Tuesday 14 October 2014

La Nobel islamofobia

`El Corán es un libro religioso lleno de odio´


Bill Maher (1956- ) comediante estadounidense


Los medios masivos occidentales están promoviendo la islamofobia en algunos de sus contenidos.


Parte de la estrategia de los poderes interesados en expandir la guerra en Medio Oriente comprende la utilización de medios de masa para tratar de convencernos de la “bondad” de sus intenciones. Es en ese sentido que los últimos premios Nobel de la paz, así como los insultos del comediante Bill Maher hacia el islam, establecen en el espacio mediático y mental una lucha civilizatoria entre buenos y malos, la cual en el caso más reciente involucra a Occidente y a fenómenos como el ISIS y el Talibán.


Cuidado: no digo que estos fundamentalistas que controlan partes de Afganistán Pakistán, Irak y Siria sean buenos. Lo que trato de decir es que la propaganda en su contra tiende a resaltar su origen musulmán, mismo credo que comparten más de 1600 millones de personas en el mundo, mismas que en su mayoría siguen su religión sin mayores problemas.


Es obvio que la educación siempre será mejor que las armas, como dijo la galardonada Malala Yousafzai al recibir el Premio Nobel de la paz. No obstante, también es cierto –aunque no se diga en TV– que radicalismos como el ISIS y el Talibán no existirían si no fuera por las perpetuas intervenciones extranjeras en esas lejanas tierras. O sea, el debilitamiento de los gobiernos locales por fuerzas externas, en casos como el de Irán (1979), Afganistán (2001), Irak (2003) y Siria (2011), ha generado vacíos de poder que son aprovechados por el tipo de ‘‘malitos’’ que hoy son el blanco de la política exterior occidental. En pocas palabras, crean monstruos eternos para luego perseguirlos.


Así pues, lo que el Premio Nobel de la paz (ilegítimo desde que se le otorgó a Obama) define es un mundo blanco y negro, que debe ser constantemente intervenido para ser “reformado”. Este comportamiento existe desde que tenemos civilización, por lo que no debemos de sorprendernos de que ahora se utilice la tecnología de punta para reforzar dicha bipolaridad. Toda expansión se ha justificado con una buena causa. En esta ocasión se nos proyecta una estrella de la emancipación femenina, que gracias a discursos compasivos con libro en mano puede desarmar al agresor.


El Premio Nobel, y en sí la plétora de valores en teoría enarbolados por Occidente (ONU), se amparan en la Ilustración y los Derechos Universales del Hombre. Lo primero que hay que enfatizar es que estos movimientos fueron europeos (después arropados por EUA y Latinoamérica), y que apenas desde el siglo pasado –gracias a la globalización– es que dichas ideas han comenzado a influir en las consciencias de africanos, árabes, turcos, persas, chinos y rusos. Comoquiera que sea, la separación de Iglesia y Estado, y en sí la modernización al estilo occidental, son anacronismos para muchos pueblos alrededor del planeta. Por eso no debemos creer que cambiarán lo que tienen por lo que se les vende, y mucho menos si se les presiona y ataca para que lo hagan.


Ningún valor puede ser universal si quien lo promulga no es congruente con él. Cuando todos pongamos al ser humano por encima del dinero, entonces podremos decir que tendremos valores universales. Por mientras habrá que conformarse con una simulación de valores universales, ya que en la práctica cada quien rompe las reglas cuando le conviene.


Los premios Nobel de Obama y Yousafzai equivalen en un sentido a una `siembra simbólica de valores´, o sea, se entregan para potencializar lo que algunos creen que debiese guiar a la sociedad. Lo desafortunado de esta forma de pensar es que choca de frente con la mentalidad de ‘‘ el fin justifica los medios’’ que paradójicamente rige al mundo. Obama no vaciló en aclararlo cuando recibió su premio hace algunos años. Dijo que la guerra podía ser ‘‘justa’’ si la causa lo ameritaba, con lo que dio por hecho que representaba al bando de los “buenos”, al igual que cualquier cruzado medieval.


En columnas anteriores detallé que el Medio Oriente contiene más de una tercera parte del petróleo y el gas del mundo. Además, la peculiaridad de esta región es que en su generalidad es musulmana. Es así como ambos hechos nos sirven para entender por qué se ha satanizado tanto al islam, especialmente desde que cayeron la Unión Soviética y su comunismo en 1991.


Entonces, el empaque ideológico contemporáneo es el Premio Nobel, que a su vez refrenda los “Derechos Universales”, y en sí a la Ilustración occidental.


Después está la realidad económica de nuestra era, que se refiere a la energía que mantiene al capitalismo y al dólar con vida, ecuación que desafortunadamente obliga a los poderosos a intervenir en tierras lejanas para conseguir los recursos.


Es por eso que lo que resulta es un choque civilizatorio, ya que al final acabas justificando el porqué intervienes en los asuntos del otro, aunque para todos sea evidente que lo haces para satisfacer tus propias necesidades.



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