Sunday 8 February 2015

Sacro Imperio Bancario


“Tenemos las dimensiones de un imperio”
José Manuel Durao Barroso (1956-) expresidente de la Comisión Europea

Al igual que en los tiempos que la vieron nacer, la Europa de hoy no logra consolidarse debido a las profundas diferencias culturales y económicas de sus poblaciones.

La primera versión de Europa inicia no con los Romanos, sino con el Reino  de los Francos de Carlomagno, líder político y religioso que fue coronando Emperador de Occidente por la Iglesia católica  en la navidad del año 800.

La supremacía agrícola y militar pasó del Mediterráneo hacia el noroeste europeo –lo que hoy comprende Francia, Alemania, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo–, por lo que la Iglesia se acomodó con los poderosos de la época, para que le ayudaran a defender a su catolicismo de los embates de la “herejía” bizantina de Oriente.

Esta diplomacia religiosa se reforzó mediante la guerra “santa”, que aunada a la proliferación de iconos con imágenes como propaganda, le sirvieron tanto a la Iglesia como al Sacro Imperio Germano para cristianizar a los remanentes bárbaros –como los húngaros y los vikingos– que todavía asolaban la campiña al finalizar el siglo X. En pocas palabras, mientras que el Estado se encargaba de enfilar la espada para expandirse, la Iglesia lavaba sus pecados a cambio de la difusión de  su discurso religioso.

La Europa actual mantiene su poder en el norte del continente, y es ahí donde yacen sus principales instituciones de poder: el Parlamento (Estrasburgo), La Comisión (Bruselas) y el Banco Central (Berlín). Estos ‘templos’ contemporáneos estructuran la nueva versión de la unión, en la que el dinero impreso y el comercio han sustituido a los iconos y la diplomacia religiosa. Es así que puede decirse que el viejo continente ha transitado hacia una forma de organización primordialmente socio-económica, aunque para lograrlo se hayan tenido que sublimar las diferencias étnicas y culturales –en sí lo nacional–, a favor de un arreglo de macro federación integrada.

El enorme privilegio de ser un monarca católico y con ello poder doblegar a otros en nombre de Dios era tan seductor como es ahora invitar a los bancos de tus vecinos para que llenen de euros sus arcas, bajo la máxima de que con ello se amplía su libertad de maniobra.

La supervivencia de Europa depende ahora tanto de Alemania como en el pasado la Iglesia necesitó del Sacro Imperio Germano para defender los valores católicos. Es importante tener en cuenta que dicho imperio inició con una Francia y Alemania unidas, pero tarde o temprano el poder gravitó hacia esta última. Sucedió algo similar con el sueño francés de la Comunidad Económica Europea, fundada simbólicamente en 1957 en Roma, en una especie de celebración para “resucitar” la grandeza de Carlomagno y su Reino de los Francos.

El rezago económico y financiero de la periferia europea responde a esas agudas diferencias culturales entre norte y sur, que con todo y los intentos de cohesión nunca han podido conciliarse. Encima de eso hay que poner  la centralización del poder económico y bancario en Alemania, como las razones capitales del fracaso de la Unión Europea (UE).

No es la primera vez que Alemania rompe con sus acuerdos institucionales para buscar mejorar su situación. La dinastía germana de Otón el Grande luchó para limitar el poder de la Iglesia católica en su avance hacia la modernización capitalista. Además, Hitler pactó con Moscú en 1939 para defenderse de los ataques de los aliados en la primera parte del siglo XX.

Esto quiere decir que Alemania muy seguramente tiene ya, en caso del colapso económico y político de la UE, un plan de salida del euro y del proyecto europeo como tal.

Los pobres de la Europa de hoy son los demonios herejes de ayer, que luchaban con su vida para no ser “salvados” de sí mismos. Era más que lógico que tarde o temprano alguien se atrevería a levantar la mano para exigir oxígeno, frenando de forma revolucionaria el influjo de más euro-iconos como deuda.

La permanencia de Occidente pende de dos factores: El primero es que lo acontecido en Atenas con Syriza no se replique en otros países, convirtiendo al ímpetu contestatario en la tumba de Europa. El otro factor está en las manos de Washington, que debe de dejar de abusar de la súper legión occidental llamada OTAN para tratar de someter a Rusia. De seguir así, EUA sacrificará su relación con Alemania, y en el proceso pavimentará el camino para la Pax Euroasiática que se avecina. 

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