Tuesday 14 April 2015

Hologramas unidos


‘‘Es un grave retroceso democrático, al limitar derechos fundamentales de expresión y reunión’’

Carlos Escaño (1970- ) portavoz de la plataforma `No Somos Delito´

El pasado fin de semana se llevó  a cabo la primera protesta en el mundo con hologramas, la cual nos demuestra que todavía existen maneras inteligentes de levantar la voz sin causar disturbios.

Dicha protesta virtual sucedió frente al Congreso de los Diputados en Madrid, por donde ‘‘desfilaron’’ más de 2,000 imágenes de personas actuales, que aceptaron que su silueta fuese transformada en holograma.

La inconformidad de los organizadores de la novedosa marcha emana de la nueva Ley de Seguridad Ciudadana, mejor interpretada como Ley Mordaza, la cual trastoca todo lo que tiene que ver con las libertades civiles de asamblea y con lo relacionado a la extranjería. Dicha legislación, básicamente es un listado de conductas que serán penadas a partir del 1º de julio, por lo que se incluyen las cantidades que se multarán en caso de que se infrinja la ley.

Las cifras van desde los $300 hasta los $600,000 euros, dependiendo de la gravedad del asunto. Las sanciones más altas se aplicarán a las organizaciones que lleven a cabo cualquier evento público de inconformidad para el que no se haya solicitado permiso –irónicamente– para ello.

Este malestar popular no es ninguna casualidad. De hecho, según la encuestadora Metroscopía, la cual llevó a cabo un sondeo para la ONG Avaaz.org, el 82% de los españoles piden la modificación o la retirada de la Ley Mordaza, ya que la consideran una flagrante violación a los derechos civiles y la democracia. En esta línea también están otras ONG, la Unión Europea, y la misma ONU, las cuales  ya dirigieron críticas contra la norma.

Por otro lado, y según las encuestas de organismos públicos, la inseguridad ciudadana ocupa el duodécimo puesto respecto a las preocupaciones de los españoles, por detrás de la sanidad, la educación, el paro, la situación económica o la corrupción.

De acuerdo con varios activistas, el objetivo central de la nueva legislación es apagar la protesta social desatada desde las acciones del movimiento 15-M. Y aunque concuerdo con ello, para mí esto es algo que se está haciendo  común alrededor de Europa desde que se agudizó la crisis económica y de representación en Bruselas.

La burocracia está cada vez más fuera de sintonía con la ciudadanía, ya que por un lado se centraliza progresivamente el poder con la troika bancaria de Berlín, Bruselas y el FMI. Es por eso que la gente siente el poder cada vez más duro y alejado de las realidades que aquejan a las mayorías, que sufren de altos desempleos y la pérdida de poder adquisitivo.

La gente demuestra que tiene con qué mandar esos mensajes democráticos, que por razones de mala representación, tienen al Estado recurriendo a las estrategias de siempre para reprimir. La tecnología de punta suele pertenecerle al gobierno y la iniciativa privada, pero en esta ocasión los manifestantes sacaron provecho de los hologramas para hacer ‘‘presencia’’.

El control del cuerpo y sus movimientos por parte de las autoridades es tan viejo como la civilización misma. Desde que nos pusimos la ropa para esconder nuestra animalidad, existen normas y regulaciones para la sociedad. No obstante, es hasta la modernidad urbana donde se delinean y trazan ciudades que facilitan la observación del sujeto que las habita.

Se presume libre, pero al final la relación con el Estado es una de poder y control simbólico. Paralizando la actividad, moralizando, limando las diferencias; es así como el conservadurismo estandariza las conductas en afán de control y orden.

La marcha de los hologramas fue un mensaje muy claro para los dirigentes. El pueblo está un paso adelante del gobierno, y siempre hará lo necesario para demostrarlo.

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