Tuesday 8 December 2015

Mariguana en Uruguay

"Expocannabis Uruguay es un evento donde coexisten el estado, las organizaciones sociales, la academia, los agentes privados, los usuarios y el público en general"

-Extracto de la guía impresa del evento

La legalización de cualquier practica estigmatizada es su mejor publicidad.

El caso de la mariguana en Uruguay no es la excepción, ya que la expectativa social que la nueva ley ha generando está dificultando su administración.

Ahora resulta que el Estado siempre sí licitará a empresas privadas para que cultiven la mariguana, ya que el nuevo gobierno de Tabaré Vázquez no seguirá el plan de regulación apuntalado por José Mujica.

Sin duda que, Mujica sacó de la obscuridad a la planta y a sus consumidores. Sin embargo, el mismo ‘Pepe’ aclaró que la legalización uruguaya es parte de un experimento a nivel internacional, lo cual puede interpretarse de muchas formas. Comoquiera que sea la comercialización de la mariguana es el camino que se empieza a dibujar por estas tierras.

El fin de semana acudí a la Expocannabis en Montevideo, evento público y privado que reúne a los interesados de todo el mundo en un sólo lugar.

Público porque el recinto y la legitimad para el evento la brinda el estado. Privado porque lo que se vende son una gama de productos y servicios comerciales entorno a la planta. Se suponía que el Estado no promocionaría la mariguana. A pesar de esto, permitir la exposición y participar en ella con ‘fines informativos’ es una forma de promoción.

Durante mi visita a la expo pude constatar que la mariguana es, desde el punto de vista comercial, un producto cualquiera. Por ahí observé mini invernaderos, fertilizantes, ropa y accesorios hechos de cáñamo, pipas en sobreprecio, etcétera. Otra cosa que note es la prostitución del discurso orgánico y sustentable como estrategia publicitaria.

Es obvio que no hay nada más verde que una planta, pero otra cosa muy distinta son los productos que a ésta se le ‘cuelgan’ para supuestamente hacer su consumo más placentero. Estoy hablando de un negocio multimillonario, el cual es casi imposible que se quede en manos de cualquier gobierno, por más eficiente y transparente que éste sea. Simplemente el Estado desconoce del asunto. Por eso me parece que todo esto será recordado como la plataforma de despegue de la mariguana comercial.

La ironía de cualquier producto legal de alta demanda es que alguien tiene que surtirlo, de lo contrario se genera una escasez que eleva su precio. Esto lo digo porque actualmente se está dando un fenómeno que en teoría debiese ser transitorio, de acuerdo al discurso de un estado que regularizará la venta desde arriba.

Me refiero específicamente a las personas que plantan en sus casas y que están sacando ventaja de las seis plantas que tienen como límite para vender, debido a la falta de coordinación en la distribución a gran escala. Una de las causas es la microeconomía del pequeño vendedor, que obtiene ganancias extra sin mucho esfuerzo. Otra causa, conectada a la anterior, tiene que ver con que la calidad y los tipos de mercados. La mariguana que tradicionalmente se ha fumado en Montevideo es la ‘paraguaya’, la cual se importa en bultos prensados y es de pésima calidad. El precio aproximado de un gramo de paraguaya es de  $17 pesos mexicanos.

Gradualmente la gente que quería algo mejor empezó a sembrar las llamadas ‘Flores’, que básicamente es una planta de mucho mejor calidad, libre de todos los químicos y pesticidas de la paraguaya. Su precio oscila entre los $50 y los $70 pesos mexicanos el gramo.

Entonces, el confuso experimento legalizador / regulador no sólo empodera al Estado, que técnicamente arrebata un negocio ya establecido a alguien. Indirectamente también le facilita la vida a los productores y consumidores individuales, ya que seria inútil tratar de evitar que la vendan a sus conocidos.

Dicho de otra forma, la legalización establece reglas que permitirán que se canalicen las economías que ya existían. Es sobre ésta estructura que deberá montarse la punta de la pirámide de distribución de los del poder, ya que de lo contrario no se resolverán las relaciones económicas y políticas entorno al nuevo producto.

Por otro lado, estimado lector, le comento que el plan de vender 40 gramos por persona registrada en las farmacias tiene muchos opositores. Algunas personas me comentaron que prefieren fumar lo cultivado en casa que exponerse al escrutinio de los ojos del Estado, el cual sabemos le encanta fisgonear en los asuntos privados para ensanchar su poderío.

Seamos realistas. Una cosa es armar una gran inversión y infraestructura para hacerle la competencia a la corporación en el alcohol, el tabaco y otras drogas. Otra muy distinta es sembrar una planta en casa y olvidarse de toda su parafernalia callejera.

La verdad no veo por donde el Estado podrá arrancarle a alguien su derecho a hacer lo que le plazca en privado. Al menos que prohíban el auto cultivo, la naturaleza siempre ganará.

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