Sunday 22 March 2015

De derechas fundamentalistas


‘‘La solución de dos estados ha sido una ficción, por lo menos, las últimas dos décadas’’

Robert Parry (1949-) periodista estadounidense

Las tácticas de miedo aplicadas por Benjamín Netanyahu rindieron frutos, otorgándole la victoria para un cuarto mandato al frente de un sistema de gobierno que se acerca peligrosamente a la teocracia.

Un par de días antes de la elección, el ‘‘Bibi’’ exclamó abiertamente que bajo su administración no habrá un Estado Palestino en tierras israelíes, abrupta declaración que exhibe la realidad de un país en plena ‘‘derechización’’. Su campaña fue una abiertamente racista e intolerante, considerando que apareció en un video frente a un mapa —cual mariscal de guerra—, señalando las rutas por las cuales se movilizarían los votantes árabes-israelíes, tratando con ello de convencer a los indecisos para que votaran por él.

Irónico es que la población árabe-israelí representa al 20% del total de la nación, el equivalente al dedo gordo de una mano. Asimismo, Netanyahu dijo que no valía la pena compartir ni un pedazo de tierra más con los vecinos, ya que el caos que les es intrínseco y pudiere infestar aun más de terrorismo el barrio.

Estas y otras tácticas no sólo le dieron la victoria, sino que también lograron alienar a la Unión Sionista, opción de centro izquierda que técnicamente busca la paz y el regreso al socialismo y la armonía religiosa. No hay que olvidar que el sistema comunitario asistencialista del Kibutz tuvo logros importantes en el pasado, que hoy han sido pisoteados por una dosis letal de neoliberalismo al puro estilo estadounidense. Asimismo, la Unión Sionista, la cual curiosamente no habló de la paz con los palestinos durante su campaña, dijo que no formará parte de la coalición que Bibi tendrá que armar para consolidar el próximo gobierno, así que lo más factible es que dicha coalición incluya a partidos de derecha y extrema derecha, lo que acabará de amarrar al péndulo ideológico en la extrema derecha.

Según Paul Krugman, la retórica de confrontación que el político utilizó en el Congreso de EUA el 3 de Marzo, que de pasada alienó a Obama y su partido demócrata, tenía como objetivo disuadir a su población del descontento real que existe, de acuerdo a las enormes diferencias económicas y sociales que se han exacerbado en los últimos años. En pocas palabras, Israel pasó del igualitarismo del Kibutz a la disparidad económica del neoliberalismo, lo que en ese sentido explica las afinidades de negocios, ideología y beligerancia con el partido republicano.

La administración de Obama no vaciló, y ya ha declarado que está considerando repensar la relación especial de EUA con Israel. Es en esa línea, Washington eliminó (un día después de la votación en Israel) a Irán y Hezbolá de su controversial lista de amenazas terroristas globales. Habrá que ver que más sucede, ya que al presidente norteamericano todavía le quedan casi dos años de gobierno.

Por otro lado, no sólo son los demócratas, sino una cada vez más larga lista de países, incluyendo a muchos de la Unión Europea, los que ya tocaron fondo en su respeto por el gobierno de Tel Aviv, que declara abiertamente que no está dispuesto a dialogar y no expresa tolerancia ni respeto por el otro. Por eso es seguro que el radicalismo del gobierno israelí alejará a muchos más en los tiempos por venir.

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