado lo esencial como sociedad. Caminamos con los pies en el fango y con la cabeza tapada por la incomprensión de lo que nos une. Por eso, la mejor forma de hacer que la democracia participativa funcione es dándonos una voz, que haga del reclamo justo y la crítica constructiva sus armas más efectivas.

Realicemos por fin el sueño moderno de la ilustración. Tenemos lo que requerimos, solo hay que hacer uso de la tecnología para la conveniencia de todos. Ya hemos visto como el mundo poco a poco se une a este son comunicativo e informativo. Las redes sociales son lo mejor que hay en este momento para informarse y auto representarse.

La adultez deviene al que madura en su capacidad para defender sus argumentos de forma racional e informada. Simplemente no existe patriarca sin un niño que se lo permite.

La verdad no es la contraparte de la mentira. Decir la verdad es alumbrar las mentiras para que pierdan su lustre, identificándolas como falsas.  Ulteriormente, si tú no sacas todo tu potencial, nos quedamos con solo una parte de ti, esa identidad que te fue otorgada por la autoridad para controlar tus deseos y fantasías innatas, el combustible del que estás provisto para tu autotransformación y la de todos.

Thursday 27 November 2014

Global-es / La fallida guerra contra las drogas en México

La válvula expiatoria


`La injusticia racial, la guerra, el deterioro urbano y el abuso ambiental tienen un común denominador en nuestro sistema económico explotador´

-Channing E. Phillips (1928 – 1987) ministro y activista estadounidense

Ferguson y Ayotzinapa son dos nodos del mismo sistema depredador, que exacerba las diferencias raciales y de clase al grado de la descomposición social.

El racismo y las diferencias de clase social siempre han existido, pero es el sistema económico neoliberal el que las polariza, ya que lo que se prioriza es lo económico sobre cualquier otro rubro comunitario. En esa línea, la privatización del mundo social, producto de la compra del garante de lo público –la política– ha transformado a nuestras culturas en arenas ultracompetitivas, que filtran a cualquier elemento ajeno al estándar en pro del control y el `progreso´.

Ese espíritu de súper competencia (y no de cooperación) se nos enseña desde niños, en instituciones educativas que se han convertido en centros de acopio, ya que ulteriormente estandarizan a las personas y sus conductas como parte de un programa de ingeniería social.

De esta forma, cuando los niños crecen, les toca convivir con una cultura que tiene bien identificados ciertos `enemigos´, los cuales han sido expiados por su `bien´. Aquí los responsables son los poderosos que discurren sobre la `seguridad y el orden´, esa misma clica que nunca acepta que la excesiva jerarquización de la sociedad es la causante de nuestros males. En pocas palabras, el sistema crea las diferencias y a su vez los fantasmas, que después serán perseguidos para mantener el statu quo.

La verdad es que esta forma de indoctrinación identitaria, la cual tiene como objeto implantar una mentalidad divisoria en sus súbditos, es la principal responsable de los excesos étnicos que vemos alrededor del mundo, pero especialmente en países como México y EUA.

Se nos mantiene ocupados debatiendo quién tiene la razón o quién merece ciertas cosas, mientras perdemos de vista aquella legalidad que alguna vez estuvo en pie para defender a los débiles y a las minorías de ser avasalladas por el desenfrenado poder del dinero.

En ese sentido, esta guerra que se nos dice libramos contra el mal, como cualquier otra de la historia, se pelea por muchas más razones de las que se aceptan públicamente. Dicho de otra forma, la moralidad pública es solo un chivo expiatorio conveniente, el betún de un incomestible pastel que hemos permitido que se cocine sobre nuestras espaldas durante décadas.

La evidencia que incrima en esto tanto a México como a EUA supera por mucho a sus asimétricos e injustos acuerdos comerciales. Lo primero es el apuntalamiento de ciertas etnias, como los negros y los indígenas. ¿Qué mejor ejemplo de parcialidad que la falta de resolución legal para las víctimas de Ferguson y las de Ayotzinapa?

Lo segundo es la privatización de la seguridad, fenómeno que nos ha amarrado por la fuerza a la usanza del antiguo bajo y alto Egipto. Cada vez nos parecemos más en el cómo enfrentamos la `criminalidad´, ya que ambos hemos militarizado, privatizado y alineado las directrices que delinean lo que debe ser perseguido.

En tercer lugar está la inmovilidad social y la mala distribución de la riqueza, lo cual se ve reflejado en las luchas #occupy de aquel lado, como en las protestas generalizadas de este.

Lo cuarto es el discurso del terrorismo, el cual ellos lideran, pero que nosotros ya empezamos a usar en contra de los inconformes, para literalmente criminalizar al diferente, con todo y pobreza material.

La quinta evidencia es la más obvia de todas: esa guerra contra las drogas que ha sido mucho más costosa para nosotros que para ellos, que nos prestan y nos venden armas. Es aquí donde inflamos presupuestos de guerra, sumamos deudas impagables, privatizamos más cárceles, incrementamos el caudal de sangre y desestabilizamos al Estado mismo, ese que comoquiera venía tambaleándose por su propia y corrupta cuenta.

La síntesis de este secuestro de las repúblicas es la prostitución de los perfiles raciales y la guerra en su contra, desgracia que acontece mientras algunos cuantos se hacen de cada vez más fuerzas privadas para enriquecerse y protegerse.

La raíz de la guerra no son ni México ni EUA como identidades. La raíz de la guerra es la política neoliberal racista, que tiene a ciertos actores bailando sobre la superficie de algo enteramente podrido.

Estamos ante regímenes fascistas, que agitan el patriotismo mientras aplican el genocidio selectivo para limpiar a aquellos que por negocio han preferido olvidar. No solo los matan. Sutilmente se deja de hablar de ellos en ese espacio público que alguna vez se presumió como plural.

Hace mucho que dejamos de ser repúblicas, estimado lector.

Tuesday 25 November 2014

A un paso del abismo


“A veces la ley pone al aparato completo de jueces, policías, prisiones y gendarmes al servicio de los saqueadores, mientras trata a las víctimas como criminales”

Frédéric Bastiat (1801-1850) intelectual francés

En momentos de mayor agitación, como este, es cuando se toman peores decisiones, por lo que vale la pena repasar lo que está en juego para evitar caer todavía más profundo en la incomprensión colectiva.

Estamos a muy poco de legitimar el Estado policiaco que de facto hemos venido armando desde inicios del milenio.

Es muy claro que el péndulo de la agitación social se movió sustancialmente hacia la radicalización de la lucha durante las últimas semanas. En esa línea, la respuesta de las autoridades ha sido la misma: apretar las tuercas de la represión para recuperar ese ‘orden’ que aseguran solo deviene de una efectiva aplicación de la fuerza.

Debemos tener mucho cuidado, ya que estamos en peligro de perder las pocas libertades civiles que nos quedan, y todo porque unos cuantos se mantienen necios en que la violencia es el único camino para resolverlo todo.

Quiero dejar en claro una cosa: Un Estado militarizado representa la derrota de cualquier cultura que se presume como republicana. Y lo peor del nuestro caso es que estamos permitiendo que se monte la dictadura sobre una sociedad profundamente corrupta, mezcla súper explosiva para el desarrollo y la felicidad colectiva.

Llegó la hora de hacer las cuentas de muerte y gasto público en milicia para poder concluir que nos equivocamos como comunidad. Si queremos algo revolucionario, algo que marque el inicio de algo nuevo, debemos permitirnos intentar caminos alternativos a formas de ser que ya han comprobado su fracaso.

Para recuperar la paz primero necesitamos tener concordia, y esta no llegará por si sola. Urge establecer un nuevo pacto social basado en el respeto de las diferencias, en el cual el Estado se encargue de hacer leyes que permitan la igualdad en el espacio público. Además se deben regular los excesos privados, en aras de atemperar las diferencias socioeconómicas que detonaron conflictos como el actual.

Si permitimos que se calme a los manifestantes a golpes enterraremos con ellos las causas de su inconformidad. Estoy de acuerdo que tampoco se les puede dejar que hagan lo que quieran, especialmente cuando son una minoría que por cualquier motivo se echa a la calle. Lo irónico es que este no es el caso, ya que la protesta generalizada se ha convertido en el termómetro de las condiciones sociales en el país.

Fundamental será reforzar el escrutinio sobre las autoridades, ya que como el sistema autoritario se ha vuelto autorreferencial, es muy factible que estén esperando cualquier cosa para pegar el golpe definitivo. De ser así, terminaremos de ahogarnos en una vorágine de violencia y militarismo. Esto no solo será improductivo, si no que también será la plataforma hacia un mayor sufrimiento comunitario.

No debemos dar excusas para que se sigan ‘legitimando’ la guerra y la militarización, ya que de hacerlo estaríamos jugando a las manos de nuestro vecino del norte, quien es experto en ‘desactivar’ bombas que hacen tic-tac, como la nuestra.

Siento que debemos aprovechar la coyuntura de energía ciudadanía para reconectarnos primero entre nosotros a nivel horizontal, para de ahí poder unificar el poder popular a favor de algo nuevo. Si nuestra actitud es pacífica seguramente seremos recibidos con mejor cara. Dicho esto, aclaro que la consigna tiene que ser concertada en contra de la guerra que llevamos más de una década peleando.

No lo quiero asustar, estimado lector, pero falta poco para que los medios empiecen a compararnos con Irak y Siria, y sus fenómenos particulares de Al-Qaeda e ISIS. Puede que le asuste esto, pero en definitiva el número de muertos que hemos generado nos coloca en las ligas mayores de la descomposición social.

Por mientras le sugiero que no tenga muchas expectativas de las reformas migratorias que Obama ha sugerido al cuarto para las doce; esto es parte de la estrategia electoral que busca coronar a Hillary Clinton con la presidencia el año que viene. Claro que sirve para aligerar un poco la tensión de este lado de la frontera, pero una vez que los republicanos tomen el poder absoluto –con todo y Presidencia– la echarán para atrás para alinearse con sus dogmas econométricos.

En estos mismos dogmas cabe la tardía legalización de ciertas drogas, la cual a estas alturas ya deben estar ajustando para sacarle mejor provecho económico una vez lograda. Ojalá que se apuren con eso, ya que los mexicanos no hemos tenido el valor de legislar en pro del pragmatismo realista, ya que preferimos seguir con los lloriqueos moralistas que no hacen más que endurecer a nuestra cultura.

Sunday 23 November 2014

De piñatas y enojos populares

“¿Cómo puede hacerse justicia descargando tus pecados sobre otros?”
Robert A. Heinlein (1907-1988) escritor estadounidense

La intención de evitar un enfrentamiento de gran escala con los manifestantes, que llevó a la cancelación del desfile del 20 de noviembre en el Zócalo, nos dio la oportunidad de presenciar un fenómeno único.

Decía el antropólogo James George Frazer, que el mago de las sociedades antiguas se convirtió en su primer jefe cuando sus actos de magia pública convencieron a la población de sus poderes, y fue por eso que le   encumbraron. Asimismo, Frazer relata que el líder debía mantener una apariencia de sabiduría, ya que una simple equivocación podía costarle la vida.

En la actualidad llamamos a esos líderes primeros ministros o presidentes, los cuales ocupan puestos de elección popular. En ese línea, la magia antigua ha sido sustituida por los resultados económicos de la modernidad, esos que dibujan el contorno alrededor de cualquier político que se presume como legítimo.

Por otro lado está el concepto del chivo expiatorio del filósofo Rene Girard, que en resumidas cuentas se refiere a un animal o persona que es  sacrificada para justificar la violencia, así como la restauración de la paz que supuestamente se logrará con su sacrificio. En ese sentido, el chivo expiatorio es el concentrador del odio de la comunidad, el cual debe morir para que se restablezca el orden.

La coraza de fuerzas armadas que protege a los jefes de Estado contemporáneos evita que se les ´ajusticie´ como antes. Por eso es que los inconformes suelen escoger sustitutos simbólicos para efectuar dicho sacrificio fundacional, como lo fue la quema de la ´piñata´ gigante del presidente Enrique Peña Nieto durante las manifestaciones en el Zócalo.

Esta quema del ´Judas´ puede interpretarse como un arrebato de la estafeta del chivo expiatorio, ya que generalmente es el Estado quien detenta dicho poder de crear enemigos para justificarse en la cima. La paradoja de la cancelación del desfile militar es que facilitó actos de expresión popular como estos, en donde por momentos el pueblo pudo ´abollar´ la corona del primer mandatario de la nación.

Dicho esto, aclaro que no todas las manifestaciones alrededor del país fueran violentas. No obstante, el fenómeno que se vio en el Zócalo fue algo demasiado simbólico como para ser ignorado. Interesante será el ver las consecuencias de dicho desmán, ya que es probable que la violencia seguirá  reverberando entre los grupos de protesta más radicales del país.

Comoquiera que sea, se vuelve necesario analizar este radicalismo, ya que aunque no refleja lo que las mayorías piensan, sí por lo menos debe de tomarse como un ´termómetro social´ para medir el nivel de las pasiones. No debemos de olvidar que para algunos la revolución armada es el único camino, por lo que hay que considerar lo sucedido como una llamada de atención.

El sociólogo francés Emile Durkheim se hubiere referido a las protestas del 20 de Noviembre como un claro caso de anomia, lo que equivale a la ausencia, el colapso, la confusión o el conflicto en las normas de la sociedad. Si la gente no se identifica con eso que se vende como superior, puede que le falte al respeto, especialmente si siente que eso con lo que hay que identificarse ha perdido un significado personal y colectivo.

Desde la óptica de la psicológica social lo acontecido puede entenderse como una crisis de la identidad mexicana. Yo agregaría que dicha identidad sufre cada vez que se viola flagrantemente la ley, cuando se exhibe así la monumental corrupción a la que nos hemos acostumbrado. Para mi, la aparición en pantalla de Angélica Rivera fue el refrendo televisivo de lo que somos, o por lo menos, de lo que nos hemos permitido como sociedad. Ese ´tótem´ de mentira y corrupción lo hemos construido todos, al dejarnos  seducir por ese perpetuo circo mediático de pantalla.

Otra perspectiva de las demostraciones como la quema apuntarían al colapso del Pacto Social entre políticos y ciudadanía, y es ahí donde figura la vehemente violencia con la que se selló dicha ruptura.

Y que decir de la toma del Palacio Legislativo de Hermosillo, Sonora, el cual fue asaltado por un ecléctico grupo de ciudadanos que aprovecharon para ventilar todo tipo de demandas. Aquí no cabe más que agregar que este golpe de Estado popular pudo ser motivado por algunas de las categorías incluidas en este escrito.

Thursday 20 November 2014

Global-es / La telenovela continúa

China y la ilusión del progreso


`EUA debe ir acostumbrándose a la idea de que los chinos seremos los primeros´

-Xiang Bing (1963- ) consultor y académico chino

Tarde o temprano se dará la transición hacia un mundo en el que China dictará las reglas del juego global.

Esto quiere decir que lo que cambiará cuando se dé la consolidación definitiva del dragón asiático es el papel dinero que rige las transacciones comerciales y financieras del mundo, así como también el andamiaje de leyes internacionales, que hoy ha sido rebasado por los esfuerzos occidentales de contener la multipolaridad de potencias en el mundo. La moneda china será la que determinará las cosas a gran escala, ya que su surgimiento se debe a la continuación del sistema financiero que hoy nos gobierna. Dicho eso, aclaro que las características de su poderío no le permitirán anclarse como la súper hegemonía única del planeta.

Esto será así debido a dos realidades. La primera es la crisis ambiental por la que atraviesa la especie, la cual, con todo y empuje asiático, no nos permitirá continuar con esta forma de vida intacta. Simple y sencillamente no hay recursos naturales para proveer de materialismo a otros 1,000 millones de personas. China compite contra el mismo sistema que empoderó a Occidente, por lo que como resultado lo perpetuará hasta agotarlo. Lo segundo son las capacidades militares de países como EUA, Inglaterra, Francia, Alemania, Arabia Saudita, India y Rusia. Hay muchos poderosos en el tablero como para permitir que Beijing disfrute en paz su estancia en la cima.

Por lo pronto hay que irse a acostumbrando a la caída de más dominós a favor del posicionamiento internacional del yuan. En Argentina el Banco Central ya está recibiendo yuanes a la par del dólar, mientras que en Alemania Frankfurt ya empezó la conversión directa de yuanes a euros. A esto hay que sumarle la presencia de bancos de inversión chinos en Londres, como también las transacciones en yuanes que los ingleses están efectuando en Hong Kong. Por último están los arreglos directos de Beijing con una gama de países que no forman parte del BRICS, como Irán, Nigeria, y otros africanos.

Con todo y estos avances en lo económico, lo financiero y lo militar es importante denotar que la transformación cultural a nivel global tardará bastante más que la numérica. Esto porque la globalización del mundo ha sido llevada a cabo por la dupla anglo-americana durante doscientos años, que han hecho del idioma inglés y de sus prácticas de negocio y de consumo la base del mundo interconectado en el que hoy vivimos.

Si uno viaja a los países vecinos de China puede constatar la penetración cultural del gigante. Eso mismo pasará en México, pero falta mucho para ello. Por eso es factible que por lo menos la siguiente generación se mantenga todavía influenciada por la cultura anglosajona.

Algo que sí queda desprestigiado con el surgimiento de capitalismos de Estado como el chino es aquella visión que aseguraba que el crecimiento económico catapultaba las reformas políticas, y por ende las libertades sociales. Lo que hemos visto en este mundo post Guerra Fría es que la democracia y la libertad han sido supeditadas a la `seguridad´, algo mejor descifrado como el afán de mantener la ilusión del progreso a toda costa, incluyendo las cifras que nos desfavorecen. Los chinos no se están armando para esto, se militarizan para reforzar al Estado como garante de un capitalismo y mercados internacionales cada vez más anárquicos.

El otro día una persona me aseveró que un mundo dirigido por China no será mejor que el ahora controlado por EUA. Le respondí que no importa quién dé la cara en el momento, ya que lo determinante es quién maneja los bancos y las deudas que hoy nos esclavizan a todos. Es así que cambiaremos de iconos (del dólar al yuan) y rituales –nuestros bisnietos hablaran mandarín–, pero la pleitesía por el dios dinero se mantendrá inerme.

Tuesday 18 November 2014

Jardín de Bienestar


`Mira profundamente a la naturaleza, así entenderás todo mejor´

-Albert Einstein (1879-1955) filósofo alemán

Una forma segura de cambiar al país es reconstruir la comunidad desde sus bases y desarrollar una reciprocidad orgánica con el entorno en que vivimos.

La vida empieza con los niños, esos frutos de la naturaleza presente. Lo desafortunado es que vivimos en ciudades cada vez más urbanizadas, aisladas del contexto natural del que venimos. Es por eso que enfermamos, ya que cada vez comemos alimentos más procesados y artificiales.

Es cierto que todavía existen alimentos naturales en la ciudad, y de hecho, son los supermercados los que se encargan de ponerlos cerca de nuestras casas, ya que hemos extraviado a la naturaleza entre tanta urbanización. No obstante, los supermercados también representan la coronación de la sociedad del procesamiento, esa que avienta algunas plantas sobre la mesa, pero que por otro lado llena el resto con cosas de mentiras, esas que nos restan calidad de vida al consumirlas.

Nuestro problema de obesidad y falta de motivación viene de lo que comemos, ya que hemos separado la buena comida por precios –la orgánica y sustentable– que algunos se matan por pagar para mantenerse saludables. El problema es que la gente que no puede pagar lo que se vende como `saludable´ no tiene de otra más que comprar lo procesado, eso que se ha abaratado gracias a la mercantilización de la comida. Es por eso que muchos han deteriorado su salud, al grado de convertirla en algo que afecta a la comunidad y la cultura.

Si una persona no tiene salud corporal, por lógica no manejará bien sus emociones, lo cual afectará sus decisiones mentales en el camino. La base es el cuerpo, y sobre él se montan las emociones, y apenas encima la razón.

Lo que trato de decir es que corregir la forma en que comemos no solo es clave para nuestro cuerpo y su estética, sino también para el cómo nos sentimos y cómo discutimos lo que somos como comunidad.

Por eso considero que deberíamos traer de regreso lo que dejamos en el camino hacia la ultra-urbanización. Con esto me refiero a los jardines de niños de a de veras, esos donde los pequeños aprenden a plantar semillas mientras ven los frutos crecer, para así poder entender los ciclos y los tiempos de la naturaleza.

No estoy en contra de la escuela ni de la educación formal, pero creo que primero habría que sentar las bases naturales de la comunidad, antes de montarle la identidad a las personas. Fundamental sería el reconectarnos antes de colgarnos atributos, prácticas y etiquetas de todo tipo, incluyendo a la tecnología como la `salvación´. Lo que necesitamos urgentemente en ciudades como Monterrey es humanizarnos, para de ahí integrarnos en lo cultural y lo económico. ¿Cuál es la prisa por comprarle una tableta computarizada a un niño, cuando ni siquera le hemos enseñado a ser autosuficiente?

No solo hay que educar en formas de pensar; también hay que educar para ofrecer alternativas de vida que nos permitan reciclar ideas para romper estereotipos.

En vez de celebrar la abundancia consumista con base en el crédito y rellenar nuestros vacíos con productos `orgánicos y sustentables´ mejor reaprendamos a hacer comunidad desde la naturaleza. Tecnologizar la vida de los niños desde temprana edad es profundizar su futura despersonalización como adultos. Sustentabilidad es autonomía, y no marcas de moda.

La comida es con lo que nos activamos, ya que reconectamos con lo que somos, reciprocamos. No hay mejor enseñanza que la que la naturaleza misma tiene para nosotros. Volvamos a las prácticas buenas y seguras, no a las soluciones fáciles y cortoplacistas.

Quién sabe cuál sea el bien común; eso es algo cambiante. Por lo pronto se antoja más fácil vivir con simpleza, empezando desde el principio, para poder sembrar algo nuevo con nuestra participación.

Sunday 16 November 2014

De murallas y finales


´Fue el continuo deseo de reconocimiento del esclavo, y no la ociosa complacencia ni la inmutable identidad del amo, lo que impulsó la historia para adelante´
-Francis Fukuyama (1952- ) escritor estadounidense

El pasado 9 de noviembre se cumplieron 25 años de la caída del Muro de Berlín, evento que sentó las bases para la consolidación de un mundo multipolar.

Fue el mismo Fukuyama el que aseveró que el hecho representaba el triunfo definitivo de la democracia liberal, o sea, que el capitalismo finalmente  se sobreponía al socialismo/comunismo como forma de vida. Y, aunque es evidente que en la actualidad casi todos los países del mundo han adoptado el capitalismo como sistema, esto no equivale a que se practique de forma democrática o liberal.

Las grandes potencias emergentes como Rusia y China se someten periódicamente a elecciones, pero en la práctica se gobiernan de forma dura, esquema que tiene al Estado moldeando a la economía y a la sociedad en algo denominado capitalismo de Estado.

La verdad de las cosas es que por su lado Occidente también ha venido contaminando su democracia liberal, ya que no solo es la guerra la que ha recrudecido en detrimento de las libertades de la ciudadanía. La crisis del sistema financiero obligó al Estado a salvar la banca del colapso en 2008 con dinero público, y hoy todavía existen secuelas de ese intervencionismo político en economías como la de EUA.

Desde mi punto de vista lo que está en crisis es la filosofía del liberalismo como tal, algo que puede palparse en el fracaso de la institucionalidad global que intenta propagarlo. Los conflictos en las relaciones internacionales ya no se están arreglando de acuerdo a derecho, pero esto no solo es un efecto  del surgimiento de un manojo de potencias, que por lógica han descuadrado el equilibrio institucional ya canteado hacia Occidente.

La ineficacia de las instituciones de alcance global también devino por los abusos de sus fundadores, los estadounidenses y los europeos. El mejor ejemplo es la consolidación de Rusia como ´archienemigo´. La desmedida arrogancia que la OTAN ha venido derrochando desde la caída del Muro de Berlín ha puesto en entredicho a organizaciones como la ONU en varias instancias. Asimismo, otro efecto inesperado del actuar de este club de poderosos ha sido el fortalecimiento de Pekín, Delhi, Brasilia y otras capitales emergentes, donde nuevos liderazgos están levantando la voz en contra de sus antiguos colonizadores.

El caso ruso es el mejor ejemplo de cómo Occidente enalteció a un país que estaba en relativa paz antes de tanta injerencia en su esfera de influencia. En pocas palabras, si no se le hubiere puesto tanta atención posiblemente hoy no estaría defendiéndose como lo hace. Aquí caben las declaraciones de gente como Henry Kissinger y de revistas como Forbes, que aseguran que Occidente ha perdido su batalla contra Vladimir Putin.

El mundo ahora vive en un estado caótico y ultracompetitivo. La integración global ha sufrido por la puntiaguda lucha por los recursos para perpetuar la era del hidrocarburo y eso ha debilitado las leyes que alguna vez rigieron a algunas naciones. 

El mundo post 9-11 es uno mucho más militarizado y peleado, y para ello  qué mejor evidencia que la proliferación de murallas divisorias. Desde la muralla que divide a la India y Pakistán, pasando por la que separa a israelíes y palestinos, hasta la que segrega a mexicanos y estadounidenses; nuestro mundo se ha llenado de excusas para mantenerse como perpetua provincia enemiga.

La única constante es el cambio. Y aunque esto aplica para todo ser que habita este planeta, el ser humano se aferra a su proyección de cómo deben ser las cosas. 

Es un hecho que ya transitamos hacia un mundo multipolar, en donde los orientales están produciendo y creciendo más de lo que hubieren soñado hace apenas algunas décadas. Con todo esto, algunas hegemonías se siguen comportando como los líderes de un mundo que presumen como libre, pero que en realidad no lo es, por esa misma urgencia de ´liberar´ a otros a toda costa.

La historia nos enseña que no hay algo que dure para siempre, y menos si es restregado a otros en contra de sí mismos.

La moraleja es que no hay un estadio y parada finales de nuestro desarrollo como especie. Hay que estar negociando eternamente para poder vivir con decencia en el presente.

Thursday 13 November 2014

Global-es / México arde

Almanaque de ismos y manías


“Los verdaderos caracteres de la ignorancia son la vanidad, el orgullo y la arrogancia”

Samuel Butler (1835-1902) poeta inglés

La forma en que actuaron los poderosos durante la última semana es la mejor radiografía de lo que le sucede al país.

El affaire de la casa blanca y los trenes significó lo peor a lo que se puede llegar en cuanto a la política. Es para mí un misterio el cómo pueden salir a dar la cara como si nada hubiera pasado, mientras el mundo entero corrobora que ya tocamos fondo.

Espero que algún día no muy lejano podamos cantar otra melodía. Por lo pronto es importante resaltar que este tipo de conductas no son casos aislados. Estos son los procedimientos operativos estándar de una parte de la clase política, o sea, patrones anquilosados que le bloquean el paso a otras formas de hacer las cosas.

Aquí una lista con el detalle de cada una:

Lo primero y más grave se llama corporativismo, sistema que entrelaza intereses públicos y privados en detrimento de la comunidad. Parecería que nuestro país ya se habituó a las relaciones de poder entre política e iniciativa privada. Y aunque esto ha sido la constante desde que iniciamos civilización, también es cierto que un grado excesivo de corporativismo pone en entredicho a la representación burocrática, así como sucede en la actualidad.

Lo segundo que observamos en cuanto a la licitación del tren rápido fue el favoritismo, el cual está basado en concesiones y premios, que tienen menos que ver con la competencia y los libres mercados que con el amiguismo y la arbitrariedad. Esta cercanía de intereses toma en cuenta a muy pocos, algo mejor conocido como amiguismo, la tercera categoría de este almanaque.

La cuarta entrada se denomina elitismo, mismo que en nuestro caso no está conformado por los mejores y los más preparados, sino por los más corruptos y los políticamente “bien” conectados. Esta forma de proceder es la culpable de que al final se concentre el poder en menos del 1% de la población.

La quinta desgracia, a la cual me referí en columnas anteriores, es el “sectarismo de clase social” exhibido por la burocracia, que ha convertido a la política en un negocio para acceder a las altas esferas de la sociedad. Dicho de otra manera, lo que tenemos es a los mestizos realizando el sueño poscolonial de gobernar su propio “virreinato”, así como lo hicieron los españoles peninsulares y los criollos en su momento.

Por ende, la sexta peripecia a la que nos hemos acostumbrado es la “vanidad de nivel telenovela” desplegada por la “burguesía exprés”, que por lo visto requiere de los lujos más estruendosos para complacerse.

El séptimo sitio lo ocupa el parroquialismo informativo del que somos víctimas, mismo que se ha encargado de reducir y simplificar el discurso y sus palabras, afectando con ello la calidad de la argumentación pública. Básicamente, las personas, las cosas y las ideas son buenas o malas, dependiendo de quién esté dando la cara ante los medios en el momento.

Y qué decir de la mitomanía a la que somos sometidos, en la cual todo lo que se dice es al revés, ya que la mentira es lo que subyace. Más aun, las mentiras son envueltas con una fuerte dosis de soberbia, que cala hasta lo más profundo del ser.

Imposible despedir esta columna sin agregar a la lista la “displicencia grado monárquico”, que derrochan cuando se descubren sus chiflazones, actitud que también fue arrastrada por los que enfrentaron a una China molesta por la cancelación de la concesión para el tren. La solución a una de las crisis más notorias de ridículo internacional y de antimodernización fue: “No importa, nada más les pagamos la multa y ya”.

Por último y no por eso menos determinante, fue la actitud patriarcal en contra de la mujer, ya que simple y sencillamente se responsabilizó a la primera dama de ser la dueña de la ostentosa vivienda.

Ese intento de disuadirnos de la realidad que han tejido fue la cereza en ese insípido pastel llamado inconformidad popular, que han venido horneando por décadas en el país.

Tuesday 11 November 2014

El colapso de la identidad


`Una nación se define por gente adversa que ha sido unificada por una causa y un sistema de valores´

Fela Durotoye (1971-) escritor nigeriano

La desconfianza generalizada en las instituciones, junto con la desidentificación popular con el proyecto nacional, están causando estragos en el sistema republicano.

La construcción exitosa de cualquier concepto de nación gira alrededor del reconocimiento de sus instituciones, simbiosis que es fundamental para la civilidad y el desarrollo. Clave en este proceso son las autoridades, que son las responsables de sublimar las enemistades individuales y grupales a favor de una colectividad funcional.

Los mecanismos para lograr esto son dos, la educación pública y las instituciones sociopolíticas. La educación se encarga de implantar la identidad nacional, mientras que las instituciones reciclan lo que somos a todo nivel. Hoy se ha hecho evidente que no solo experimentamos una crisis económica, sino que también vivimos un colapso de identidad, ya que los mecanismos básicos para su consolidación han sido cooptados por una clase política corrupta e ineficiente.

La identidad social es lo más determinante después de las necesidades materiales, ya que no puede haber planes conjuntos, sin un sentido comunitario que los sostenga. México ha entrado en una etapa de catarsis de significación, ya que no existe reverberación entre lo que nuestros representantes dicen y hacen.

Entonces, lo que tenemos en la práctica es un `provincialismo simbólico´, o sea, una mentalidad que no trasciende la identificación con la familia, el clan o la clase social, que tiende a segregar a otros que son vistos como diferentes, ajenos a los que los más privilegiados presumen cotidianamente. En esto culpables somos todos, incluyendo a la ausente burocracia.

Venimos arrastrando este tipo de actitudes desde la colonia, pero puede aseverarse que fue la modernización del país lo que más ha contribuido a la polarización racial, cultural y socioeconómica de nuestra población.

La modernización de México nunca siguió el script académico, por lo contrario, para nosotros modernizar significó concentrar, segmentar y reprimir, ya que las mayorías nunca fueron incluidas en el esquema. Es cierto que hubo crecimiento y clases medias, pero también, que olvidamos a  los muchos que ahora reclaman lo que les corresponde.

El éxodo rural del siglo pasado hoy ha fracasado rotundamente, ya que la actividad industrial que alguna vez arropó a los millones que llegaron a las ciudades se ha ralentizado, debido a nuestra inserción en un mundo súper competido y globalizado. Ya no existe el trabajo seguro que alguna vez había, y por ello es que hemos inflado el número de la informalidad hasta el 60% de la población económicamente activa. Asimismo, el corporativismo rampante ha llegado hasta el campo, para robarle su forma de vida ancestral a quienes siempre han preferido lo rural ante lo urbano.

Es por eso que el contexto que se dibuja con esta realidad es espeluznante. Hoy tenemos a las clases medias interconectadas quejándose de lo que sucede, ya que por fin han sentido en carne propia las dificultades económicas por las que atravesamos. Asimismo, las clases obrera y campesina -que forman la base social de nuestra estructura social- también se han sumado a la inconformidad, ya que han descubierto el engaño institucionalizado que les deja fuera de la jugada.

La inconformidad popular siempre será natural ante los abusos generalizados. La bronca es cuando esta inconformidad es ventilada con los ánimos tan caldeados como los de ahora, momento en que todo parece estar alineado para la destrucción de lo que tenemos. En ese sentido, la politización de la sociedad es muy buena, siempre y cuando exista una identidad colectiva sólida, que limite los excesos emocionales como el odio. Dicho de otra forma, la politización sin identidad es peligrosa.

No hemos querido reconocer que centralizarlo todo no es la solución. Es así que seguimos aplaudiendo toda moción a favor de la mayor concentración de poder. Tan fácil es voltear a los lados, para percatarnos de lo perjudicial que ha resultado el entregarnos ciegamente a los de arriba, los cuales no escatiman en arrebatarnos las libertades civiles a favor de una visión maniquea de nación.

Me parece fundamental crear espacios para que todos discutamos lo necesario para dejar todo esto atrás. Urge una visión que acepte que el cambio de paradigma es esencial para recuperar la república, idea que lentamente se nos escapa por preferir ignorar la realidad que yace frente a nosotros. Debemos dar vuelta a la página de este durísimo capítulo de nuestra historia lo antes posible.

Sunday 9 November 2014

La legalización es inminente

´Las penas en contra de la posesión de una droga no deberían ser mas dañinas para el individuo que el uso de la droga misma´
-Jimmy Carter (1924 - ) exPresidente de los EUA

La inercia legalizadora de la marihuana ha llegado a la capital estadounidense, hecho que marca un parte aguas a favor de su completa legalización a nivel nacional.

En esa línea, es muy factible que el gobierno federal, el cual cada vez es más influenciado por el partido republicano, utilice el asunto de la legalización para politizar aun más su relación con el opositor partido demócrata. Casi todas las recientes encuestas sobre la legalización indican que más de la mitad de la población   están ya a favor, tendencia  que seguramente será aprovechada por los que buscan consolidarse en el poder en las próximas elecciones.  Por eso es ya muy fácil aseverar que la total legalización se aproxima. 

Muy pronto nos tocará ver como los republicanos tuercen su discurso conservador anti droga para ‘arroparlo’ como nuevo  negocio. Ese proceso habrá finalizado cuando hayan  convertido a la marihuana en un producto legitimo más, de esos que son intercambiados sin problemas en los libres mercados que forman la base económica de su país.  

Por el lado discursivo la legalización será usada por los republicanos para enterrar el legado de  los demócratas, ya que por fin  están reconociendo lo ineficaz  que es la guerra contra las drogas. A esto hay que sumarle las criticas  a nivel internacional, las cuales están repudiando el enfoque punitivo que se ha venido siguiendo.

Washington está consciente de lo perjudicial que ha sido la guerra para el Estado mexicano (con todo y que las empresas armamentistas están de bonanza), por lo que es posible que estén considerando los efectos que le legalización traerá para nosotros. 

Es así que la principal duda que surgirá  con la legalización es la viabilidad de la costosísima  guerra contra las drogas, que  ha sido un fracaso de ambos lados de la frontera. El legalizar lo que hoy se persigue eliminará de golpe la principal justificación punitiva para esa deteriorada política pública, por lo que la ‘luz verde’ para la planta ciertamente obligará a terminar con su beligerante persecución. 

Las implicaciones para México de esto serán fundamentales, ya que ha sido la presión estadounidense la que no nos ha permitido hacer algo distinto. Ulteriormente, esta  guerra nos ha traído  mucho más violencia de la que ya teníamos antes de su lanzamiento.

Los mejores indicadores del fiasco contra las drogas son tres. El primero es la cantidad  de muertos desde el 2006, los cuales hoy se contabilizan en mas de 200 mil. Lo segundo tiene que ver con la abundancia de droga y  su calidad, factores que no han hecho más que agudizarse debido a la ilegalidad de las sustancias.  Lo tercero es el relato de la militarización de nuestra vida social. Las inversiones en seguridad y vigilancia han subido dramáticamente durante los últimos años, y esto ha sucedido en detrimento de otros sectores clave como la cultura y la educación. 

El fenómeno de la legalización abrirá una enorme  área de oportunidad para la sociedad civil, la cual necesita aprovechar la coyuntura para hacerse relevante. Urge  acotar al Estado policiaco que se ha montado a nuestra costa. 

Lo que estos momentos tan álgidos exigen es una novedosa actitud, para poder participar en el desmantelamiento de un Estado guerrero, como también  para contribuir en  la refundación  de una sociedad  que ha legitimado la violencia. 

Ya nos dimos cuenta que no existe final feliz para la estrategia militar en contra del narco, ya que el mismo es el reflejo material de la desigualdad económica y el inmovilismo social de este país, y no de la intrínseca ‘maldad’ de los caídos.  En ese sentido, las etiquetas de ‘malos’ que se le venían colgando a la mayoría de las victimas, eran una forma de simplificar la compleja e inconforme  realidad socio económica que experimentamos.   

La privatización de la guerra contra las drogas –con su maniquea contraposición de buenos y malos– nos ha distraído de la guerra contra la extrema pobreza que libramos cotidianamente. Por eso le corresponde a la sociedad civil  transformar su voluntad en participación, buscando recuperar el  espacio público que hemos perdido entre tanto conflicto.

Es momento de abrir los ojos, para por fin dar vuelta a esta condimentada pagina de nuestra historia.

Thursday 6 November 2014

Global-es / ' La protesta es el termómetro '

Dos cabezas, un camino


`La gente privilegiada siempre arriesgará su completa destrucción antes de  renunciar a cualquier parte material de su ventaja´

–John Kenneth Galbraith (1908-2006) economista estadounidense

La desigualdad económica y la falta de movilidad social fueron los detonadores principales de la crisis que atraviesa el país.

En ese sentido, lo que experimentamos ahora es la álgida respuesta popular hacia los dos principales obstáculos a la vida civilizada de la colectividad. El primero es obviamente el narcotráfico, organización que se ha robado los reflectores durante la última década, debido a su sangrienta e incisiva forma de operar. El otro es paradójicamente la burocracia, ya que la incesante  cantidad de gente que accede al poder ha puesto en entredicho la institucionalidad republicana de la nación.

Lo interesante es que ambas consolidaciones tienen una correlación socio-económica, muy aparte del flagrante contubernio a-la-narcoestado que vimos en el caso Iguala. O sea, las relaciones que se han tejido entre política y narcotráfico son en sí la coronación de un proceso que tiene mucho tiempo gestándose.

Lo que trato de decir es que, tanto la burocratización como la narcotización de nuestra vida social son formas de movilidad social, que aunque distintas en sus maneras, presentan características similares que pueden sintetizarse como ‘‘sectarismos de clase social’’.

El narcotráfico como fenómeno tiene muchas causas, pero su componente sociocultural es inequívoco. Muchos de los que participan en esta actividad provienen de las clases menos privilegiadas, lo que explica el porqué están dispuestos a arriesgarlo todo para salir adelante. Es cierto que el ascenso  dentro de la estructura del narco reduce los riesgos mortales, pero comoquiera que sea, las masas indiferenciadas que ocupan el fondo de la escala social son una interminable fuente de ‘‘carne de cañón’’ para el tránsito de drogas ilegales.

Es a partir de esta realidad que podemos entender el porqué del encanto de esta ilícita actividad. La misma ofrece alternativas de vida no disponibles para las masas. Asimismo, los miembros de estas organizaciones presumen su adhesión a  los excesos del consumismo, lo que los hace más atractivos para quienes buscan movilizarse hacia arriba en la sociedad.

Por otro lado, está la creciente ‘‘representación’’ burocrática que se ha estancado como un obstáculo para lo público. México vivió bajo regímenes con tendencia socialista desde el mandato de Lázaro Cárdenas hasta el de José López Portillo a finales de los setenta. El socialismo ve como normal a las grandes burocracias, ya que estas se encargan de intervenir en la economía para guiarla por ‘‘buen camino’’.  Lo curioso es que nuestro sistema político actual no solo no redujo la cantidad de políticos, al abrazar el neoliberalismo, irónicamente nunca detuvo  su ritmo  de engrosamiento.

Hoy estamos pagando la cuenta de tanta burocracia en cuanto al gasto corriente, la corrupción, el clientelismo, y las excesivas trabas que frenan al crecimiento económico. Más aún, importante para la explicación de la burocracia como secta es visualizar la conducta de muchos que la conforman. Su trabajo político es su negocio, plataforma desde la cual acceden al estilo de vida de la clase mediaalta o a la misma aristocracia.

Los cauces institucionales están abiertos para la burocracia, pero cerrados para el narco. Comoquiera que sea, al final lo que obtuvimos son clases parasitarias, que desde su trinchera legal o ilegal han cooptado la vida social de la nación en su afán de enriquecerse.

Entonces, sobre este contexto de ‘‘hidra sectaria’’ es donde podemos colocar el montaje de propaganda que se nos ha ‘‘inyectado’’ como discurso público  desde el 2006.

La guerra contra el narco y sus ‘‘malitos’’ fue la telenovela que mediáticamente se instaló para camuflar la tragedia socioeconómica que por fin nos ha explotado en la cara. Fue por ello que el nuevo régimen optó por modificar ese programa a favor del triunfalismo reformista, secuela discursiva que se mantuvo en la disuasión de nuestras desigualdades e inmovilismos, así como del historial de decesos, que suman casi el medio millón desde que empezaron las ‘‘libertades’’ del neoliberalismo.

En resumidas cuentas, ‘‘modernizar’’ ha sido olvidar la narrativa de los de más abajo, no educándolos, mientras se aniquila a sus miembros más altisonantes para hacerle espacio a las transnacionales.

Tuesday 4 November 2014

Una carreta sin ruedas


“La elección de líderes separatistas en el este de Ucrania es un obstáculo para la paz y la Unión Europea no la reconocerá”

Federica Mogherini (1973- ) alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad

La lucha de intereses por la riqueza ucraniana está acelerando la fractura del país. No pasó siquiera una semana desde que la elección parlamentaria en Kiev fortaleciera a los políticos prooccidentales para que las regiones orientales prorrusas llevaran a cabo sus propias elecciones.

Es cierto que la historia, la cultura y la lengua de cada mitad de Ucrania la dividen también en cuanto a su predilección por Europa o Rusia. Entonces, bajo condiciones normales, los resultados de ambas votaciones reflejarían dichas preferencias ancestrales. Lo que pasa es que a estas alturas ya no puede asegurarse que las elecciones sean fidedignas, debido a la monumental crisis que agobia a la nación.

Mucha de la presión sobre Kiev viene de la UE, bloque que a grandes rasgos se mantiene dependiente de los energéticos como el gas que Rusia provee a través de Ucrania. Hace unos días Bruselas aprobó 790 millones de euros para Kiev, dinero que tendrá que ser destinado a saldar las deudas con Gazprom, empresa que ha reducido progresivamente el suministro de gas (lo que afecta de pasada a Europa) desde que estalló la crisis el año pasado.

La elección parlamentaria en Kiev tuvo como triunfadores a los partidos representados por Petro Poroshenko y Arseniy Yatsenyuk, figuras abiertamente prooccidentales que se colaron al poder durante el último año de apoyo exterior. Dichos candidatos, especialmente Poroshenko, representan a la oligarquía ucraniana, esa que aprovechó la caída de la URSS y la transición hacia el capitalismo para enriquecerse a expensas de las mayorías del país. Es fundamental tener en mente que la crisis inicial se gestó debido al flagrante robo doméstico de las reservas internacionales, fragilidad que facilitó la llegada de los distintos jugadores ahora involucrados.

Encima de esto, la caja chica de Kiev se terminó de secar gracias a la costosa resistencia armada en contra el separatismo. Es por eso que vemos a las alianzas tejerse a favor de Occidente, el bloque que está elevando más las apuestas, ya que es el que más tiene que perder de no lograrse la victoria.

Comoquiera que sea, es necesario aclarar que los intereses occidentales no están perfectamente alineados, ya que Europa y EUA buscan cosas distintas. Europa necesita consolidar sus rutas energéticas y ampliar sus horizontes mercantiles como comunidad, mientras que EUA desea contener a Rusia como parte de su juego de dominación. Asimismo, las corporaciones transnacionales quieren convertir a Ucrania en “tierra fértil” para sus operaciones, que van desde la utilización del subsuelo para el fracking (arrebatándole el negocio energético a Moscú en el camino), hasta la implementación de técnicas de agronegocios de gran utilidad, como los biocombustibles y los transgénicos.

Del otro lado de la valla tenemos a una Rusia que intenta defender lo que considera su esfera de influencia. Es por eso que seguramente Putin influyó en la última elección de las región de Donetsk y Lugansk, las cuales según los números hasta ahora tendrán como ganadores a los candidatos prorrusos.

Las regiones disputadas en el oriente habían logrado su estatus como regiones federadas en un referendo anterior. El voto de antier tuvo que ver con la elección de miembros parlamentarios y de los líderes para dichos parlamentos. En pocas palabras, la completa separación de estas regiones ucranianas es inminente.

Con todo y estos hechos, lo que me resulta más curioso es la postura alemana. Por un lado, la clase política alemana sigue ensañada contra Moscú, ya que considera cualquier gesto a su favor como parte de una confabulación entre Putin y los separatistas. Por el otro lado está la inteligencia alemana, la BND, que hace unas semanas eximió a Rusia de la destrucción del avión de Malaysia Airlines, suceso que catalizó la presión de Occidente en el conflicto. No me queda más que pensar que la inteligencia alemana representa el establishment econó- mico, ese mismo que tiene demasiado dinero invertido en Rusia como para dejarse sabotear por las chiflazones de Washington, Bruselas o la misma Angela Merkel.

Lo que se ve venir es la quiebra total de Kiev, acontecer que no hará más que agudizar las ya de por sí álgidas pugnas en torno a la final gravitación de los pedazos de la nación. En todos los escenarios posibles, el peor librado será, como siempre, el pueblo.

Sunday 2 November 2014

Global-es / Corresponsal en el Caucaso

La protesta es el termómetro


“El tótem es el ancestro común del clan, su espíritu guardián y  ayudante”
Sigmund Freud (1856–1939) psicoanalista austriaco

El sentir de mucha gente en el país se está reflejando en inconformidad pública, pero los cambios fundamentales que el sistema requiere se están perdiendo de vista en esa inercia protestante que busca tumbar al presidente.

La mega marcha que se está organizando para este miércoles tiene el objetivo principal de demostrarle al gobierno que las cosas han rebasado los limites de lo aceptable, de lo vivible. Confieso que siempre me han llamado la atención los movimientos sociales como las marchas. Existen pocos actos públicos que se les puedan comparar, en cuanto a su capacidad de transformar de inmediato la percepción colectiva de las cosas. Dicho eso, lo malo de las aglomeraciones de tal tamaño es que suelen terminar como acumuladores del enojo colectivo. Entonces, si esos tumultos no  logran  auto trascenderse, se quedan en la etapa de animadversión, justamente en lo que las autoridades necesitan para incrementar la represión.

Es por eso que es momento para aprovechar esa energía ciudadana para lograr los cambios en el sistema que sabemos son urgentes, tratando de evitar los desmanes que pudieren disolverlo todo a favor del gobierno. De no suceder así, lo que veremos es lo de siempre.

El concepto de líder va muy de la mano con esa idea freudiana llamada ego ideal, o sea, la figura de autoridad como concepto clave para la pacificación de las pasiones individuales y colectivas a favor del orden social. Sublimamos nuestras ganas más profundas e incomprendidas de hacer y deshacer, a favor de un símbolo de mando estable, el cual internalizamos como una especie de padre colectivo.

Entonces, el ejecutivo o representante de cualquier comunidad equivale a la vez una figura patriarcal y un ego ideal para la agrupación que se encuentra bajo su mandato. El ego ideal es la proyección de admiración que desarrollan sus miembros para con el líder del grupo. Es así que nuestros impulsos y  enojos, que surgen del hecho de ser gobernados por desconocidos, son limitados como convención a favor de ese ´tótem´ que nos organiza de forma común.

Los líderes, en esa línea, no solo lo son en autoridad, sino que también en estructura. Esto quiere decir que la cabeza además es quien consolida el orden simbólico que antecede. El líder político establece el respeto y la indoctrinación social, así como el Cardenal, Obispo o Papa es el eje de consolidación doctrinal de la feligresía. Estos perpetúan el conjunto de ideas que homologan a grupos de personas bajo una misma cosmología e idiosincrasia.

Estos conceptos nos sirven para entender al México de hoy, en donde por lo visto hemos pasado ya una fase terminal en cuanto a los fines de las protestas. Lo que muchos desean es atacar a la figura del presidente mismo, tumbar al tótem, ya que como lo expliqué con anterioridad, este se establece como un ancla inconsciente en lo social, pero también como icono del orden colectivo imperante
en el espacio público. 

No propongo que se repriman las protestas, ya que esto solo las haría mas frecuentes y violentas. Lo que el Estado debería de hacer es tratar de comprender las motivaciones de estas expresiones, para poder desarrollar esa capacidad de empatía entre autoridad y representado que tanto necesitamos para el ahora y el después. El peligro que corremos todos es que estos entes –el social y el político– no se pongan de acuerdo, y que al final las cosas terminen radicalizándose de forma peligrosa.

Dicho esto, enfatizo que preferiría el que se utilizase este momento público para desarrollar esa consciencia crítica de la situación por lo que atraviesa el país, y no para justificar la creación de nuevos partidos políticos, o para legitimar el surgimiento de nuevos liderazgos carismáticos, excusa perfecta para lanzar la carrera de algunos engreídos con aspiraciones de poder.

Ojalá se aproveche lo que sucede para analizar a fondo la estructura económica, ideológica y política de nuestra colectividad. De lo contrario, lo que pudiere consolidarse en México es la simple protesta como método para expiar nuestros odios sobre los hombros de otros muy confundidos compatriotas, enajenados por su desmedida pasión en contra de los símbolos del poder.

Lo importante es tratar de entender lo que está detrás de quienes detentan el poder, evitando centrarnos en sus actores. Hay que priorizar el análisis de los patrones y las conductas nocivas, no en las características personales de quienes nos caen mal.