Tuesday 19 January 2016

La renuncia polaca

‘‘Debemos continuar nuestro camino sin ceder a la presión de la Unión Europea’’ 
Jaroslaw Kaczynski (1949-), político polaco

El gobierno de derecha polaco está desafiando a Bruselas, ya que su abierto nacionalismo e intención de controlar las cortes judiciales, el servicio público y los medios de comunicación, va en contra de la filosofía y las leyes de la unión.
El partido conservador de Ley y Justicia (PiS), euro-escéptico y de inspiración católica, accedió al poder con tres objetivos fundamentales.
El primero es tratar de recuperar algo de autonomía sobre el destino de la nación, ya que mucho del control político, así como la soberanía económica y financiera de los miembros de la Unión Europea (UE) ha pasado a manos de Bruselas y Berlín. Es en ese sentido que el Estado polaco impondrá a los jefes de radio y televisión pública, un anuncio que inmediatamente lanzó las masas a la calle en protesta.
Lo segundo tiene que ver con ideas grandilocuentes de expansión territorial e influencia cultural sobre países de Europa del Este que alguna vez formaron parte del reino y la esfera de influencia polaca, como son Lituania, Bielorrusia y Ucrania.
Lo tercero es frenar un posible entrometimiento ruso en tierras polacas, realidad con la que Varsovia ha tenido que vivir por más de 1,000 años.
En cuanto al primer punto el accionar del gobierno polaco está generando una cascada de críticas, que se centran en su autoritarismo antidemocrático. En esa línea, Bruselas está considerando sancionar a Polonia, lo cual de proceder significaría la eliminación del subsidio multimillonario que le corresponde como miembro de la UE. Por el lado político el asunto que tiene dividido a Bruselas y Varsovia son las cuotas de nuevos migrantes extra-europeos, tema que se ha agudizado desde el comienzo de la crisis de los refugiados sirios.
El gobierno polaco anterior aceptó la entrada de 7,000 migrantes. Sin embargo, el nuevo gobierno ha puesto dicho plan en la congelador, esperando con ello conseguir otras concesiones de Bruselas.
En referencia al segundo punto es pertinente decir que a través de su historia los gobiernos polacos han desarrollado dos grandes visiones geopolíticas. Una prioriza la relación e influencia cultural de Europa occidental. La otra tiene que ver con lo que Varsovia llegó a conquistar en cuanto a territorio y poder en Europa oriental. No hay que olvidar que el auge del Reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania se dio durante los siglos XVI, XVII y XVIII, una vez que desterraron a la orden teutónica germana.
Es obvio que el día de hoy sería imposible recuperar dicha influencia sin enardecer a Bruselas, Berlín y Moscú. No obstante, algunos en el poder están jugando con la idea para por lo menos establecer una sana distancia con la UE. En ese sentido, el gobierno polaco se ha acercado con Hungría, país que últimamente ha perdido la confianza en el proyecto europeo, y que abiertamente ha contrariado las políticas migratorias continentales.
Tan alineados están ambos gobiernos en lo de la migración que Budapest ha dicho que bloqueará cualquier intento político de eliminar los subsidios económicos polacos.
El tercer punto es realmente un intento de manipular a la OTAN para que refuerce su presencia militar en Polonia. Esto, porque Moscú no ha amenazado a Polonia ni a sus vecinos bálticos con una invasión militar o anexión territorial. Varsovia simplemente desea una reforzada presencia militar para disuadir a cualquiera de intervenir en el país. Para esos fines el gobierno conservador del PiS está negociando directamente con los mandones de la OTAN, Londres y Washington.
Alemania no está de acuerdo en otorgarle una base militar a Polonia, y por eso es que Varsovia especula con los angloamericanos. La estrategia es dividir y vencer a Berlín y Bruselas, mediante un arreglo político y militar que contrapese su influencia en los asuntos polacos.
Tanta es la urgencia de amarrarse con la OTAN que el PiS está dispuesto a permitir, a cambio de la base militar, que los ingleses le retiren los derechos a los polacos y demás migrantes intraeuropeos en el Reino Unido y el resto de la UE.
Definitivamente que la democracia en Europa ha cedido su paso al pragmatismo más cruel y cortoplacista.

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