Monday 19 November 2012

Reciprocidad orgánica vs. la sustentabilidad como intermediación




Esta muy de moda como negocio todo lo relacionado a salvar al medio ambiente, al planeta, al mundo, a la ecología, et cetera.  También se ha vuelto común el que nuestras autoridades se encarguen de definir cuales son nuestras áreas verdes  y  públicas. En estas líneas podemos identificar dos tipos de liderazgo, el privado y el público. Pero la peculiaridad del liderazgo público es que solo actúa como un representante de la gente, la cual bajo un sistema republicano es técnicamente la que manda, y que consecuentemente decide que espacios verdes y públicos prefiere para hacer comunidad.

Esto quiere decir, que aunque se agradece el interés de las autoridades por definir los espacios públicos para nosotros, creo que esto se ha convertido en la creación de una nueva dependencia para la comunidad. O sea, la ciudadanía le esta otorgando poderes al Estado que teóricamente ya tiene, enfatizando la injerencia de un Estado gradualmente más grande y costoso,  en los menesteres que una comunidad en desarrollo de autonomía propia debiese estar  haciendo por si misma.

La paradoja de San Pedro, Garza García es que se presume como una entidad blindada de la violencia, que abre espacios públicos dentro de un área que comoquiera que sea ya esta enclaustrada,  gracias a políticas provincialistas que han separado y segregado al municipio de otros que forman parte del  area  metropolitana. Se ha justificado un aparato de seguridad a nuestra costa, y cuando la misma ha sido vulnerada, básicamente se ha culpado a factores externos. O sea, la fantasía llamada San Pedro, Garza García no puede ser la culpable de nada.

Creo que al final lo determinante para las calles y plazas no es si están hechas para peatones o para automóviles. Lo importante esta en relación a quienes le ayudan al pueblo a ‘tomar’ lo que desde un principio ya le corresponde. Si la gente no toma lo suyo, siempre habrá alguien que buscara dárselo, pero nunca lo hará gratis: el  privado buscara la ganancia económica y el Estado lo justificará como capital político. Habría que preguntarnos si nuestro sistema republicano  esta siendo respetado con la excesiva injerencia del Estado, y por otro lado, si es que no estamos dejándole nuestros espacios – y responsabilidades – a algún inversionista que busca la ganancia a corto plazo. No estoy en contra que existan gobiernos ni iniciativas privadas. Pero tampoco es correcto que se lleven lo que nos corresponde en afán de ‘salvarnos’. Al final el que paga los impuestos es la ciudadanía, y allí ya se incluye la defensa original de los espacios verdes y públicos.

Lo mismo pienso de todo lo relacionado a las crisis ambientales. Que bueno que exista gente interesada en resaltar la labor que puede hacerse también desde lo privado para hacer consciencia. ¿Pero donde se establecen los limites de libertad de maniobra que puede tener un privado sobre los intereses del público, otra vez, en afán de salvarnos? Es obvio que mucho del ‘discurso verde’ que esta tan de moda busca hacer relevante al consumismo en una era de crisis múltiple. Pero como resultado están convirtiendo al fenómeno – y en muchos casos a la naturaleza en si misma  en un commodity (producto) -, que puede ser vendido y adquirido por el mejor postor. No digo que esto no logre hacer consciencia, pero me parece una forma muy limitada de acción.

Creo que la reciprocidad orgánica – el darnos cuenta que la base de la vida y de todo lo demás esta fundamentalmente ligado a la naturaleza de la cual formamos parte -  es mucho mas económica y urgente, y que esta no empodera a nadie más que a nosotros mismos. Desde esa base  podemos  consolidar la consciencia necesaria, buscando reactivar a la comunidad horizontalmente, pero siempre en en conjunción con la naturaleza. Desde ahí pudiésemos estructurar la también urgente necesidad de reformulación del pacto social  con las autoridades e iniciativa privada, haciéndoles saber nuestras prioridades. La naturaleza existe previamente a cualquier arreglo social e ideológico, y creo que si seguimos tratando a la naturaleza como oportunidad no llegaremos muy lejos.



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