Friday 6 April 2012

El control social institucional como reflejo de la (des) civilización


Al miedo generalmente se le asocia de forma interdisciplinaria con la parte oscura,  desconocida e inconsciente de la naturaleza del ser humano.  Para ejemplos están, el complejo reptiliano de la neurociencia, los bloqueos de los chacras inferiores para el tantrismo oriental, la supervivencia y las necesidades primarias de los psicólogos evolucionistas, el subconsciente psicoanalítico y sus mecanismos de defensa, el bio-poder foucauldiano, et cetera. Todos estos son ejemplos de estructuras que se aproximan a o que albergan directamente al centro energético de donde emanan las emociones que identificamos con el miedo. Pero fundamental es aclarar que el miedo es compartido también por otras especies, las cuales muchas veces nos demuestran con su lenguaje corporal que posiblemente lo estén sintiendo, y que la forma en como lo expresan pudiese ser interpretado como ansiedad; emoción con la cual nosotros también estamos muy familiarizados. La ansiedad suele ser el efecto psíquico de experimentar emociones como el miedo. Es una manera de canalizar esas energías hacia la consciencia y la mente. La ansiedad es el efecto vivo, una manera de sentir que algo sucede en relación a nuestra forma de percibir e interpretar el mundo.

Pero en el humano esta dupla miedo/ansiedad cumple con  funciones colectivas y sociales también, aparte de las obviamente relacionadas con el bienestar de cada quien. Y aunque no trato de concluir con un largo historial de investigación en estos temas de corte psicológico, si me gustaría denotar que para mi hay dos mecanismos de corte mas psicológico-social que conectan al miedo y a la ansiedad con los fenómenos sociales externos con los cuales desarrollamos nuestra cultura. Pero para esto es necesario poner al ego, al self  -  en si a la identidad personal - como la clave. Es de aquí de donde puedan emanar otras emociones y o formas de control institucional como lo son la culpa y la vergüenza. Ulteriormente, el miedo es la base de la mayoría de los organismos en su afán de sobrevivir, pero solo el hombre lo ha diversificado como resultado de su búsqueda mental de anclarse en el mundo para dejar huella, como no lo hace ninguna otra especia.

En ese sentido muchas instituciones con las cuales cohabitamos son el reflejo de nuestro afán y progreso civilizatorio, donde hemos almacenado y delimitado colectivamente lo que apropiado e inapropiado en relación a nuestras conductas individuales, mismas que se tuvieron que ‘pulir’ para poder organizarnos en comunidades que trascienden (pero incluyen) a los individuos.

Freud decía que el hombre para civilizarse debía ceder parte de sus necesidades e impulsos  personales y privados. Aquí por ejemplo pone a la culpa como el mecanismo que mantiene bajo control al individuo, que dejado a su suerte, y bajo condiciones normales y en ausencia de súper-ego (consciencia moral), buscaría la plena satisfacción de sus impulsos, cualesquiera que estos fuesen. Ese coraje que siente la persona por no poder hacer lo que guste en un ambiente compartido se sublima como culpa, haciendo de este sentimiento una forma de regimentar las individualidades, sublimándolas para lograr su homologación con otros que también pasan por lo mismo. La culpa es el mecanismo que indica nuestro descontento con la civilización de la cual participamos.

Por otro lado, para el sociólogo ingles Anthony Giddens, la estructura fundamental que regimenta al individuo en torno a la normatividad y demás reglas sociales es la vergüenza, ya que esta es la que le dice internamente al self interno que algo esta mal en torno a lo que se experimenta y percibe en relación a otras personas y sistemas de valores que están ‘ahí afuera’ de su campo perceptivo. Participamos con el otro y seguimos la cultura para pertenecer, evitando con ello la critica y el abandono.

Pero me gustaría sintetizar ambos como mecanismos de defensa del ego, y por ende, de la identidad individual. La culpa esta relacionada con la transgresión de los limites que se imponen desde el exterior. Las instituciones que participan en la indoctrinación del individuo son varias, pero los mejores ejemplos son la familia, la educación, y las religiones. Estas de alguna ‘conforman’ las ideas y los pensamientos que albergamos, ya que aunque podamos ser muy racionales con nuestra forma de pensar y de ser en el hoy, detrás de todo esta nuestra niñez como almanaque de vida, en donde a grandes rasgos se nos inscribió lo mas apropiado para el momento. La culpa es un sentimiento de insuficiencia normativa, de no llenar las expectativas. Esto se ejemplifica con la relación que tenemos con nuestro sistema de valores y de moralidad - de el cual somos una mera fracción – pero  que es compartido con otros dentro de una misma cultura. La culpa se refiere a nuestra responsabilidad sobre acciones y conductas. La moral victimiza y acomoda; encarrila.

Por su propio lado, la vergüenza se refiere más a los sentimientos sobre la legitimidad de la narrativa o biografía de la persona que vamos construyendo con el tiempo. Suele relacionarse con el auto-estima y con la pena de no cumplir con lo que la sociedad hace y espera de nosotros.  La vergüenza pudiera relacionarse más con la ética que la moral, ya que la primera contiene valores admirados como los apropiados para lograr una vida satisfactoria, mas que el compararse con un correcto pensamiento o conducta como lo es la moral y por ende la culpa. Un ejemplo de institución que se basa en la vergüenza como idea de control (o conjunto de ideas, discursos y narrativas culturales) es la sociedad del consumo. Esta es una que ha fijado ciertos valores materiales como la base del ‘buen vivir’ en distintas sociedades alrededor del planeta. Nos da vergüenza el no pertenecer con cierta moda o estilo de vida, y eso al final nos genera ansiedad por el temor que nos causa el no cumplir con esa forma de vida. El consumo se ha convertido en una excelente forma de control (¿y progreso?) social.

Pero lo mas curioso de todo es que los valores o sentimientos opuestos de cada emoción, como lo es la reparación en relación a al culpa, y la auto-estima y el orgullo en relación a la vergüenza, son estímulos que se obtienen como resultado de una ‘correcta’ interpretación de esos mismo valores con los cuales se le indoctrino a la persona. Es ahí donde surge la pregunta, ¿qué tipo de emoción(es), entonces, son las que nos indicarían que llevamos una vida  propia y autentica?  Confieso no tener la respuesta.

Para eso termino proponiendo al SER y la FANTASIA  como posibles caminos hacia la auto-realización.

* El miedo generalizado del hombre a SER – y la resultante despersonalización - es lo que mantiene funcionando a la civilización. ¿Se podrá SER y formar parte de algo a la vez?

* La fantasía crea expectativas, irrespectivo del hecho de que muy posiblemente estas no sean satisfechas en la realidad. Pero al existir previamente a la posibilidad de ser aterrorizada y bloqueada por el miedo – en sus diferentes disfraces como la culpa y la vergüenza - la fantasía es el motor y el elixir de la creatividad. ¿Será la fantasía una herramienta para la liberación humana?

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