Friday 20 November 2015

De oro y otras novedades

'El sistema del dólar como moneda de reserva contribuye a la desigualdad'

'Joseph Stiglitz (1943- ) economista de premioNobel


La batalla por el Medio Oriente es también una por el control de los mercados y el tipo de cambio global.

Mucho se ha hablado de la supuesta independencia energética del Tío Sam gracias al fracking. Aunque ésta fuere cierta, eso no implica que la misma le aseguraría el control de los mercados internacionales, ya que en éstos participa el resto del mundo. Entonces, la razón principal de su insistencia en Medio Oriente, ademas de nuevas oportunidades de negocio, tiene que ver con que buena parte de los mercados energéticos todavía utilizan al dólar como instrumento de  cambio, hecho que deben defender a toda costa de la competencia de otras potencias.

El petrodólar comenzó su reinado en 1973 cuando EUA se vio forzado a negociar con Arabia Saudita –el líder de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). La creación de dicho cartel terminó con la abundancia de petróleo barato, que le había permitido al Tío Sam crecer de manera imbatible desde finales de la Segunda Guerra Mundial, con todo y Estado benefactor.

Fue por eso que Richard Nixon se vio forzado a abandonar el patrón oro con que se había apoyado al dólar desde el establecimiento del orden económico y financiero en Bretton Woods en 1944. Otra razón era la urgencia de contener el ‘virus’ del comunismo soviético mediante la expansión del capitalismo.

Por eso ‘‘dolarizaron” los mercados internacionales. Había que afianzar el control de los destinos del tercer mundo para arrebatárselos a Moscú. Encima de todo esto EUA alcanzó su pico petrolero en 1972, por lo que se vieron obligados a comenzar con la indiscriminada impresión de dinero que hoy los ahoga en deuda a ellos y muchos otros.

Además de fungir como contrapeso a los desmanes de Occidente en Medio Oriente, Rusia actualmente busca restablecer las relaciones y negocios con el mundo islámico que perdió tras el colapso de la Union Soviética. Para ello, Putin cuenta con el apoyo de China, superpotencia industrial emergente del mundo, que a su vez tiene como prioridad superar lo hecho por EUA.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha retardado la inclusión del yuan chino a la canasta de activos de reserva internacionales (SDR), que básicamente está dominada por monedas occidentales, incluyendo al yen japonés.

Esto motivó a los chinos a desarrollar su propia versión del FMI, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB), que representa una potencial alternativa a la actual arquitectura financiera global  liderada por EUA.

Lo que más aterra al Tío Sam es que Beijing está fundiendo todo el oro que ha adquirido durante los últimos años. Dicho oro está siendo vendido por los bancos centrales occidentales a sus similares en Oriente, siendo el más beneficiado el chino, que según fuentes extraoficiales acumula ya más de 10,000 toneladas.

Entonces, regresar al patrón oro para legitimar la consolidación del AIIB y el yuan –buscando así sentar las bases de un nuevo orden económico, financiero y comercial global–, equivaldría a trascender al FMI y el andamiaje impuesto por EUA en Bretton Woods.

Algunos dicen que China no está lista para esto, ya que almacena más de $3 y medio millones de millones de dólares como reservas internacionales. Sin embargo, otros analistas comentan que el punto de inflexión está cada vez más cerca, ya que las constantes fricciones geopolíticas en regiones como el Medio Oriente y el Mar de la China Meridional, sumadas a la desgastante absorción de deuda e inflación estadounidense, terminarán, tarde o temprano, por colmar la paciencia de Beijing.

Hace 200 años Napoleón Bonaparte se disputó con el Imperio Británico la imposición de pesos y medidas para sus respectivas poblaciones. Ahora vemos como los chinos han optado por el sistema métrico para tratar de enterrar –con sus nuevos lingotes de oro de un kilogramo– el legado liberal de las libras esterlinas y el dólar estadounidense, que alguna vez se ancló en onzas de oro.

Es por eso que mientras Vladimir Putin enfrenta a Occidente para tratar de reformar la institucionalidad mundial vigente, China trabaja en silencio para cristalizar su contraparte.

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