Sunday 1 March 2009

Crecimiento Urbano y Desarrollo Arquitectónico en Monterrey

I. La ciudad de Monterrey en contexto histórico

La ciudad de Monterrey no se formó como asentamiento importante hasta el siglo XVI,  con la llegada de los colonos europeos de mayoría española. Fueron éstos los que con su influencia política y económica lograron establecer los principales centros de poder en la ciudad. Las edificaciones se hacían en base a los lineamientos de la Corona y su distintivo cultural. Ejemplo de esto fue la construcción de la plaza central y su respectiva Catedral, todo esto a semejanza de sus propios estilos arquitectónicos vernáculares. Dentro de este esquema cupo también el Barrio Antiguo, organizado en torno a manzanas que le otorgaban distinción y orden. Este centro o corazón de la ciudad representaba también el área de mayor lujo, y por lo tanto se convirtió en la zona en donde muchas familias, incluyendo las proto-regiomontanas, establecieron sus viviendas. Lo estético o bello, en aquella época, dependía directamente de los mandatos de la Corona Española. Esto sentó las bases para la arquitectura de la ciudad de Monterrey.

La Independencia de México y la subsecuente remoción de las estructuras de la Corona Española pusieron fín a su imperante influencia cultural directa. Esto le permitió a la nueva nación mexicana a diversificar -en cuanto a las opciones culturales-, para basar la planeación y desarrollo de la expansión urbana de sus ciudades, de las cuales Monterrey no fue excepción. Porfirio Díaz complementó la arquitectura existente con visiones de Francia, las cuales eran vistas como las más refinadas de la época de fines del siglo XIX principios del XX. Conjuntamente con esto, el Presidente construyó la infraestructura necesaria de comunicaciones y de industria para catapultar al país a la modernidad. Monterrey aprovechó de estos avances, así como la cercanía geográfica a  los Estados Unidos de America,  para consolidarse como polo capitalista industrial.

“…se puede decir que Monterrey no fue un núcleo urbano importante hasta ya avanzado el porfiriato a finales del siglo XIX y principios del XX, tras el establecimiento de las primeras industrias como la Fundidora y las fábricas de cerveza, vidrio y cemento.”

Bernardo Reyes no obstruyó el progreso de Monterrey,  y además fue pieza clave para la planeación urbana de la ciudad. Para este entonces las clases adineradas habían cambiado su domicilio a la región del Obispado, y los juicios estéticos que éstos grupos ejercían no eran únicamente influenciados por los de la antigua Corona Española, si no por una variedad de países europeos.

Para 1930 el crecimiento urbano de Monterrey había creado algunas dificultades y fricciones entre los diferentes estratos socio-económicos. Las clases más adineradas ahora eran industriales y comerciantes, y ya no tanto dedicadas a la agricultura y la ganadería como en tiempos pasados.  Lograron  elevar su nivel de vida muy por arriba de la media poblacional, no nada más de la ciudad, si no del país como totalidad.
 Monterrey estaba creciendo gracias la inmigración de poblaciones que buscaban aprovechar la derrama económica industrial, y esto ejerció más presión sobre la infraestructura y la demografía de la ciudad. La inequidad de ingresos comenzaba a hacerse notorio en la manera en que se distribuía la población. Las zonas industriales concentraban a las clases de menos recursos por el bajo costo de estos terrenos, dado el bajo capital estético de los mismos. No es igual vivir cerca de áreas verdes, montañas, y ríos, que vivir cerca de las fabricas y sus emisiones de contaminantes. Los más ricos querían aislarse de esta realidad, y por eso establecieron una  distancia entre sus hogares y sus lugares de trabajo.

San Pedro fue una excelente opción:
“Aunque la hacienda de San Pedro fue fundada en 1882, su importancia como municipio se da hasta la aparición de las primeras colonias residenciales en esa área. En el año de 1944, don Alberto Santos inicia la urbanización de la colonia del Valle. Ejemplo que fue seguido por otros emprendedores, quienes desarrollaron casi la totalidad del área disponible, en los 50 años siguientes.” (http://www.rcadena.net/ciudad1.htm)

Podemos constatar que existió un esfuerzo deliberado por parte de las clases acomodadas de separarse del resto de la población de clases trabajadoras y de otras todavía más desposeídas. Esto a su vez exacerbó las diferencias culturales, y como consecuencia, se modificaron  los juicios estéticos de cada estrato socio-económico, siendo el estrato más alto el más divergente. 

II. Monterrey en la actualidad

La tesis principal de este ensayo es que la distribución y consolidación del capital económico produjo y sigue produciendo expresiones simbólicas y de representación en formas arquitectónicas visibles y afines a cada estrato socio-económico, lo que a la postre evidencia un abismo entre dichos estratos.

Esto quiere decir que el crecimiento en infraestructura económica, y el desarrollo cultural de la ciudad, no se ha dado de manera uniforme. Existen municipios más “ricos” que otros, como también es muy notorio que las expresiones culturales cambian de un municipio a otro. Los colonos de San Pedro (gracias a sus altos ingresos), a diferencia de otras entidades, han tenido la oportunidad de enriquecer y diversificar su patrimonio cultural gracias a su capacidad de viajar y de tener acceso a productos y servicios ajenos a los nacionales, y esto ha influido en los juicios estéticos de sus ciudadanos. Lo que es bello para el sanpetrino no lo es necesariamente para el nicolaíta.

Cada gobierno municipal representa a la totalidad de sus ciudadanos. San Pedro es más rico porque mucha de su gente paga altos impuestos y espera servicios de alta calidad. Entonces, siguiendo esta lógica, cada gobierno municipal desarrollará su municipio de acuerdo a las necesidades de sus habitantes.

Por otro lado, a nivel político no se  ha  logrado un consenso  en lo que a la urbanización y la estética de la ciudad refiere. El “Plan Director del Desarrollo Urbano del Área Metropolitana de Monterrey” es el documento que a nivel estatal establece los lineamientos a seguir,  donde se expresa que la ciudad debe de mantener un órden y una estructura bien definida, siempre buscando el equilibrio de sus partes.
Esto quiere decir que independientemente de las diferencias socio-económicas de cada municipio, estos deben de urbanizarse respetando lo indicado en el Plan. Utilizando la analogía del cuerpo humano, cada municipio sería el equivalente a cada órgano. Todos son diferentes, pero cada uno, independientemente de su forma y función, aportan características que son determinantes para el funcionamiento del sistema total. El sistema total representa el área metropolitana de Monterrey, y los órganos son sus municipios. Lo que en teoría se busca es que cada municipio, aunque distinto en cuanto a la realidad de sus habitantes y sus funciones dentro de la ciudad, contenga espacios y puntos de encuentro y de convergencia, que lo identifiquen con otros municipios que presenten estas mismas características, y que a su vez, lo identifiquen como parte de un todo mayor que en este caso sería el área metropolitana de Monterrey.
Un ejemplo de esto son los palacios municipales. Existe uno por entidad y uno que los representa a todos. Otro ejemplo de esto, pero de corte internacional, es la ciudad de Amman en Jordania, la cual exhibe la mayoría de sus edificios públicos, y algunos privados, del mismo color, el arena.

Un elemento que ha sufrido gravemente en Monterrey es el desarrollo arquitectónico, que exhibe una profunda heterogeneidad. Siguiendo la lógica previamente explicada, e independientemente de las diferencias socio-económicas de cada municipio, éstos deberían de exhibir algunos elementos arquitectónicos que los distinguiesen como partes de la totalidad de el área metropolitana de Monterrey.
 La arquitectura debería de mostrar elementos de transición hacia la totalidad, pero la realidad es otra. La urbanización no ha respetado el Plan de Desarrollo, y en muchos casos los políticos han aprovechado de su cercanía a desarrolladores, constructores y arquitectos -que forman parte de la iniciativa privada (I P)- para urbanizar de manera corrupta y muy lejana a los lineamientos establecidos.
Me refiero a un extracto del Plan para ilustrar mejor este punto:

“Una ciudad de cualquier dimensión que sea, es ante todo una comunidad múltiple de familias y de personas que conviven en un espacio limitado y que buscan beneficiarse con esa proximidad que les permite complementariedades, posibilidades y alternativas de disfrutar beneficios que aisladamente no podrían aspirar a obtener. Sin embargo, en las grandes urbes como Monterrey, aparejada a esa posibilidad aparecen situaciones c conflictivas e incluso disolutorias de la comunidad”

(1.4.5, Plan Director del Desarrollo Urbano del Área Metropolitana de Monterrey)


En síntesis, aunque en teoría existe un “Plan Director del Desarrollo Urbano del Área Metropolitana de Monterrey”, en la practica cada municipio crece de acuerdo a los reclamos de su gente y a los intereses de sus políticos y los desarrolladores. Esto coloca a la ciudad de Monterrey como una “Meta-Polis”, que  aglomera  a  varias y  pequeñas ciudades con distintas realidades. En nuestro caso, éstas distintas realidades son profundamente delimitadas por diferencias políticas, culturales y socio-económicas.

III. La estética arquitectónica en Monterrey

La arquitectura es una parte fundamental de la planeación y el crecimiento urbano de cualquier ciudad del mundo. Más importante se vuelve cuando las urbes éstas aumentan considerablemente de tamaño, ya que debe de existir algún tipo de patrón que guíe su expansión dimensional. Por un lado la arquitectura de las ciudades, en muchas ocasiones, es diseñada para cumplir una función antes que exhibir ciertas características estéticas; fondo sobre forma. Pero por el otro lado, es también importante construir de manera ordenada y bella, lo que no exime a las autoridades y desarrolladores de cierta responsabilidad de hacer cosas estéticamente atractivas. ¿Pero atractivo para quién y en dónde? ¿Cual es el balance que debe de haber entre fondo y forma? ¿Que papel juega la estética en todo esto?
Sería bueno por comenzar a definir lo que es estético:

“Los juicios estéticos pueden estar basados en los sentidos, emociones, opiniones intelectuales, voluntad, deseos, cultura, preferencias, valores, comportamiento inconsciente, instinto, instituciones sociológicas, o alguna compleja combinación de todas estas, dependiendo de la teoría que uno aplica.”
(traducido al español - http://en.wikipedia.org/wiki/Aesthetics)

Aunque existan valores que son mundialmente reconocidos y vitoreados por distintas sociedades alrededor del planeta, a final de cuentas es cada sociedad y sus miembros los que interpretan lo que es estético para esa colectividad en particular. Como hemos visto hasta ahora, la aplicación de lo que es estético para el desarrollo de la arquitectura en nuestra ciudad ha variado según la peculiaridad histórica de cada época -la gente en el poder, las tendencias extranjeras, y los valores que portentan los distintos grupos de habitantes que la conforman- predominando los del espectro socio-económico más alto.
La expresiones culturales y los símbolos que emergen y se materializan con las edificaciones varían según la clase social y la presión que ejercen los círculos políticos con su poder y la subsiguiente movilización de recursos. Ejemplo de esto es el puente atirantado en San Pedro Garza García. En este caso fué la forma lo que se impuso sobre el fondo. Pero ésto sólo fué posible en el municipio con más altos ingresos económicos, y sólo se llevo a cabo una vez justificada la funcionalidad del puente con la supuesta mejora de la vialidad.
 El hecho de que los gobiernos dependan de recursos públicos para operar limita el trasfondo estético arquitectónico de las ciudades. Y por supuesto que la libertad para resaltar lo estético es  mucho más limitada para los municipios que cuentan con escasos recursos públicos. 

IV. Conclusión y sugerencias

El explosivo crecimiento demográfico y urbano del área metropolitana de Monterrey ha ejercido presión sobre las distintas estructuras que la conforman. La homogeneidad arquitectónica que alguna vez se tuvo en una pequeña ciudad con la imposición e influencia de la Corona Española, se ha transformado en un crecimiento con carácter desorganizado en nuestros tiempos.
Es importante revisar una vez más el Plan de Desarrollo de la ciudad,  para analizar en que momento y de que manera dejó de ser determinante en la expansión urbana de Monterrey. De manera obligatoria seria el convocar a las autoridades correspondientes, estatales y municipales, para intercambiar ideas, opiniones, y sugerencias, todo en pro de un sano diálogo constructivo que busque corregir el rumbo. Esta seria la parte política del encuentro.

Por otro lado, seria bueno establecer algún tipo de dialogo entre especialistas sociales y culturales, para buscar analizar las señas culturales que distinguen a un municipio de otro, entendiendo que cada uno se manifiesta de acuerdo a sus propios alcances y capacidades. El objetivo es identificar las identidades especificas de cada municipio y de sus respectivos habitantes, buscando puntos de convergencia.

Por último, y no por eso menos importante, sería  el organizar un dialogo entre todos: políticos, especialistas sociales y culturales, desarrolladores, y arquitectos públicos , así como de la IP, para analizar conjuntamente la posibilidad de un desarrollo armonioso del área metropolitana de Monterrey.
Esto incluiría la visión política del crecimiento, la cual debe de buscar homologar a las autoridades de distintos niveles, siempre buscando un órden o patrón en la urbanización. También sería importante tomar en cuenta los análisis sociales y culturales ya existentes,  para comprender el por qué de estas diferencias municipales, siempre buscando la manera de poder encontrar un punto de encuentro y de transición hacia la totalidad del área metropolitana.
Y por supuesto que el punto de vista del arquitecto y del desarrollador serán determinantes en la búsqueda de la unificación de las distintas expresiones políticas, culturales, y sociales de la ciudad. Lo óptimo sería que las próximas edificaciones alcancen  un equilibrio  en su fondo y en su forma, para gradualmente poder ir acomodando las distintas realidades de Monterrey.